Maximiliano
Basilio Cladakis
Nicolás Maduro estuvo en la Argentina. Primero,
en una reunión oficial; luego, en una convocatoria militante. Nicolás Maduro es
el Presidente de la Hermana República Bolivariana de Venezuela. Y habló como
tal. Pero Nicolás Maduro también es un militante y habló, también, como tal. La
militancia de Nicolás Maduro no es, pues, sólo una militancia venezolana sino que,
también, es una militancia latinoamericana.
En su
país, la derecha asesinó a nueve militantes e intenta, desde hace semanas,
llevar a cabo un golpe de Estado. Nicolás Maduro triunfó en unas elecciones
claras, transparentes, sin fisuras. La derecha no respeta las elecciones, la
derecha no respeta la democracia, la derecha no respeta la institucionalidad,
aunque en sus balbuceos estertóreos repita el respeto a la institucionalidad
como un mantra sagrado. Un mantra que siempre quiebra.
Nicolás Maduro advirtió que la derecha
golpista acecha en toda Latinoamérica. Eso incluye a la Argentina. El Enemigo, pues,
es el mismo en toda la región. Y es un Enemigo con terrible poder de daño,
tanto económico, como mediático, como político. El Enemigo nos une. Sin
embargo, nuestra unión no se limita a un carácter meramente negativo. No se
trata del borgeano “no nos une el amor, sino el espanto”. Nos unen historias,
tradiciones, proyectos en común. Nos une el irredento sueño de la Patria
Grande.
Nicolás Maduro dijo que él es el primer
presidente venezolano chavista y el segundo presidente venezolano peronista.
Chavismo y peronismo, dos tradiciones
que se entrecruzan en un plano que trasciende el mezquino espanto. Perón y
Chávez, dos nombres celebrados en toda América Latina. Dos nombres que se conjugan
en el tiempo y en el espacio. Dos nombres que exceden sus países de origen y
que exceden los tiempos en los cuales aquellos que los llevaron vivieron. Dos
nombres que, junto a otros, manifiestan el sueño profundo, los anhelos más
arcanos, de una Nación Latinoamericana que, a lo largo de dos siglos, clama por
enarbolarse, de una vez y para siempre, como una nación libre, justa y
soberana.
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