Edgardo Pablo Bergna
La
represión ejecutada por la policía metropolitana, el viernes pasado, muestra de
manera explícita la intimidación capaz de desplegar el gobierno de Mauricio
Macri desde su gestión estatal. Una muestra de la ideología puesta en acto,
política opuesta al Gobierno Nacional,
no solo en el tratamiento de la protesta social sino en su visión de la
relación entre lo público y lo privado. El asalto por fuerzas de seguridad
sobre una institución pública resulta irritante, si es a un hospital es intolerable. Si ese hospital
es un neuropsiquiatrico, un hospital especializado en salud mental, además de
irritante e intolerable obliga a pensar en un gobierno cuyas políticas se
nutren en ideologías que ningún gobierno democrático desde la última dictadura
cívico-militar llevó a la práctica.
La
policía metropolitana de la CABA está viciada desde su origen. Jorge "Fino" Palacios,
dado de baja de la policía federal y procesado por el atentado a la AMIA y por espionaje,
y acusado de otros delitos, fue su primer jefe. La ministra de Seguridad Nilda Garré formuló un protocolo nacional de
desempeño ante manifestaciones y protesta social. El gobierno de la Ciudad de
Buenos Aires, no lo aceptó
Con
esa “madera” se construyó la estructura de una policía que siempre que actuó lo
hizo sobre grupos vulnerables y con violencia: desalojos, indigentes, parque
Indoamericano, la lista sigue y sus objetivos siempre desarmados, atacados
cobardemente, ostentando poder y asimetría. La misma asimetría de fuerza que
los grupos de “tarea” poseían sobre
mujeres y adolescentes.
La
persona que se interna en un hospital de salud mental, presenta un supuesto
desajuste respecto de una supuesta realidad. Situación que lo sitúa en un
registro de gran vulnerabilidad y está ahí para cuidarlo, protegerlo de una
sociedad que lo excluye e invisibiiza. Las instituciones públicas de salud
mental deberían tener como objetivo y por decirlo de algún modo “recomunicar” a
las personas. Devolverles la posibilidad de vivir en comunidad haciendo que la
comunidad ajuste su percepción de lo real hacia lo diverso. Esto resulta
imposible en estructuras como la que domina en los agentes de la policía
metropolitana, en sus jefes, en las concepciones políticas que los sustentan,
amparan y defienden.
En su accionar la policía metropolitana disparó, hirió y detuvo a
trabajadores, y pacientes. Policía de un gobierno amparado y sostenido
mediáticamente por la prensa hegemónica opositora al Gobierno Nacional. Sin
embargo, capaz de reprimir como solo se vio en los años de plomo a periodistas, fotógrafos y camarógrafos de Télam, C5N, Clarín,
CN23, Canal 26, Canal 13, Telefe, Crónica TV, Crónica y América, entre otros
medios de comunicación. ¿Tendrán algo que decir sobre la libertad de prensa en
el gobierno de Macri: Clarín, TN, La Nación, Perfil?
Creo,
es una opinión absolutamente personal, que en el caso del gobierno del
intendente Macri estamos frente a los actos de la parte “cívica” del concepto
dictadura “cívico-militar”. No hubo errores ni excesos, lo que hubo fue una
muestra, un mensaje al 80 por ciento de los que asistieron al último cacerolazo que, según las encuestas, no se sienten
interpelados por ningún partido político. Los interpela la violencia.
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