Maximiliano
Basilio Cladakis
Entre otras varias e importantes cuestiones,
la gira de la Presidenta por el Sudeste Asiático ha puesto de manifiesto, una
vez más, su envergadura como estadista, no sólo en el plano nacional, sino
también en el plano mundial. Emiratos Árabes, Indonesia y Vietnam han sido,
pues, escenarios de una visión estratégica que trasciende fronteras espaciales y
temporales.
Por un lado, el discurso pronunciado por
nuestra Presidenta en Indonesia fue impecable. Las críticas al sistema
financiero mundial, a las políticas belicistas llevadas a cabo por los países
“centrales” y a la ausencia de equidad que rige las relaciones internacionales
fueron tópicos que pusieron en consonancia a la Argentina con los demás países
“periféricos”. Las palabras en referencia a los que fueron enemigos durante la
Guerra Fría y hoy son aliados en el Consejo de Seguridad de la ONU, dio en el
blanco de una concepción de la historia que fue hegemónica durante el siglo XX:
la historia “pasa” siempre en “otro lugar”; un “otro lugar” que excluye a las
naciones que se encuentran, o bien al Sur del Río Bravo, o bien al Sur del
Mediterráneo. El discurso de la Presidenta fue claro en este punto, al sostener
vehementemente la necesidad de un eje Sur-Sur que posibilite, no sólo el
crecimiento económico, sino también la toma de decisiones políticas en un mundo
globalizado, donde el Norte siempre intento someter al Sur.
Por otro lado, con respecto a la visita a
Vietnam, quien escribe reconoce que se vio sorprendido por lo explícito de las
declaraciones de la mandataria. Al recorrer los túneles que conformaban la
ciudad subterránea desde donde el pueblo vietnamita llevó a cabo su heroica
resistencia frente a la invasión estadounidense, la Presidenta afirmó: “"Al
ver el taller, donde tomaban las bombas del enemigo y con esas mismas creaban
sus granadas y sus propias armas, o la imaginación de las trampas para que no
les encontraran sus refugios, pensaba: eso ¿saben qué?, es amor a la Patria.
Lisa y llanamente es amor a la Patria (...)”. Al visitar la antigua Saigón, hoy
convertida en Ho Chi Minh, sostuvo “ (…)
es un ejemplo impresionante de un pueblo decidido a combatir por la libertad".
También comparó a Ho Chi Minh con Belgrano, el Chacho Peñaloza y otros héroes de
nuestra emancipación: “los patriotas, fundadores de naciones y constructores de
la historia, son casi iguales en todas parte”. Esta reivindicación de las
luchas nacionales de los pueblos oprimidos por el Imperio, es un ejemplo más de
que los tiempos de las vejatorias “relaciones carnales” con Estados Unidos y de
la devoción por Europa, afortunadamente, han quedado atrás.
Los discursos de la Presidenta durante la
gira, como así también sus declaraciones informales, son la prueba fehaciente de
una concepción política que reconstituye el rol de la Argentina en el mundo, no
cómo un mero objeto de los intereses de las grandes potencias, sino como un
actor autónomo y soberano que se afirma a sí mismo al afirmar los lazos de
solidaridad con los otros pueblos que han sido, o siguen siendo, victimas del
imperialismo.
Hace más de cincuenta años, Jean Paul
Sartre, en el prólogo a Los condenados de
la tierra de Frantz Fanon, anunciaba que el tercer mundo comenzaba a hablar
su propia voz, a decir sus propias palabras; comenzaba, en fin, a ser sujeto de
esa historia que lo negó por siglos. Sin lugar a dudas, hoy, una de esas voces
es la de Cristina Fernández de Kirchner.
4 comentarios:
Sorprende a partir de décadas y casi podría decirse, siglos de colonización cultural. Valorar lo europeo a expensas de lo propio que es degradado y oculto en sus raíces, luchas y aspectos diversos. Aún esos valores hacen que cuando se habla del "mundo" se aluda a los países imperiales o a la cultura occidental, la que impone el criterio para medir todo lo demás.
Llevará mucho tiempo desandar esas construcciones y así, poder valorar este gesto extraordinario de la Presidenta, una mujer, además! al que se banaliza para no otorgarle la importancia política y cultural que tiene.
Saludos
Daniela
Antes que nada, gracias por el comentario. Concuerdo con lo que decís. Son décadas, siglos, de subordinación al Imperio no sólo en términos económicos y políticos, sino también culturales, . Había que "ser como" para poder "ser", lo que implicaba deshacernos de nuestra identidad, de nuestras tradiciones culturales, y, sobre todo, de nuestros propios intereses. Es una lucha ardua, difícil, fatigosa, pero que se está librando. Como vos bien decís, el gesto de nuestra Presidenta es extraordinario en este sentido, aún cuando medios hegemónicos lo intenten banalizar. Claro, nos estamos enfrentando a un enemigo muy poderoso, eso es indiscutible. Sin embargo, hay que mantener firmemente la esperanza de que podemos ganar.
Un saludo cordial.
Maximiliano
Probablemente haya que incluir alguna aclaración, buena parte de la mentada subordinación cultural al extranjero, no pasó de la mera copia de costumbres ajenas "civilizadas", en detrimento de las "barbaridades" locales.
Una copia, una imitación, banal, muchas veces desubicada, centrada en lo accesorio y eludiendo absolutamente las cuestiones importantes.
Tomar el té a los 5, nunca significaría que "somos como ingleses", no, es una vulgar imitación que solo puede depararnos el menosprecio inglés. El poderoso siempre desprecia al servil, independientemente de lo útil que le resulte.
Un país plantado en posiciones autónomas y privilegiando el propio interés, sí tiende a ser "como inglés" (o yanqui, franchute, etc) porque la autonomía y la protección de propio interés es precisamente lo que hacen ellos. Y de la autonomía, no es dificil pasar a la identidad y la autoestima nacional.
Hacer como los grandotes no está mal, es crecer y es dejar de ser imitadores serviles. Y no es una diferencia menor.
Ram
Gracias por tu comentario. Considero muy acertadas tus apreciaciones. En efecto, los que dicen "debemos ser como Estados Unidos o Europa", lo que dicen, en verdad, es que tenemos que ser lo que Estados Unidos Europa quieren que seamos. Hay una larga tradición que sustenta esto. Pienso en Sarmiento y su admiración por Estados Unidos y por el proyecto de Lincoln. Pero mientras Lincoln representaba el Note industrialista y proteccionista, Sarmiento y demás, planteaban el librecambismo y la inserción de la Argentina en el comercio mundial como únicamente proveedores de materias primas "`por los siglos de los siglos" (lo dice de manera textual el propio Sarmiento en Facundo").
Un saludo cordial.
Maximiliano
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