Maximiliano
Basilio Cladakis
Si el 17 de Octubre de 1945 debe ser
considerado como la fecha de origen del peronismo es algo que aún hoy continua
en debate. Sin embargo, de lo que no caben dudas es que la inmensa movilización
popular acontecida en ese día significó la emergencia en un primer plano de un sujeto colectivo que
será un actor central de nuestra historia: el Pueblo Peronista. Parafraseando a Scalabrini Ortíz, el subsuelo ya estaba ahí, desde antes, pero fue ese 17 de Octubre cuando
se sublevó y apareció en la
Ciudad de las Luces, en la Atenas del Plata, en la Paris de América Latina,
desplegando sus potencialidades frente a la mirada atónita del universo
porteño.
La emergencia de ese sujeto colectivo
entrañó un punto de quiebre en el destino histórico de la Argentina. La manifestación de
las masas populares a la Plaza
de Mayo en pos de la libertad de Perón consolidó una identidad político-social
que transfiguró la forma de comprender e
interpretar la historia nacional, nuestro lugar en el mundo y la imagen que el
país (mejor dicho, ciertos sectores del país) tenía de sí mismo. El 17 de
Octubre fue un acontecimiento histórico en su sentido más fuerte, es decir, se
trató de una bisagra a partir de la cual la historia y su sentido no podrían
ser ya lo mismo.
En el artículo “La guerra tuvo lugar”,
Merleau-Ponty habla de la forma en que la entrada de la historia pone en jaque
las ideas y los valores vigentes. Efectivamente, el acontecimiento histórico
vuelve carne lo pensado y sostenido de manera abstracta. En el caso del 17 de
Octubre, las posiciones de la izquierda
tradicional, es decir, del Partido Socialista y del Partido Comunista, son
ejemplos claros. Tanto unos como otros se sumaron a la interpretación que los
sectores tradicionales habían hecho de la fecha con calificaciones despectivas
de la cuales una de las más conocidas es la de “aluvión zoológico”. Bajo esa
interpretación, los discursos progresistas, anticapitalistas y obreristas se
hicieron “carne” en la alianza con los sectores más reaccionarios de la
sociedad argentina y con la propia Embajada Estadounidense contra el peronismo
surgente.
Desde
el idelogicismo abstracto de la izquierda tradicional, el actor de las jornadas
históricas del 17 de Octubre no era el proletariado, sino otra cosa. Pensando
desde los canónes sarmientinos de “civilización/barbarie”, el PS y el PC comprendieron a las masas peronistas
en gestación como la entrada de la irracionalidad en una historia que
necesariamente debía ser racional. Por el contrario, desde el otro lado, es
decir, desde el naciente peronismo, se lo comprendió como la manifestación de
un movimiento, fundado principalmente en la clase obrera, que venía a dar
cuenta de las realidades profundas de la Argentina , realidades ocultas tanto por intereses
creados como por anteojeras ideológicas.
Es incuestionable que el 17 de Octubre trastocó
nuestra historia como acontecimiento que consolidó al que, tal vez, pueda ser
considerado como el movimiento político más importante de la Argentina. Su significación y
resignificación continúan hoy presentes en la discusión y praxis políticas. No
es extraño que esto sea así, ya que el acontecimiento histórico interpela, no sólo
al presente y al pasado, sino también al futuro. Y ese futuro es hoy nuestro
presente.
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