Ágoraa diario la arena política

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Maximiliano Cladakis-Edgardo Bergna editores. Organo de opinión política de Atenea Buenos Aires. Radio Atenea y Agora Buenos Aires

Escriben: Leandro Pena Voogt-

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domingo, 21 de octubre de 2012

Libertinaje mediático y la espontaneidad hipervinculada

opinión. Agora...a diario 21/10/2012

José Antonio Di Vincenzo



La preocupación por la espontaneidad que obsesiona al espectro variopinto de organizadores multimediáticos de la marcha 8N no es una novedad histórica. La encontramos presente en los debates que se dan al interior del socialismo desde fines del siglo XIX.

Por entonces, algunos simplificadores de las ideas de Marx pensaban que el Estado es una especie de cáscara o caparazón que reviste a la sociedad civil y expresa los intereses de las clases dominantes. Desde un enfoque paranoico proclive a ver complots por todos lados, se creía que el Estado era el único capaz de arbitrar los medios para la reproducción del capitalismo, gracias a la coacción y articulando los medios para proteger los intereses de la clase burguesa. La teoría del derrumbe, sostenida por una lectura mecanicista de El Capital, en particular, como se daba la influencia en el funcionamiento del capitalismo de la ley de la caída tendencial de la tasa de ganancia, hacía pensar que, tarde o temprano, se darían las condiciones materiales para dar el golpe revolucionario. Las conciencias de los proletarios, reflejos mecánicos de las condiciones materiales, harían click en su momento y, espontáneamente, una masa de sujetos estaría dispuesta a resonar con las ideas socialistas y avanzar sobre el Estado capitalista, para tomar el poder, hacer la revolución. No es este el lugar para analizar en detalle este tipo de razonamientos. Es honesto decir que muchos se opusieron a esta mirada en su momento. Y sabido es, gracias a los aportes de Gramsci y otros intelectuales de la corriente marxista, que la cuestión es mucho más compleja, que la hegemonía, la dirección intelectual moral impuesta por las clases dominantes, el consenso, actúa para la reproducción del capital, no sólo mediante las transformaciones estructurales objetivas que se introducen en el modo de producción, la reproducción misma de dicho modo, sino principalmente, desde los aspectos subjetivos, la cultura, las ideas, la cosmovisión hegemonizando a las clases subalternas.

Como sea, es interesante analizar qué subyace en la idea de espontaneidad de las masas. Por más que dicha espontaneidad sea considerada una abstracción con escasa posibilidad de darse en lo concreto particular resulta conveniente ver qué concepciones se esconden detrás del supuesto reclamo de espontaneidad. Porque se convoca espontáneamente, lo cual es una contradicción; se pide que se vaya de tal o cual forma y hasta se solicita ingenuamente en los medios que las masas vayan a la marcha 8N espontáneamente.

Lo que tenemos es, otra vez, la idea de una política que emana desde arriba o desde un sujeto que se encuentra por fuera de las masas. Si esta política es considerada corrupta, es mala palabra, debe evitarse, anularse. De allí, la idea de espontaneidad. Lo espontáneo se da sin mediación, surge de abajo. Algo hace que un colectivo de sujetos anónimos individuales resuene al mismo tiempo. Ese algo, en el caso del 8N, es la disconformidad, el antagonismo con el gobierno nacional. Y entonces, sin que nadie organice, casi como en un acto místico, todos se ponen de acuerdo y las cacerolas resuenan al mismo son. ¿Qué pasa después? ¿Con qué se hace frente a lo dado? ¿Cómo sigue la historia? Tal cuestión es un dato menor para quien cree que la espontaneidad por sí misma es condición suficiente para la praxis política.

Ahora bien, la idea de espontaneidad en el caso del cacerolazo que se convoca para el 8N no surge de espontaneidad alguna. Tienen un propósito: ocultar los verdaderos objetivos políticos que se esconden detrás de la convocatoria. Lo que quienes se ocultan tras el rizomático espejismo del hipervínculo deben ocultar es su propia acción política desde arriba. Es como en el caso del ladrón que juzga según su condición. Saben que ellos mismos caen en una lógica en la que la política se hace desde una posición jerárquica por fuera.

La lógica de funcionamiento en la red, la fuerza del hipervínculo y la estructura rizomática del medio, esa aparente ausencia de jerarquías, estimula la imaginación y hace creer que nadie está por detrás de la matriz mediática. Entonces, la cosa es funcional a quienes actúan como reproductores acríticos del mensaje. Desde una liviandad y falta de compromiso, sentados tras las máquinas como abstraídos de sí, los sujetos enajenados repiten como loros barbaridades de todo pelaje creyendo que lo hacen espontáneamente.

Este escriba no va a negar que exista una política domesticadora y pastoral, genéricamente hablando, en la que un desde el poder se arrea al ciudadano. El tema es que precisamente esa es la forma de hacer política que hacen quienes arengan tras los multimedios y esa es la forma de hacer política que está negando (en sentido dialéctico) la praxis propia de quienes se han comprometido con el proyecto nacional y popular.

Es interesante analizar el modo en el que se utiliza la herramienta tecnológica en uno y otro caso, cómo y desde dónde se construyen los significados. Dejo al lector la inquietud de ver las diferencias entre un mensaje que se articula desde un pequeño número de sitios y es replicado asépticamente en red por sujetos con escasa hora de vuelo en el barro de la historia signados por sus poco razonadas o analizadas impresiones de la situación y el que se construye en un diálogo dialéctico con la realidad histórica que trascienden lo particular.

Porque además del grupo de individuos aislados que en el colectivo conforman la masa de repiqueteadores caceroludos enajenados en la danza mística del toc toc, en la Argentina hay un colectivo de sujetos comprometidos creando una nueva cultura homogeneizadora, intentando convencer a los ciudadanos acerca de la importancia de las políticas que tienden al bien común y a transformar las condiciones estructurales para ir hacia una sociedad más justa. Y el sujeto en este colectivo es el sujeto de la praxis, el que no absorbe acríticamente un producto predigerido sino que se siente y es partícipe activo en la construcción del proyecto colectivo.

Y frente a eso, no hay espontaneidad hipervinculada que haga mella.





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