Maximiliano Basilio
Cladakis
La derecha mata. Es así. Es una verdad incuestionable. Una de las
pocas, quizá. Matan sus políticas. Matan sus golpistas. Matan sus
manifestantes. De la cacerola a Videla sólo hay una diferencia de grado. En
Venezuela, la misma estirpe gorila, apátrida, genocida, mató a siete de los
nuestros. Siempre los muertos son nuestros, en manos de Videla, o en manos de
sus “democráticos” manifestantes. ¿Tienen derecho a expresar su descontento?
Sí, claro. Se los garantizamos nosotros, los únicos democráticos ¿Tenemos que
ser autocríticos? Sí, por supuesto ¿Faltan cosas por hacer? Obviamente. Pero lo
que falta por hacer no tiene nada que ver con los reclamos de esa gente, de la
"gente”, la “única gente” según ellos. Lo que nos falta por hacer no es
ceder a las corporaciones, ni a las presiones del mercado, ni volver a los ´90.
Lo que nos falta por hacer es seguir extendiendo derechos, que es a lo que las
cacerolas se oponen ¿Es fuerte lo que digo? Puede ser. Pero al lado de 7
muertos no es nada. Muchos de los presentes en el miserable acto de ayer
levantaron la bandera de Capriles y de sus manifestantes. Levantaron la bandera
de los asesinos de 7 compañeros. Ellos tienen su derecho a la cacerola. Pero
nosotros tenemos el derecho de criticarlos y a repudiarlos. 7 muertos. La
canallada cipaya es la misma en toda América Latina, defensora de privilegios y
con tendencias necrófilas. 30000 desaparecidos, 7 muertos, la imagen de una
Presidenta ahorcada, 400 muertos por las bombas en plazo de mayo. Sólo
diferencia de grados. El odio gorila es el mismo. Ellos tienen sus derechos,
pero entre ellos y nosotros hay un abismo infranqueable: nosotros predicamos la
vida, ellos la muerte. Y no sólo la predican, sino que la ejecutan.
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