Por José Antonio Gómez Di Vincenzo
Lo que sigue fue escrito por aquellos días,
cuando el Pro nos asombraba con la noticia de que el papanatas de Miguel Del
Sel iba por la gobernación de la provincia de Santa Fe. Parece lejano, parece
una gran burla del destino. Hoy, nos damos de bruces con la realidad: ¡El tipo
que casi gana una gobernación de provincia es un troglodita!
El impetuoso final de este escrito, que viene después
de lo que pretende ser una rigurosa reflexión, se confirma. Después de los
agravios y de las excusas y explicaciones que dejan que desear… ¿Qué se hace
con esto? ¿Quién se hace cargo de esto?
A este escriba de vacaciones le cuesta arrancar.
Las circunstancias, no obstante, lo obligan a sentarse a la computadora para
escribir algo. Pero de vacaciones al fin prioriza el descanso por lo que decide
acudir al viejo y famoso refrito.
Dejo aquel viejo escrito a consideración del
lector. Volveré sobre el tema cuando pueda salir del asombro y el espanto,
cuando pueda aquietar mi mente y volver a la calma para no caer yo también en
el exabrupto. Por ahora, rescato eso que escribí casi proféticamente bajo el
título “Sel o no sel”:
“Un espectro se cierne sobre la Argentina: el
espectro de la boludez” (Yo, cronista impostor, parafraseando al gran Marx)
Zhuo Jun es, sin lugar a dudas, el tipo más
paciente y parsimonioso que este cronista conoce. Llegado de China hace ya más
de tres décadas, Zhuo consiguió abrirse paso en la jungla occidental gracias a
su sapiencia del arte de la acupuntura. He visto tipos entrar doblados a su
consultorio y salir estilizados. Pero además, mi oriental amigo era todo un
filósofo lleno de sapientísimos conocimientos con el cual cualquier charla
podía extenderse por horas.
Fui a visitar a Zhuo con una tonta excusa,
preguntarle acerca del cuidado de las horquideas, y con la clara intención de
perderme en otra fantástica charla de horas sobre cualquier cosa. Mi amigo es
un excelente narrador de historias y un implacable analista de la realidad
social, dos cualidades fantásticas que ya traía de su país natal pero que fue
explotando y perfeccionando cada vez más gracias a su fluido contacto con mundo
porteño.
Llegué a las tres y encontré que mi querido
amigo se devanaba los sesos por comprender los principios de la lógica formal
antes de introducirse de lleno en el estudio de la lógica proposicional vaya a
saber con qué objeto. Por allí un texto, creo que era el Gamut, por allá un
módulo de ejercicios, el manual de una cátedra de Pensamiento Científico del
CBC de la UBA, todo mezclado con un diario en el que había subrayado y escrito
un conjunto de anotaciones sobre un artículo acerca de la candidatura de Miguel
Del Sel a Gobernador de Santa Fe más papeles hechos un bollo y tirados por
todas partes.
Caí justo, según dijo, para la explicación.
Maldije el momento en un lunfardo feroz que él puede entender. No iba a visitar
a ningún amigo para seguir enajenado con la epistemología. Aceptó el reproche y
prometió dejarlo todo para otro momento no sin antes contarme lo que le pasaba.
¡Qué admiración me despierta este tipo! Se había
puesto a retomar la lógica porque tenía una serie de problemas filosóficos que
demandaban, según su punto de vista, el conocimiento fino del cálculo y demás
cuestiones. Como sea ahí estaba con la lógica del CBC o algo similar. Me contó
que se confunde una y otra vez porque no puede entender los principios de
identidad, no contradicción y tercero excluido algo que va tan en contra de su
antiquísima y riquísima cultura en la que la cosa pasa por el yin y yang por la
lucha de los opuestos. En efecto, la dualidad Yin y Yang describe las dos
fuerzas opuestas y complementarias, que se encuentran en todas las cosas según
la cultura oriental. Cada cosa o pensamiento posee un complemento del que
depende para su existencia y que a su vez existe dentro de él mismo. De que no
exista la quietud y todo este en continua transformación. Las decisiones que
parten de análisis que paralizan todo, que parten de cuestiones sincrónicas,
son difíciles de comprender para alguien tan imbuido de esta cultura.
Desde la mirada de Zhuo lo que existe, existe en
permanente cambio y devenir, cambio signado por la lucha de los opuestos. Esto
de que si algo pasa entonces pasa otra cosa, la causalidad occidental de
antecedente y consecuente, lineal y férrea, siempre funcional a una conciencia
calculadora e instrumental; todo esto, digo, quedaba lejos del horizonte
cultural de mi amigo a pesar de su eximia capacidad por comprender al argentino
medio y relacionarse con él. Zhuo quería abordar un problema con herramientas
lógicas formales. El supuesto implícito era que ellas permitirían una mejor
comprensión de la cosa.
Zhuo había caído en la cuenta de por qué le
costaba tanto comprender el artículo sobre la designación de Del Sel dentro del
Pro para competir por la gobernación de Santa Fe. Le faltaba dominar la lógica
y los principios, no podía comprender el pensamiento calculador occidental.
Concretamente, no comprendía por qué si Del Sel quería lanzarse a gobernador
tenía que indemnizar a sus ex compañeros artistas del grupo Midachi ni nada
relacionado con los argumentos que este tipo daba en el diario y en la tele
acerca de por qué ser gobernador o cómo serlo. En sus propias palabras y medio
en chiste, medio en serio, Zhuo Jun decía: “Este personaje me está volviendo
chino”.
Le expliqué a mi amigo cuál era mi posición al
respecto. Le dije que hasta para un epistemólogo formado en la filosofía
analítica es difícil entender a estos personajes si lo que se pretende es
seguirles la lógica por separado del contexto que los nutre y les da vida.
Señalé a mi amigo lo loco que era esto de que pensara que con la lógica podría
comprender las decisiones de Del Sel, porque esa era una forma muy occidental
de proceder. Sus treinta y pico de años aquí lo habían comenzado a impregnar de
occidentalismo (para mal o para bien, no lo sé). Le subrayé el hecho de que
entrar en la mente de Macri y Del Sel implicaba correrse de la lógica, de nuestra
lógica y penetrar en los nubosos paisajes del sentido común más ramplón y
calculador. Le expliqué que la concepción que el Pro tiene de la política no es
la del compromiso por un futuro mejor, por cambiar el mundo desde una praxis
transformadora y cuestionadora de lo dado sino más bien una política que
naturaliza y reproduce el statu quo basada en que los problemas se resuelven
aplicando una técnica y que los diagnósticos surgen de buenos estudios de
mercado y que convencer es aplicar una buena estrategia de marketing, la
empresa y sus clientes y no praxis y compañeros ciudadanos.
Zhuo agradeció pero manifestó su intención de
seguir tratando de comprender este hecho puntual de la política contemporánea y
la política en general, una materia para él aun pendiente, una cuestión que
había recobrado interés para él y su familia durante estos últimos meses.
Me fui muy tarde a la noche después de haber
cenado con Zhuo y familia, después de haber charlado de muchas e interesantes
cosas. Al día siguiente, por la tarde, me llegó un mail con una serie de notas
que reflejan su parecer acerca del tema Del Sel y que reproduzco a
continuación:
Amigo: aquí mando conclusiones. Quedé trabajando
hasta cuatro de la madrugada leyendo artículos periodísticos viendo videos por
internet. Tiré lógica a la basura. Verdad lo que dijo. No sirve. Es más fácil.
Es pensar sin sentido profundo es pensar como para ir a comprar al mercado. El
Midachi no tiene la gracia de los mariachis. No entende tatuajes. Cree que
formar un gabinete es igual que formar un equipo de futbol. Idea de los buenos
técnicos que rodean como hablamos. Todo lo del Pro es, como dicen acá los
argentinos, berreta. Es peor de lo que decía usted anoche. Es eso de técnica en
vez de política, es puro marketing. Es poner a alguien famoso para junta votos,
alguien con quien se pueda identificar el pobre que quiere más pero que no
entiende que para más se requiere una acción colectiva, una política
transformadora. Fuera un chimpancé es lo mismo. ¿Qué queda de aquello de que el
proletariado hará la revolución al adquirir consciencia de la necesidad de dar
lucha contra el sistema? Duda: Si gente no piensa… ¿No tendrán posibilidades?
Sel o no sel…
Algo aprendí. JAJAJAJAJAJA!!!!!!
Fin del viejo escrito vuelvo al presente.
Del Sel ya se había mostrado como troglodita
hace años. Troglodita cómico, troglodita político, sujeto troglodita. El rol
que desempeñe no hace más o menos terrible su condición. Ahora bien, una
cuestión atrajo la atención de los medios y produjo la reacción de un conjunto
de personajes para bien o para mal: la cosa ética, lo que tiene que ver con los
valores y el respeto de la investidura presidencial. Bien. Importante notarlo.
El troglodita, además de serlo, es un irrespetuoso. Sus laderos quisieron
quedar bien con dios y con el diablo, dieron cuenta de su desubicación pero
trataron de rescatarlo con excusas torpes.
Sin embargo, hay algo más. Tiene que ver con la
razón, pero también con la cosmovisión. La cosa moral no hace más que traducir
una posición, un modo de percibir las cosas y pensar en cómo se complementan o
relacionan en el mundo natural y social. En el Midachi, no hay solamente una
falta de cintura política, no hay sólo un problema a nivel profesional. Del Sel
es un representante de lo peor de la derecha local. Y últimamente, lo más
retrógrado de la derecha autóctona aparece en escena untada con el barniz y el
oropel del espectáculo.
Bueno sería comenzar a reflexionar acerca del
papel que juegan estos personajes en la industria del entretenimiento, bueno
sería comenzar a asumir posiciones críticas respecto a los contenidos que
proponen estos aparentemente ingenuos, inocentes artistas apolíticos, más bien
negadores de la política o como se da en el caso de nuestro personaje,
militante de un partido que hace de la política puro marketing y tecnocracia.
En los noventa pululaban los famosos (del
espectáculo, del jet set, también empresarios) que se adentraban en el campo de
la política por la vidriera del menemato. Un conjunto de personajes abrevaron
en las aguas del neoliberalismo e iniciaron las páginas de una nueva filosofía
política: la de Sel un troglodita o al menos parecerse un nabo y pasar
desapercibido por quienes en el fondo no pueden sentarse a pensar dos minutos
para encontrar que tras el oropel y los focos luminosos se esconde un sujeto de
poca monta.
Una foca de circo, un patán títere cuyos hilos
mueve el poder de la corporación no puede más que caer en la chabacanería y la
estupidez. Enajenado en la lógica del mercado mediático, sus propuestas vacías
de contenido esconden la voluntad de volver a un pasado más afín a los
intereses de sus titiriteros.
Por suerte, la política es otra cosa.
Afortunadamente, la filosofía de Sel un troglodita tiene como interlocutora
crítica a otra forma de comprender el compromiso con el todo social y buena
parte de la juventud resuena en una praxis densa que se aleja de la
superficialidad y la cosa fácil y por supuesto, no le falta el respeto a nadie.
Y mientras, la derecha tiene a un Del Sel como
exponente crece mi esperanza de que crezca el poder de quienes quieren ir hacia
una sociedad donde impere la plena igualdad.
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