José Antonio Gómez Di Vincenzo
Exijo solidaridad del Estado en las pérdidas y procuro
diluirlo en la ganancia (sobre todo si se trata de mi ganancia); soy progre
porque tengo un amigo boliviano pero me ofusca que las minorías étnicas sean
beneficiarias de planes y se le reconozcan sus derechos; me encanta la libertad
siempre y cuando no se horaden las bases materiales que sostienen mi estatus;
me gusta la democracia siempre y cuando quien gane elecciones y gobierne sea
aquél que represente mis ideales (me haga seguir ganando guita, aumentar mi - y
sólo mi- consumo y la posibilidad de diferenciarme socialmente), cualquier otra
cosa es una dictadura populista; respeto a la mujer siempre que no me haga
sentir un pelotudo ignorante, siempre y cuando no tenga poder, siempre y cuando
me cocine y se deje garchar; me alucina sentir que la guita me la gané por
mérito propio, por ser diferente, tocado por una barita mágica, por ser portador
de una moral férrea, que rescata los valores del trabajo y el esfuerzo que son
propios de la cultura blanca y me fortalece sentir que eso me diferencia de los
cabeza vagos que pretenden vivir del Estado (que en realidad es el principal
chorro que vive desangrando el producto de mi esfuerzo y capacidad); me encanta
decir lo primero que se me viene a la cabeza porque eso es libertad, por eso me
diferencio de todos esos militantes cooptados de La Cámpora , Evita y todos
esos energúmenos chantas que adoctrinados penetran las mentes de tantos libres
y no quieren otra cosa que conseguir un puestito para seguir robándome el fruto
de mi laburo; defiendo la libertad del periodismo de decir todo lo que opino
(alguien tiene que decirlo, alguien tiene que representarme); defiendo la moral
cristiana y si alguien dice que algo anda mal con ella en los ámbitos donde
ella vive, es glorificada, interpretada y defendida entonces hago como que no
pasa nada porque decir, pronunciar, elevarse al plano de las ideas y repetir como
loro es más importante que hacer; soy de los solidarios que dan al pobre para
que sobreviva como pobre dignamente; soy un patriota sin igual, defiendo mi
patria y la de aquellos que piensan como yo contra ideas foráneas y el enemigo
interno. Y me amparo en los valores democráticos aún cuando estoy dispuesto a
violarlos sistemáticamente.
Soy uno como cualquiera, soy un ciudadano más, soy único e
irrepetible, soy el uno, el hombre mediocre, el enajenado, el medio pelo, el
analfabeto político, el sujeto interpretado, el que se las sabe todas, el que
deja que la historia pase, el que se conforma con llenarse de boludeces para
enrostrarle al otro que soy en la medida que consumo, soy el que cree que mi
trinar de cacerola logrará cambiar el mundo (que por supuesto es mi y sólo mi
mundo) y liberarme de la opresión de esta clase de chantas totalitarios,
demagogos y populistas dispuestos a hacer que toda la negrada (incluida mi
sirvienta) se den tono haciendo y consumiendo bienes que deben estar y de hecho
por eso están sólo al alcance y poder de goce de gente como uno (acá no hay
distinción posible entre deber y ser – es una cuestión filosófica en la que me
puedo cagar porque se trata de las mentiras propias de los intelectuales
amanerados que también sirven de exegetas del régimen para vivir de mí).
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