José Gómez Di Vincenzo
¿Cómo se comprende esa masa amorfa que hace trinar cacerolas en la Plaza? ¿Es posible? ¿Qué es ese colectivo? ¿Cuál es su estatus? ¿Cómo se constituye? ¿Se autoconstituye o es constituido, construido?
Allí no hay un nosotros… Sólo un conjunto de individuos confluyendo en el espacio para rezongar.
Lo que los aúna es el modo de expresar su disconformidad (el golpe a la cacerola) y el sentimiento (n
inguna razón) de que todo está mal cuando para cada uno de ellos está todo mal.
No hay proyecto común, no hay significados compartidos, sólo una pluralidad de intereses individuales.
Es una masa de una pluralidad de otros. Otros que están juntados haciendo lo mismo pero sin compartir ningún proyecto común que trascienda el acontecimiento, que sobrepase el instante de expresar histéricamente el descontento por una serie de medidas que horadan la capacidad de distinción. Y eso, en el mejor de los casos.
Seguridad, dólar blue, 15% más si compro con tarjeta en el exterior, etc. Rezongo, lamento. ¿Proyectos? Nada.
Como decíamos en el barrio: “a llorar a la iglesia”.
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