“A la
fuerza brutal de la Antipatria, opondremos la fuerza popular organizada”
Eva
Perón
Maximiliano
Basilio Cladakis
Los últimos tiempos han puesto de manifiesto
algo que sabíamos que iba a pasar: el establishment no iba a cejar en su
objetivo de recuperar parte del poder (sobre todo el simbólico y el político)
perdido a lo largo de estos últimos nueve años. Por el contrario, los sectores de
privilegio y sus aliados (voluntarios e involuntarios) han lanzado una serie de
embestidas que tienen por finalidad generar un clima de inestabilidad que
debilite al Gobierno Nacional y que difunda el espectro de un caos que
inminentemente podría irrumpir en la Argentina.
Los intentos de “corridas” del dólar y la emergencia del
mercado negro a un primer plano (legitimada por los medios hegemónicos a partir
de clasificaciones como “paralelo” o “blue”),
los minoritarios cacerolazos y las agresiones a periodistas por parte de
manifestantes de Recoleta, Barrio Norte y Belgrano, el intento de toma de la
legislación bonaerense por parte de las patronales rurales y los consiguientes lock out, son expresiones de estas embestidas, a las
que podrían sumarse los paros patrocinados por Moyano padre y Moyano hijo,
principalmente en el transporte de caudales, y sus amenazas fácticas acerca de
la ausencia de pesos en los cajeros (cuestión que toca fibras profundas en la
memoria colectiva donde resuenan los terribles días de finales del 2001).
Huida de divisas, desabastecimiento, violencia
y protestas sociales, articuladas por un relato mediático que los homogeniza en
la idea de que la Argentina
se encuentra a un paso del abismo y de que la voluntad popular que se expresó
en el cincuenta y cuatro por ciento de las últimas elecciones cometió un gran
error, se dan en un contexto que se abre sobre dos dimensiones que indican, por
un lado, el peligro que implican, por otro, cual es el objeto de sus ataques.
Con respecto al primero, es sabido que el mundo se encuentra atravesando la
crisis económica (que es también, y quizás sobre todo, una crisis política y una
crisis cultural) más grande de las últimas décadas. Las antiguas potencias
occidentales se ven frente a una situación que, hasta hace no más de diez años
atrás, sólo era pensable que se dieran (como se dieron) en los países
“subdesarrollados”. Efectivamente, la forma hegemónica de comprender al
capitalismo durante los últimos treinta años se encuentra en una crisis que,
tal vez, sea terminal. Si bien el epicentro de dicha crisis no es Argentina ni
América Latina, la globalización hace que la crisis de los países “centrales”
pueda tener serias repercusiones sobre los nuestros. En este contexto, las
embestidas del establishment, generan que esa posibilidad se encuentra más
cercana a su realización.
En lo concerniente a lo segundo, el contexto
nacional se encuentra atravesado por una serie de transformaciones profundas en
donde el Gobierno Nacional ha tenido un rol protagónico. En los últimos meses,
pues, varios acontecimientos, desde el fallo de la Corte Suprema que dispone como
fecha límite el 7 de diciembre para la total adecuación del Grupo Clarín al
artículo 161 de la Ley
de Servicios audiovisuales a la renacionalización de YPF, indican la profundización de los cambios
llevados a cabo en nuestro país desde 2003. Argentina se está convirtiendo en
un país más justo, más democrático y más equitativo, en donde el Estado ya no
es el garante de privilegios minoritarios, sino que es el garante del interés
general. Precisamente, los grupos de poder concentrados y sus aliados (por
derecha y por izquierda, incluso sindicales) llevan a cabo sus embestidas
contra esto. Una sociedad más democrática, más justa y equitativa
necesariamente hiere sus privilegios. Y, si bien siguen ostentando el poder
económico, ven perder terreno en el campo de lo político y de lo simbólico.
Frente a dichas embestidas, el kirchnerismo
tiene una doble necesidad: defender lo logrado hasta el momento a la vez que
profundizar el camino tomado a partir de 2003. En este sentido, defensa y
profundización son términos complementarios que se implican mutuamente. Cuando la Presidenta lanzó el
plan de viviendas realizó al mismo tiempo una defensa y una profundización del
Proyecto. En la historia, pues, se avanza o se retrocede. En este aspecto, la
militancia del campo nacional-popular debe, mejor dicho “debemos”, tener bien
presente el momento crucial en que nos encontramos. Se vuelve decisivo defender
y profundizar el Proyecto en cada situación que nos encontremos. En este
sentido, es vital articular esfuerzos, objetivos, tener una concepción orgánica y,
sobre todo, llevar a cabo acciones orgánicas. Lo que está en riesgo es mucho, y
quienes están “en frente” representan a las fuerzas más nefastas de nuestra
historia. Así como nosotros “vamos por todo”, ellos también vendrán por todo,
si caemos.
En Conducción
política Perón hablaba de la necesidad de la unidad de acción y de la
necesidad de la unidad de concepción. Dicha necesidad se encuentra hoy
presente. Debemos reducir al mínimo los errores, no caer en discusiones banales, redoblar los esfuerzos en cada ámbito, no
caer en las provocaciones, seguir orgánicamente los lineamentos de nuestra conducción
, operar como partes constituyentes de un todo, es decir, llevar a cabo el lema que fue leitmotiv del multitudinario acto en Vélez,
debemos estar, pues, “unidos y organizados”.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario