Edgardo Pablo Bergna
Maximiliano Basilio Cladakis
Tanto la elección del candidato a la vicepresidencia de la Nación como la elección del candidato a la vicegobernación de la Provincia de Buenos Aires por parte del Frente para la Victoria puede leerse como una señal del cumplimiento de la anunciada profundización del modelo en caso que Cristina Fernández de Kirchner sea reelecta. En efecto, Boudou y Mariotto representan dos instancias fundamentales dentro del proceso de transformación llevado a cabo por el kirchnerismo en los últimos años. Por un lado, el campo de la economía. Por otro, el de la comunicación.
Con respecto al actual Ministro de Economía, la misma Presidenta dijo que fue este quien le propuso la que fuera, según sus propias palabras, la medida económica más importante tomada durante su gobierno: la reestatización de los fondos jubilatorios. Esta medida permitió, entre otras cosas, el sostenimiento del crecimiento económico durante la crisis internacional más grande de los últimos setenta años y la implementación de la política de inclusión social más radical de América Latina, es decir, la Asignación Universal por Hijo. Además, desde su llegada al Ministerio de Economía, Boudou se ha involucrado de manera firme y decidida en cuestiones tales como el conflicto del Banco Central y la de la presencia del Estado en la toma de decisiones de Papel Prensa, lo cual lo ubica en una situación antitética a la tradición liberal (y neoliberal) de los habituales ministros de dicha cartera.
En lo concerniente a Mariotto, él fue uno de los principales militantes y una de las caras más visibles en la articulación de la nueva Ley de Servicios Audiovisuales. Actualmente, como titular de la Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisuales, su trabajo por la democratización de los medios de comunicación, lo hace ser, por un lado, un referente para todos aquellos que concebimos el acceso a la palabra y a la información como un derecho inalienable de todos los ciudadanos; por otro lado, y por las mismas razones, es blanco de ataques de los oligopolios multimediáticos.
Boudou y Mariotto convergen, por tanto, en el hecho de identificarse con la faceta más transformadora del kirchnerismo, o, si se quiere, con aquello que a veces suele denominarse “kirchnerismo puro”. Por este motivo, ni uno el otro, cuentan con el beneplácito del establishment. Pues, si bien, unos párrafos atrás hicimos mención a dos campos, es decir, economía y comunicación, no se trata realmente de esferas separadas. Por el contrario, la relación entre medios de comunicación y poder económico constituyen un entramado de intereses que se consustancializan en un mismo campo de acción, tanto política como ideológica.
Precisamente, cuando hablamos de establishment nos referimos al bloque social representado por dicho entramado: grupos financieros transnacionales, oligarquías terratenientes nacionales, oligopolios mediáticos y sectores de la alta burguesía industrial que convergen en una misma praxis y en un mismo discurso. Una prueba de ello es la forma en que la mencionada medida de reestatización de los fondos jubilatorios, mereció el repudio tanto del Grupo Clarín como de la Mesa de Enlace. De la misma manera, la Ley de Servicios Audiovisuales de la Democracia no contó tan sólo con el rechazo de los oligopolios multimediáticos, sino también con otros sectores del poder económico. Esta solidaridad entre sectores, sin embargo, no se trata simplemente de una solidaridad ideológico-consuetudinaria, sino que subyace, también, una asociación de intereses económicos concretos. En el caso del Grupo Clarín, además de los medios de comunicación, poseía acciones en la ya extintas AFJP y posee aún hoy acciones en el predio de la Exposición Rural, además del hecho de que Monsanto es una de las principales patrocinadoras de TN, canal de cable emblemático del Grupo.
No es casual, entonces, que los que podrían ser definidos como los grandes logros del proyecto político iniciado en 2003 se hayan obtenido a partir del enfrentamiento con estos sectores de poder. Como suele decirse, tal vez unas de las características esenciales del kirchnerismo haya sido el hecho de comprender la política como conflicto. En efecto, todo proyecto político que tenga como objetivo la consolidación de una sociedad más justa y democrática debe entrar en conflicto con el establishment. No hace falta ser marxista para saber que las sociedades contemporáneas se encuentran atravesadas por antagonismos irreductibles, por lo que tomar partido por las causas de las mayorías y de los sectores vulnerables de la población (como la ha hecho el kirchnerismo) implica necesariamente confrontar con los poderes fácticos.
En este sentido, las candidaturas de Boudou y de Mariotto contrastan radicalmente con las que la oposición ha presentado en estos días. La Coalición Cívica llevando entre sus listas a Llambias como candidato a diputado, la Unión Cívica Radical a González Fraga como candidato a Vicepresidente y a Silvina Giudici como candidata a Jefa de Gobierno de la CABA dejan bien en claro el proyecto de país que proponen. Mientras el kirchnerismo avanza en el camino de la redistribución del ingreso y de la palabra, la oposición consensua con el establishment, lo que no quiere decir otra cosa, que subordinarse a él.
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