Edgardo Bergna
Maximiliano Cladakis
Es
un error pensar que el “modelo” económico implementado en la
Argentina por la Alianza Cambiemos se encuentra en crisis. La crisis
es lo que se encuentran atravesando miles de argentinos. La primera
definición de “crisis” que da el DRAE es la siguiente: “cambio
profundo y de consecuencias importantes en un proceso o situación, o
en la manera en que estos son apreciados”. El deterioro económico,
educativo, sanitario y cultural de amplios sectores de la población
son consecuencias del “modelo” . El “modelo” no está en
crisis, son las personas concretas, de carne y hueso, las que lo
están a causa del “modelo”.
Precisamente, la idea de “modelo”
(no en el sentido griego de paradeigma,
sino en el sentido dado por los economistas) es la de un sistema de
formulaciones abstractas que deben
(en el sentido de “deber moral”) ser aplicadas al mundo
histórico-concreto. La economía liberal comprende la implementación
del “modelo” como finalidad, no como medio. El “exito”
depende, por tanto, de que el “modelo” se implemente, no de las
consecuencias que este puede conllevar en el mundo de la vida. El
“modelo” se transfigura en la verdad primera y en el fundamento
de las distintas acciones políticas. Los números son lo que importa
ya que el “modelo” se encuentra constituido por números.
La
transfiguración de la economía a la idea de formulación y
aplicación de modelos es un exponente claro del proceso de
matematización del mundo llevado a cabo por la modernidad y
exacerbado por el capitalismo neoliberal posmoderno. El mundo se
disuelve en una serie de formulaciones matemáticas que sólo un
grupo de expertos puede entender. Se produce una inversión de orden
ontológico con respecto a la verdad del mundo. El mundo verdadero no
es el mundo en el que vivimos, el mundo verdadero es el mundo de las
formulaciones matemáticas. No importa que se extiendan o cercenen
derechos sino que el “modelo” y sus formulaciones sean aplicadas
ya que el modelo es la verdad,
una verdad que, de manera casi mística, sólo conocen técnicos y
especialistas.
La
idea contrapuesta a la de “modelo” es la de “proyecto”. El
proyecto se va haciendo, no es un sistema cerrado pensado en
laboratorios y usinas ideológicas. Durante doce años, existió en
la Argentina un proyecto comunitario que se fue realizando a sí
mismo a partir de decisiones que se desplegaron entre medio de las
contingencias de la coyuntura nacional e internacional. Sin lugar a
dudas, también existieron formulaciones económico-matemáticas
pero estas tuvieron un sentido instrumental, fueron medios para un
fin y no un fin en sí mismo. El reconocimiento de derechos
realizado desde el 2003 hasta el 2015 no fue magia, sino que fue
trabajo comunitario y toma de decisiones, hubo que emplear ciertos
instrumentos para enfrentar ciertas situaciones y otros instrumentos
para enfrentar otras situaciones.
Para salir de la crisis en la que,
durante los últimos tiempos, han caído amplios sectores de nuestra
población es necesaria, por tanto, la institución de un proyecto
político que se oponga al actual modelo. No se trata, pues, de
enfrentar un modelo a otro, sino de contraponer un proyecto que tenga
por finalidad la extensión de derechos para toda la población a un
modelo que, lejos de estar en crisis, se impone por sobre los seres
humanos concretos cercenando derechos individuales y sociales con tal
de ser aplicado.