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Maximiliano Cladakis-Edgardo Bergna editores. Organo de opinión política de Atenea Buenos Aires. Radio Atenea y Agora Buenos Aires

Escriben: Leandro Pena Voogt-

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lunes, 12 de febrero de 2018

Reconocimiento y moral

opinión. Agora...a diario 12/02/2018



Maximiliano Basilio Cladakis

Una de las sentencias más reconocidas de Evita es aquella que afirma que “donde existe una necesidad nace un derecho”. Se trata de una formulación imperativa donde se articulan en la misma proclama un profundo sentido acerca de la ética, de la política y de la moral. “Necesidad” y “derecho” emergen, pues, como pliegues de un deber ser que interpela a las profundas sedimentaciones de nuestra existencia cultural. La necesidad hace acontecer al derecho que debe satisfacerla y, en tanto sujetos comprometidos en un mundo, nos mueve a reconocer y a realizar ese derecho.

En esa sentencia, los núcleos más arcaicos de nuestra cultura se despliegan en un entramado donde lo personal y lo público se entrelazan de manera tal que no es posible distinguir los límites entre un ámbito y otro. La necesidad padecida por el otro nos urge a reconocer en él un derecho. Se trata de una urgencia moral. Sin embargo, esa urgencia moral, al devenir acción concreta, se transfigura en política. De lo subjetivo a los intersubjetivo y de lo intersubjetivo a lo subjetivo: es una relación de ida y vuelta, dialéctica, en la cual lo personal y lo público se hacen de manera recíproca.

La moral, concebida desde una perspectiva subjetiva del deber ser cuyas máximas reconocemos casi universalmente (“no tomar al otro como medio”, “amar a los otros como a nosotros mismos”, la parábola del Buen Samaritano, etc.), se realiza cuando se despliega en acciones concretas, La moral auténtica, por lo tanto, es la que acontece en relaciones intersubjetivas, en la comunidad, en la polis. En ese sentido, hay un lazo ineludible entre moral y política. La prerrogativa kantiana acerca de considerar al otro como un fin en sí mismo, por ejemplo, se realiza cuando se reconoce de manera efectiva los derechos simbólicos y materiales de ese otro. Y esto último hace a la política, a la cosa pública.

El acto de reconocer derechos (y su correlato que es la satisfacción de una necesidad) se presenta como acción moral que, en un mundo atravesado por la injusticia, instituye algo semejante a la justicia. La acción política, por lo tanto, es una acción moral cuando se trata de un acto de equidad que, en medio de la desigualdad reinante, reconoce derechos no reconocidos por los sectores más vulnerados de una sociedad. Es una acción que tiende a una igualación (siempre imperfecta) sobre las condiciones de posibilidad existenciales de toda la sociedad.

Sin embargo, esto no es lo que ocurre en los gobiernos de derechas que hoy rigen los destinos de innumerables naciones (incluida, por supuesto, la nuestra). Ocurre más bien lo contrario: cada acto de gobierno tiende no sólo al no reconocimiento de derechos no instituidos, sino al cercenamiento de derechos ya instituidos. En este sentido, no es una hipérbole decir que los gobiernos de derecha, y la derecha en general, llevan a cabo acciones inmorales.

Incluso, si, como dice Sartre, uno es lo que hace, puede decirse qu
e se trata directamente de gobiernos inmorales.



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