A
partir del 10 de diciembre, los argentinos han elegido, en democracia y por muy
escaso margen, a un nuevo gobierno.
Entre los vencedores, ni el Pro, ni los
radicales ni la CC pueden sentirse dueños del 51% de los votos conseguidos ya
que se lograron a partir de un rejunte de partidos conservadores.
En cambio los momentáneos perdedores el FPV, sí
puede atribuirse el 48,6 % de los votos restantes, ya que cuenta con una
estructura a nivel nacional que los representan de manera unívoca.
El
futuro gobierno se define, de modo mendaz, como de centroderecha, un eufemismo
para ocultar su verdadera ideología que, a todas luces, responde al conservadurismo en boga en las potencias
occidentales que hoy tejen y destejen la urdimbre de las injusticias y las miserias humanas.
El
futuro presidente, que carga sobre sí con dos procesos judiciales pendientes,
ha conformado su futuro gabinete, con mayoría de empresarios y banqueros de
conocida inserción neoliberal, algunos de los cuales ya han hecho de las suyas
en beneficio de los bancos y corporaciones a los que respondían, lo que nos
permite sospechar del escaso grado de sensibilidad social que puedan volcar en
las carteras a sus cargos.
En
cuanto al consenso internacional, Argentina cambiara sin duda de amigos,
aquellos países con los que compartíamos programas de crecimiento con inserción
social, dentro y fuera de Latinoamérica,
no serán bien vistos por el futuro gobierno.
En cambio contaremos con el beneplácito de
países colonialistas, incluyendo al Reino Unido (hoy dispuesto al parecer) a
conversar con Macri sobre las Malvinas, los Estados Unidos que no cejan con su
proyecto imperial de disponer a ultranza de América latina como si fuera su patio trasero, la Unión
Europea, las monarquías corruptas y sanguinarias de la península arábica (*) y
el ultraconservador gobierno israelí que
ha logrado, (con el palmario apoyo de los anteriormente nombrados, incluyendo
los vetos de EEUU a las permanentes condenas de la ONU a la política expansionista
Israelí) lograr que el pueblo palestino sea invisible a los ojos de un universo
medroso y sometido.
Hablando
de sustentos no podemos dejar de mencionar a la prensa hegemónica (Clarín, La Nación,
etc.) siempre dispuesta a favorecer a los gobiernos que se sometan al a sus
propios intereses y al poder de las corporaciones internacionales.
También
a contribuido a plasmar ese 51% de opiniones y seguramente no de manera
gratuita, nuestra despoblada Corte Suprema, que capitaneada y digitada por Lorenzetti,
se apresura en emitir sentencias que caen como anillo al dedo a los
requerimientos del Pro y de su economía de libre mercado.
Pasaremos,
sin duda, a ser clientes del FMI, ávido de colocar sus excedentes a cambio de
la aceptación de sus recetas de ajustes sociales, que socavarán por mucho
tiempo la soberanía y la autodeterminación de sus deudores.
Los transitorios
perdedores asumiremos el compromiso de resistir en la defensa de tantos beneficios
sociales, adquiridos durante los últimos doce años de gobierno kirchnerista,
(en los que no dejamos de reconocer olvidos, errores y culpas) y asumir el rol
de oposición constructiva al próximo gobierno,
esperando del mismo, (la culpa es de la esperanza) la continuación de la
implementación de dichos logros.
Los
hechos ya fueron pero aunque no fueron los deseados por el 48,6%, como bien
dice Elizabet Lukas, a todos nos otorgan la posibilidad de responder.
Ese es nuestro compromiso.
Carlos J. Bianchi.
(*) EEUU y Arabia Saudita no envían a sus ciudadanos
a guerrear y reprimir a quienes se opongan a sus designios expansionistas, ya
que a través de sus enormes fortunas, utilizan para el trabajo sucio a mercenarios.
Con la anuencia de EEUU, Arabia Saudita
contrata por 2 o3 mil dólares mensuales a colombianos para reprimir o matar en
Yemen a fuerzas de ese díscolo país.
La empresa que los contrata Global Enterprise, es norteamericana y
está radicada en Bogotá.
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