Edgardo Pablo Bergna
Maximiliano Basilio Cladakis
Los sucesos acontecidos en Europa en los
últimos tiempos con respecto a las migraciones señalan el horizonte de
segregación étnica, racial, religiosa, cultural y económica sobre el cual se
yergue el mundo occidental y civilizado. No es novedad, la civilización se
funda en la segregación desde sus orígenes mismos: segregación a los “bárbaros”,
constructo histórico-político a
partir del que se fundamenta el ser occidental
y civilizado, pues este sólo encuentra su razón de ser en la construcción de un
otro que es negado. Hoy, la culta Europa es agente activo en la producción de cadáveres.
El Viejo Continente, junto a Estados Unidos, produce las condiciones de invivilidad en los
países que coloniza, siendo fundamento de una corriente migratoria a la que
considera ilegal y que combate con barreras que conllevan a diversas formas de
muerte a los migrantes, formas que van desde la ejecución a disparos a la
hidrocución, dejando a gran cantidad de
personas morir ahogadas en pleno mar. Cientos de miles de seres humanos,
habitantes de países como Libia y Siria,
huyen de las guerras de colonización occidental para que se les
reconozca el estatuto de “refugiados”, derecho que les corresponde a partir de
los tratados internacionales firmados por la mayoría de los estados en 1951 y que
les es negado, ni más ni menos, que con la muerte. Como señalaba Sartre hace
más de cincuenta años, la civilización
produce sus propios monstruos, en este caso los “bárbaros invasores”, y, en ellos
descubre su propio rostro. El verdadero rostro de la civilización no es sino la
barbarie y el verdadero rostro de la barbarie es la civilización.
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