Edgardo
Pablo Bergna
Maximiliano Basilio Cladakis
El comercio es lo opuesto a la
democracia. Las lógicas que articulan a cada uno de estos fenómenos corren por
carriles absolutamente contrarios. El comercio
se funda en el interés privado cuya razón de ser radica pura y
exclusivamente en la maximización de ganancias. La democracia, por el
contrario, se funda en el interés general, el cual no es equiparable a la
sumatoria de intereses individuales.
Las democracias modernas se encuentran atravesadas por la tensión entre
estas dos lógicas. Si se profundiza en esta tensión no es difícil descubrir que
el concepto de “democracia-liberal”, tomado el término “liberal” como eufemismo
de “libre comercio”, implica una contradicción in termini. Entre el liberalismo y la democracia hay una disputa
permanente, probablemente irresoluble.
El capitalismo es la hegemonía del “comercio” como forma dominante que
constituye a una sociedad. Lukács, siguiendo a Marx, habla del capitalismo como
la mercantilización de todas las dimensiones de la existencia humana. El
dominio de la maximización particular de ganancias anula el fundamento mismo de
la democracia: el interés común, el bienestar general no son más que meras
palabras, significantes vacíos que sólo se utilizan como ornatos para expandir
la rentabilidad. La infausta teoría neoliberal acerca del “derrame” es un
ejemplo cabal de ello.
Es a partir de este marco, desde donde pueden ser comprendidos varios de
los acontecimientos que están conmoviendo hoy al mundo. La situación en Grecia,
la “crisis” de los refugiados en Europa, los constantes intentos de golpe de
Estado en Venezuela, la querella contra los fondos buitre dada por nuestro país
se tornan inteligibles como momentos de una misma disputa en términos globales.
En Grecia, el comercio (es decir, la Troika)
derrota a una democracia vacilante, en la que su Primer Ministro hizo, siendo
gobierno, exactamente lo opuesto a lo que dijo que iba a hacer cuando era
candidato. La llegada de miles de refugiados de Asia y África a tierras
europeas tiene su origen en el colonialismo de Estados Unidos y Europa sobre
los países periféricos (y el colonialismo no es sino una de las formas del
comercio) que hacen invivibles a estas sociedades. Venezuela se ve
constantemente atacada debido a no ceder a las presiones del comercio
internacional en defensa del bien común, es decir, debido a no ceder por
defender a la democracia. En el caso de nuestro país, se trata del no
sometimiento de los intereses generales del pueblo a los intereses
especulativos de un grupo de financistas transnacionales (dichos grupos, a su
vez, no hacen más que reproducir a gran escala las lógicas inherentes del
“comercio”).
No hay comentarios.:
Publicar un comentario