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Maximiliano Cladakis-Edgardo Bergna editores. Organo de opinión política de Atenea Buenos Aires. Radio Atenea y Agora Buenos Aires

Escriben: Leandro Pena Voogt-

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jueves, 2 de julio de 2015

La independencia, una tarea

opinión. Agora...a diario 02/07/2015



Edgardo Pablo Bergna

Maximiliano Basilio Cladakis

    La independencia es una tarea, no un acontecimiento cerrado, acabado, ya realizado. Por el contrario, la independencia se realiza en un tiempo presente, dado sobre un horizonte temporal que articula el pasado con el futuro. La independencia se da, por lo tanto, como una praxis que se despliega dialécticamente a través de la historia. En tanto “praxis”, la independencia significa la reasunción de los sentidos sedimentados de lo acontecido (que nunca es, en sentido pleno, “acontecido”, sino que siempre posee una instancia de “por acontecer”) en pos de un porvenir cuyo telos se encuentra y encontrará siempre más allá. Independizarse es una tarea permanente, perpetua, inagotable.

   En estas fechas recordamos, conmemoramos y celebramos el 9 de julio de 1816. Se trata de una fecha fundamental en nuestra historia. Y decimos “fundamental” no sólo en el sentido de que se trata de una fecha de relevancia, sino que, también y sobre todo, es una fecha en donde emergieron acontecimientos que fueron y son “fundamento” de nuestra historia. Se declaró formalmente la independencia de nuestro actual país, no caben dudas, por lo tanto, de su “sentido fundamental”.

    Sin embargo, cabe destacar, 1816 no es una capsula: su carácter de “fundamento” le adviene de épocas anteriores de las cuales ella es una de sus cristalizaciones. 1816 no habría sido posible sin 1810, ni sin los previos levantamientos de los pueblos originarios, como tampoco lo habría sido  sin las insurrecciones emancipatorias dadas en otros territorios de América Latina. De la misma manera en que 1816 nos sumerge en sus pasados, 1816 nos interpela a sus futuros, que, son, por su parte, nuestros pasados. La Vuelta de Obligado, algunos esbozos del yrigoyenismo, las políticas soberanistas del primer peronismo, son algunas de las actualizaciones y reasunciones de ese 1816; como lo son, también, más recientemente, el NO al ALCA, las renacionalizaciones de recursos básicos y necesarios, la batalla contra los fondos buitres, etc. 

    Con todo, si la independencia es una tarea, no realizada sino que se realiza, es, al mismo tiempo, una tarea que se desrealiza. Como sostiene Sartre, toda praxis tiene su contra-praxis. La independencia se constituye, pues, como uno de los polos que articulan el agon de nuestra historia. Resuenan en estas palabras la vieja antinomia “patria/antipatria”, que no por “vieja” pierde la contundencia de poder dar cuenta de nuestra realidad efectiva. La independencia se realiza y desrealiza porque hay campos políticos en tensiones y luchas permanentes. Somos parte de la periferia del mundo y, se trate de España, Inglaterra, Estados Unidos o de capitales especulativos transnacionales, existen poderes cuyos intereses tienen como correlato la no independización real, concreta, de nuestra patria.

   El 5 de Julio este agon se manifiesta, en todo su pathos. En nuestro país, en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, y en Europa: Grecia se enfrenta a los mismos proyectos de perpetuación de dependencia  que Buenos Aires. Las lógicas que atraviesan ambas regiones las arrojan a un mismo dilema. Hay dos opciones separadas por un hiato insuperable, no contradictorias sino contrarias, antagónicas. Independencia y dependencia se vuelven a constituir dos momentos irreconciliables.

    Desde aquí apoyamos el proyecto emancipador e independentista conducido por Alexis Tsipras. Como apoyamos también, al Proyecto Nacional y Popular conducido por la presidenta Cristina Fernández. Ambos están ligados por sus objetivos y sus enemigos. El 5 de Julio en la ciudad Autónoma de Buenos Aires hay elecciones para Jefe de Gobierno, y se enfrentan dos proyectos, uno explícitamente a favor de la independencia, Mariano Recalde, el otro explícitamente comprometido con intereses que nos vuelven a ubicar como deudores de sistemas financieros internacionales, Horacio Rodríguez Larreta. No es casual que los partidarios de este último, reconozcan a Tsipras como un peligro para Europa y lo que ellos llaman “mundo civilizado”, eufemismo de su toma de partido por el mundo coloniasta, imperial, opresor.






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