Ágoraa diario la arena política

realidad en blanco y negro...

Maximiliano Cladakis-Edgardo Bergna editores. Organo de opinión política de Atenea Buenos Aires. Radio Atenea y Agora Buenos Aires

Escriben: Leandro Pena Voogt-

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viernes, 17 de mayo de 2013

Editorial del programa Con las Venas Abiertas emitido el 17 de mayo de 2013

opinión. Agora...a diario 17/05/2013




Maximiliano Basilio Cladakis


   El cristianismo es, siempre, opción por los pobres. De la parábola del camello y la aguja a la Epístola Universal de Santiago, en donde se pronuncia la condena a “los ricos opresores, el cristianismo nos sumerge en una eticidad en donde el Reino de Dios es el Reino de los Pobres. Dios se hace carne en un hombre pobre, de un pueblo pobre, en una nación pobre. Ese Dios encarnado vive entre marginales, prostitutas, la escoria del mundo, vive entre ellos, les predica a ellos y muere por y para ellos. Y su muerte es, también, entre ellos. La cruz, pues, era el destino que los opresores romanos les otorgaba a sus víctimas.

   Se trate de una realidad histórica o de un mito, se crea o no en Dios, séase creyente, ateo o agnóstico, el cristianismo indudablemente representó una subversión radical en la forma de comprender el mundo. El cristianismo es estar del lado del oprimido. El mensaje evangélico es claro en este punto y su potencial trastocador del orden instituido atraviesa los siglos como una verdad irredimible que, surgida hace poco más de dos mil años, continúa interpelándonos, más allá de las creencias que profesemos. Entre el mensaje bíblico y  el marxismo, tal vez, no haya tantas diferencias como los fundamentalistas de uno u otro lado parecieran plantear.

   El cristianismo vino a instalar la negatividad en el mundo. Este mundo, el mundo de la opresión, no es el mejor de los mundos posibles, esta es una de las máximas fundamentales del mensaje predicado por Jesús; y es una máxima que va a entrar, siempre, en contradicción y conflicto con los poderes fácticos. Otra cosa es la Iglesia como institución política, burocrática y económica. No hace falta entrar en detalles. Históricamente,  sabemos, la Iglesia ha sido aliada y cómplice de los poderes terrenales, desde las épocas del Imperio, a las más sangrientas dictaduras del siglo XX.

    Sin embargo, dentro de esa misma Iglesia siempre ha habido tendencias  en tensión con dicha complicidad. En siglos anteriores, fueron ejemplos de esto los movimientos milenaristas, los franciscanos y las órdenes jesuíticas en América Latina, expulsadas por la alianza entre la Monarquía Española y el Papado. El siglo XX ha sido testigo de las más radicalizadas tendencias de este tipo: la Teología de la Liberación, los Sacerdotes Tercermundistas y los actuales Curas de la opción por los Pobres. Un cristianismo que, dentro de la Iglesia, retomaba, y retoma, el mensaje evangélico en su radicalidad y, en su tomar partido por los oprimidos, se oponía (y opone) a los opresores.

   Carlos Mugica ha sido un representante notable de esta tendencia. Dedicó su vida a proseguir hasta las últimas consecuencias el mensaje originario de Jesús. Dedicó su vida a ello, y dio, también, su vida por ello. A él, a Carlos Mugica, está dedicado este programa.



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