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realidad en blanco y negro...

Maximiliano Cladakis-Edgardo Bergna editores. Organo de opinión política de Atenea Buenos Aires. Radio Atenea y Agora Buenos Aires

Escriben: Leandro Pena Voogt-

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viernes, 10 de mayo de 2013

Editorial del programa Con las Venas Abiertas emitido el 10 de mayo de 2013

opinión. Agora...a diario 10/05/2013





Maximiliano Basilio Cladakis

   Nicolás Maduro estuvo en la Argentina. Primero, en una reunión oficial; luego, en una convocatoria militante. Nicolás Maduro es el Presidente de la Hermana República Bolivariana de Venezuela. Y habló como tal. Pero Nicolás Maduro también es un militante y habló, también, como tal. La militancia de Nicolás Maduro no es, pues, sólo una militancia venezolana sino que, también, es una militancia latinoamericana.

    En su país, la derecha asesinó a nueve militantes e intenta, desde hace semanas, llevar a cabo un golpe de Estado. Nicolás Maduro triunfó en unas elecciones claras, transparentes, sin fisuras. La derecha no respeta las elecciones, la derecha no respeta la democracia, la derecha no respeta la institucionalidad, aunque en sus balbuceos estertóreos repita el respeto a la institucionalidad como un mantra sagrado. Un mantra que siempre quiebra.

   Nicolás Maduro advirtió que la derecha golpista acecha en toda Latinoamérica. Eso incluye a la Argentina. El Enemigo, pues, es el mismo en toda la región. Y es un Enemigo con terrible poder de daño, tanto económico, como mediático, como político. El Enemigo nos une. Sin embargo, nuestra unión no se limita a un carácter meramente negativo. No se trata del borgeano “no nos une el amor, sino el espanto”. Nos unen historias, tradiciones, proyectos en común. Nos une el irredento sueño de la Patria Grande.

   Nicolás Maduro dijo que él es el primer presidente venezolano chavista y el segundo presidente venezolano peronista. Chavismo y peronismo, dos  tradiciones que se entrecruzan en un plano que trasciende el mezquino espanto. Perón y Chávez, dos nombres celebrados en toda América Latina. Dos nombres que se conjugan en el tiempo y en el espacio. Dos nombres que exceden sus países de origen y que exceden los tiempos en los cuales aquellos que los llevaron vivieron. Dos nombres que, junto a otros, manifiestan el sueño profundo, los anhelos más arcanos, de una Nación Latinoamericana que, a lo largo de dos siglos, clama por enarbolarse, de una vez y para siempre, como una nación libre, justa y soberana.








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