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Maximiliano Cladakis-Edgardo Bergna editores. Organo de opinión política de Atenea Buenos Aires. Radio Atenea y Agora Buenos Aires

Escriben: Leandro Pena Voogt-

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domingo, 3 de febrero de 2013

La filosofía de Sel un troglodita

opinión. Agora...a diario 04/02/2013





Por José Antonio Gómez Di Vincenzo

Lo que sigue fue escrito por aquellos días, cuando el Pro nos asombraba con la noticia de que el papanatas de Miguel Del Sel iba por la gobernación de la provincia de Santa Fe. Parece lejano, parece una gran burla del destino. Hoy, nos damos de bruces con la realidad: ¡El tipo que casi gana una gobernación de provincia es un troglodita! 


El impetuoso final de este escrito, que viene después de lo que pretende ser una rigurosa reflexión, se confirma. Después de los agravios y de las excusas y explicaciones que dejan que desear… ¿Qué se hace con esto? ¿Quién se hace cargo de esto?


A este escriba de vacaciones le cuesta arrancar. Las circunstancias, no obstante, lo obligan a sentarse a la computadora para escribir algo. Pero de vacaciones al fin prioriza el descanso por lo que decide acudir al viejo y famoso refrito.


Dejo aquel viejo escrito a consideración del lector. Volveré sobre el tema cuando pueda salir del asombro y el espanto, cuando pueda aquietar mi mente y volver a la calma para no caer yo también en el exabrupto. Por ahora, rescato eso que escribí casi proféticamente bajo el título “Sel o no sel”:
“Un espectro se cierne sobre la Argentina: el espectro de la boludez” (Yo, cronista impostor, parafraseando al gran Marx)


Zhuo Jun es, sin lugar a dudas, el tipo más paciente y parsimonioso que este cronista conoce. Llegado de China hace ya más de tres décadas, Zhuo consiguió abrirse paso en la jungla occidental gracias a su sapiencia del arte de la acupuntura. He visto tipos entrar doblados a su consultorio y salir estilizados. Pero además, mi oriental amigo era todo un filósofo lleno de sapientísimos conocimientos con el cual cualquier charla podía extenderse por horas.

Fui a visitar a Zhuo con una tonta excusa, preguntarle acerca del cuidado de las horquideas, y con la clara intención de perderme en otra fantástica charla de horas sobre cualquier cosa. Mi amigo es un excelente narrador de historias y un implacable analista de la realidad social, dos cualidades fantásticas que ya traía de su país natal pero que fue explotando y perfeccionando cada vez más gracias a su fluido contacto con mundo porteño.


Llegué a las tres y encontré que mi querido amigo se devanaba los sesos por comprender los principios de la lógica formal antes de introducirse de lleno en el estudio de la lógica proposicional vaya a saber con qué objeto. Por allí un texto, creo que era el Gamut, por allá un módulo de ejercicios, el manual de una cátedra de Pensamiento Científico del CBC de la UBA, todo mezclado con un diario en el que había subrayado y escrito un conjunto de anotaciones sobre un artículo acerca de la candidatura de Miguel Del Sel a Gobernador de Santa Fe más papeles hechos un bollo y tirados por todas partes. 


Caí justo, según dijo, para la explicación. Maldije el momento en un lunfardo feroz que él puede entender. No iba a visitar a ningún amigo para seguir enajenado con la epistemología. Aceptó el reproche y prometió dejarlo todo para otro momento no sin antes contarme lo que le pasaba. 


¡Qué admiración me despierta este tipo! Se había puesto a retomar la lógica porque tenía una serie de problemas filosóficos que demandaban, según su punto de vista, el conocimiento fino del cálculo y demás cuestiones. Como sea ahí estaba con la lógica del CBC o algo similar. Me contó que se confunde una y otra vez porque no puede entender los principios de identidad, no contradicción y tercero excluido algo que va tan en contra de su antiquísima y riquísima cultura en la que la cosa pasa por el yin y yang por la lucha de los opuestos. En efecto, la dualidad Yin y Yang describe las dos fuerzas opuestas y complementarias, que se encuentran en todas las cosas según la cultura oriental. Cada cosa o pensamiento posee un complemento del que depende para su existencia y que a su vez existe dentro de él mismo. De que no exista la quietud y todo este en continua transformación. Las decisiones que parten de análisis que paralizan todo, que parten de cuestiones sincrónicas, son difíciles de comprender para alguien tan imbuido de esta cultura.


Desde la mirada de Zhuo lo que existe, existe en permanente cambio y devenir, cambio signado por la lucha de los opuestos. Esto de que si algo pasa entonces pasa otra cosa, la causalidad occidental de antecedente y consecuente, lineal y férrea, siempre funcional a una conciencia calculadora e instrumental; todo esto, digo, quedaba lejos del horizonte cultural de mi amigo a pesar de su eximia capacidad por comprender al argentino medio y relacionarse con él. Zhuo quería abordar un problema con herramientas lógicas formales. El supuesto implícito era que ellas permitirían una mejor comprensión de la cosa.

Zhuo había caído en la cuenta de por qué le costaba tanto comprender el artículo sobre la designación de Del Sel dentro del Pro para competir por la gobernación de Santa Fe. Le faltaba dominar la lógica y los principios, no podía comprender el pensamiento calculador occidental. Concretamente, no comprendía por qué si Del Sel quería lanzarse a gobernador tenía que indemnizar a sus ex compañeros artistas del grupo Midachi ni nada relacionado con los argumentos que este tipo daba en el diario y en la tele acerca de por qué ser gobernador o cómo serlo. En sus propias palabras y medio en chiste, medio en serio, Zhuo Jun decía: “Este personaje me está volviendo chino”.

Le expliqué a mi amigo cuál era mi posición al respecto. Le dije que hasta para un epistemólogo formado en la filosofía analítica es difícil entender a estos personajes si lo que se pretende es seguirles la lógica por separado del contexto que los nutre y les da vida. Señalé a mi amigo lo loco que era esto de que pensara que con la lógica podría comprender las decisiones de Del Sel, porque esa era una forma muy occidental de proceder. Sus treinta y pico de años aquí lo habían comenzado a impregnar de occidentalismo (para mal o para bien, no lo sé). Le subrayé el hecho de que entrar en la mente de Macri y Del Sel implicaba correrse de la lógica, de nuestra lógica y penetrar en los nubosos paisajes del sentido común más ramplón y calculador. Le expliqué que la concepción que el Pro tiene de la política no es la del compromiso por un futuro mejor, por cambiar el mundo desde una praxis transformadora y cuestionadora de lo dado sino más bien una política que naturaliza y reproduce el statu quo basada en que los problemas se resuelven aplicando una técnica y que los diagnósticos surgen de buenos estudios de mercado y que convencer es aplicar una buena estrategia de marketing, la empresa y sus clientes y no praxis y compañeros ciudadanos. 


Zhuo agradeció pero manifestó su intención de seguir tratando de comprender este hecho puntual de la política contemporánea y la política en general, una materia para él aun pendiente, una cuestión que había recobrado interés para él y su familia durante estos últimos meses.


Me fui muy tarde a la noche después de haber cenado con Zhuo y familia, después de haber charlado de muchas e interesantes cosas. Al día siguiente, por la tarde, me llegó un mail con una serie de notas que reflejan su parecer acerca del tema Del Sel y que reproduzco a continuación:


Amigo: aquí mando conclusiones. Quedé trabajando hasta cuatro de la madrugada leyendo artículos periodísticos viendo videos por internet. Tiré lógica a la basura. Verdad lo que dijo. No sirve. Es más fácil. Es pensar sin sentido profundo es pensar como para ir a comprar al mercado. El Midachi no tiene la gracia de los mariachis. No entende tatuajes. Cree que formar un gabinete es igual que formar un equipo de futbol. Idea de los buenos técnicos que rodean como hablamos. Todo lo del Pro es, como dicen acá los argentinos, berreta. Es peor de lo que decía usted anoche. Es eso de técnica en vez de política, es puro marketing. Es poner a alguien famoso para junta votos, alguien con quien se pueda identificar el pobre que quiere más pero que no entiende que para más se requiere una acción colectiva, una política transformadora. Fuera un chimpancé es lo mismo. ¿Qué queda de aquello de que el proletariado hará la revolución al adquirir consciencia de la necesidad de dar lucha contra el sistema? Duda: Si gente no piensa… ¿No tendrán posibilidades? Sel o no sel…

Algo aprendí. JAJAJAJAJAJA!!!!!!

Fin del viejo escrito vuelvo al presente.


Del Sel ya se había mostrado como troglodita hace años. Troglodita cómico, troglodita político, sujeto troglodita. El rol que desempeñe no hace más o menos terrible su condición. Ahora bien, una cuestión atrajo la atención de los medios y produjo la reacción de un conjunto de personajes para bien o para mal: la cosa ética, lo que tiene que ver con los valores y el respeto de la investidura presidencial. Bien. Importante notarlo. El troglodita, además de serlo, es un irrespetuoso. Sus laderos quisieron quedar bien con dios y con el diablo, dieron cuenta de su desubicación pero trataron de rescatarlo con excusas torpes.


Sin embargo, hay algo más. Tiene que ver con la razón, pero también con la cosmovisión. La cosa moral no hace más que traducir una posición, un modo de percibir las cosas y pensar en cómo se complementan o relacionan en el mundo natural y social. En el Midachi, no hay solamente una falta de cintura política, no hay sólo un problema a nivel profesional. Del Sel es un representante de lo peor de la derecha local. Y últimamente, lo más retrógrado de la derecha autóctona aparece en escena untada con el barniz y el oropel del espectáculo.

Bueno sería comenzar a reflexionar acerca del papel que juegan estos personajes en la industria del entretenimiento, bueno sería comenzar a asumir posiciones críticas respecto a los contenidos que proponen estos aparentemente ingenuos, inocentes artistas apolíticos, más bien negadores de la política o como se da en el caso de nuestro personaje, militante de un partido que hace de la política puro marketing y tecnocracia. 
En los noventa pululaban los famosos (del espectáculo, del jet set, también empresarios) que se adentraban en el campo de la política por la vidriera del menemato. Un conjunto de personajes abrevaron en las aguas del neoliberalismo e iniciaron las páginas de una nueva filosofía política: la de Sel un troglodita o al menos parecerse un nabo y pasar desapercibido por quienes en el fondo no pueden sentarse a pensar dos minutos para encontrar que tras el oropel y los focos luminosos se esconde un sujeto de poca monta.
 
Una foca de circo, un patán títere cuyos hilos mueve el poder de la corporación no puede más que caer en la chabacanería y la estupidez. Enajenado en la lógica del mercado mediático, sus propuestas vacías de contenido esconden la voluntad de volver a un pasado más afín a los intereses de sus titiriteros. 


Por suerte, la política es otra cosa. Afortunadamente, la filosofía de Sel un troglodita tiene como interlocutora crítica a otra forma de comprender el compromiso con el todo social y buena parte de la juventud resuena en una praxis densa que se aleja de la superficialidad y la cosa fácil y por supuesto, no le falta el respeto a nadie.


Y mientras, la derecha tiene a un Del Sel como exponente crece mi esperanza de que crezca el poder de quienes quieren ir hacia una sociedad donde impere la plena igualdad.





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