Ágoraa diario la arena política

realidad en blanco y negro...

Maximiliano Cladakis-Edgardo Bergna editores. Organo de opinión política de Atenea Buenos Aires. Radio Atenea y Agora Buenos Aires

Escriben: Leandro Pena Voogt-

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martes, 21 de diciembre de 2010

¿Política de lo posible o política de lo imposible?

opinión. Agora...a diario 21/12/2010

José Antonio Gomez Di Vicenzo



La realidad suele presentarse como una madeja de hechos, un bombardeo de situaciones a veces un tanto disparatadas, difíciles de comprender para un espíritu curioso, para alguien capaz de intuir que detrás de todo ese confuso merengue hay algo más. En estos últimos días asistimos al insistente bombardeo de reportes relacionados con las tomas de terrenos en la CABA. En rigor, quienes más ametrallaron clips con imágenes supuestamente en tiempo real mechadas con comentarios muy cercanos al más ramplón sentido común fueron los medios corporativos asociados con la oposición, en especial TN. Y digo clip porque la dinámica con la que se presentaba la información (¿o desinformación?) se encontraba muy cerca una puesta en escena, con un alto contenido de imágenes repetidas superpuestas al comentario del reportero sentido, con voz gutural, ahogado, que pretende instalarse en el imaginario como aquel sujeto capaz de interpretar el espíritu del pueblo. Cuando uno pasa la zaranda descubre que se trata del mismo sujeto que relataba los hechos cuando se daban los cortes por la 125 en la ruta 14, enmarcando con su llanto las diatribas y barrabasadas disparadas por Alfredo De Angeli desde la tribuna. Su nombre es Julio Bazán y su oficio, ser la voz del sentido común funcional a los grupos hegemónicos en reportes armados y sacados de contexto, que muestran situaciones irreales o que montan escenarios para dar cuenta de estados de cosas que nada que ver tienen con lo real.

Como quiera que sea, quien quiera ir más allá de lo dado debe esforzarse y apelar a ciertas categorías para poner las cosas en su lugar. En este breve artículo intentaré abstraer a partir de lo acontecido algunas categorías que nos permitan mostrar cómo, a partir de las situaciones planteadas, existen distintas formas de pensar acciones políticas. Si todo sale bien, veremos que estas categorías no sólo son útiles para explicar lo que pasó concretamente a partir de las tomas sino también, lo que ocurre a nivel macro cuando de política se trata.

Como el título del presente trabajo indica, creo que tenemos dos alternativas plasmadas a la hora de pensar la política. Por un lado, la política de lo posible da cuenta de aquellas acciones que procuran legitimar y reproducir lo dado. Se trata de una política que frente al hecho consumado va a los papeles y defiende el status de cosas legitimado en las normas y leyes. Opera dentro de lo posible. El gobierno de la ciudad después de haber prometido a través de sus punteros la adjudicación de tierras y promovido, indirectamente, que las organizaciones sociales tomen los terrenos, comete la barrabasada de reprimir esgrimiendo las banderas del derecho liberal y burgués; aquél que prohíbe a los ciudadanos tomar terrenos públicos u ocupar la propiedad privada. El gobierno macrista opera, como decía, dentro del límite de lo posible. No sólo es torpe, cínico y maldito, peca por hacer de la política sólo una herramienta para reafirmar el statu quo. Más allá de las supuestas, en algunos lugares, conspiraciones y más allá de la torpeza de Macri y su equipo, que nunca muestra reflejos para la acción desde la política y es rápido para reprimir, lo que me interesa destacar es el hecho de que para el gobierno de la ciudad la política es eso, ejecución de normas, reproducción de lo dado, sanción o represión cuando la cosa se va de madre. Me parece que esto tiene que ver un poco con que todavía debemos soportar la abominable herencia de los 90 en cuanto a esa idea de que la política debe funcionar más bien como una técnica, como gestión empresarial. No es casual que Macri sea una especie de Frankestein surgido por aquel entonces. La política de lo posible clausura paradójicamente toda posibilidad de ir hacia lo nuevo, lo diferente. Se queda atada a lo que ya está. Por eso no tiene gestos de acercamiento para el diálogo, para la construcción, para buscarle la vuelta al asunto. Más allá de que en la particularidad de los hechos tenemos también un fuerte componente xenófobo. Ahora bien, por otro lado tenemos la política de lo imposible. No dedicaré muchas líneas a ella. Algo ha sido dicho ya por este cronista en entradas anteriores. Como es sabido, se trata de la política que llevan a cabo aquellos grupos que impugnan lo dado, cuestionan, resaltan las determinaciones estructurales que hacen que las cosas estén como estén pero que se quedan allí. ¡Coitus interuptus! La política de lo imposible saca los trapos a la calle (cosa que no está nada mal), opera cuando los medios opositores considera que es loable darles espacio (generalmente cuando conviene usarlos para sus fines), dispara una serie de acusaciones de todo tipo y se queda ahí. No nos muestra el camino hacia nuevos mundos, no abre espacios de discusión. Es autoreferencial, clausura la posibilidad de construcción de alternativas a lo dado.

Ahora bien, creo que la política de lo posible y la política de lo imposible constituyen en realidad categorías engañosas. Se trata de otra cosa travestida de política. La primera es la gerencia, la técnica aplicada a la gestión de las masas, un subproducto de los 90. Es la extrapolación en el plano de lo público de la cosa privada, de la dinámica empresarial, de la racionalidad técnica. La segunda representa el corrimiento de la teoría respecto a la práctica, es una suerte de discurso teórico disfrazado de acción, es pura espuma y nada más.

Como sea, creo que todo este rodeo y el título que se ha elegido no tiene otra función que la de disparar la reflexión que sigue y quisiera dejar fluir, casi bestialmente, a modo de cierre. Me parece que de lo que se trata es de instalar cada vez más la idea de una política dentro del límite de lo posible creando nuevas posibilidades. Justo ahí en el límite, forzando lo posible para traspasar fronteras. Una política que opere desde lo dado, con lo dado pero apostando a transformarlo y convertirlo en algo distinto. Que opere también con aquellos significados y acciones subterráneas que también están allí a disposición y que representan la negación de lo dado. Eso distinto a lo que debemos ir está en los planes de la militancia, eso distinto tiene que ver con un mundo más justo. Pero eso que es distinto no es imposible. El tránsito hacia la meta puede llenarse con significados y acciones concretas que se construyen con lo que se tiene, desde lo dado pero también, comprendiendo que en toda situación dada hay una historia, hay determinaciones múltiples, hay devenir, hay negación de lo dado y la posibilidad de superación a partir de la implementación de política.

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