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Maximiliano Cladakis-Edgardo Bergna editores. Organo de opinión política de Atenea Buenos Aires. Radio Atenea y Agora Buenos Aires

Escriben: Leandro Pena Voogt-

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viernes, 31 de diciembre de 2010

La media, la mediana y los medios

opinión. Agora...a diario 31/12/2010

Por José Antonio Gómez Di Vincenzo

Este epistemólogo devenido cronista quisiera despedir el histórico año que se va desafiando la chatura que impone la coyuntura festiva y mediática en la que consumir parece ser todo en la vida y no pensar demasiado, el leitmotiv; asumiendo el riesgo de ser puteado por quienes prefieren seguir opiados o el peligro por no estar a la altura de las circunstancias emitiendo aquí sólo una serie de argumentos triviales.

Resistente aún a considerar que es una buena herramienta de análisis de la complejidad que reviste lo social dividir a la sociedad en clases por tipos de consumo y niveles ingreso llamando clase media a eso que no es ni pobre ni rico y prefiriendo hablar, a riesgo de ser tildado de obsoleto, de proletarios y capitalistas, este escriba hará un paréntesis, no machacará el asunto desde la academia y simplemente optará por decir algunas cosas de esa clase media, media clase mientras ella se preocupa porque no falte luz, sidra, nafta, chirimbolos y paz en las fiestas.

Estos últimos días eso que muchos definen como clase media argentina – insisto en lo brumoso de la categoría, tratemos de situarnos según aquello que todos entendemos es la clase media sin hilar fino- expresó como nunca lo que llamo el pensamiento mediano, un pensamiento que impugna parte de la realidad, que precisamente se caracteriza por parcializar y no por ir al todo, pero que es incapaz de llegar al fondo de la cuestión quedándose a medio camino y expresando más un rezongo que una crítica mordaz al sistema para plantear políticas superadoras a la coyuntura vigente. Para muestra sobra un botón. Veamos…

En Devoto, hace apenas un par de días, vecinos crispados cortaban Beiró y Lastra para protestar por los cortes de luz. Eran dignos representantes de esa clase media mediana, estrecha de ideas, que desempolvó las cacerolas para hacerlas tronar una vez más para expresar su bronca e impotencia. La clase media mediana inunda las urnas con los votos que expresan su pensamiento mediano toda vez que es convocada la población al sugragio pero mientras eso no sucede se expresa en el día a día, en los medios que constituyen el espacio donde resuenan sus bravuconadas, donde se potencian sus medias tintas, donde se estimulan sus deseos, allí donde una usina insufla en sus oídos ideas medianas, impugnadoras poco adeptas a los análisis profundos. Algunas mujeres gritaban enloquecidas contra el gobierno nacional, contra la presidenta un montón de improperios, contra el ministro tal o cual, contra todo lo que tenga que ver con el Estado. Tres gatos locos que entraban perfectamente en un taxi pero que lejos quedaba de sus mentes ir a manifestarse a la Plaza de Mayo, lugar que les queda grande a todas luces, que preferían hacerlo en la esquina; tres gatos locos que hacían un poco de ruido mientras los pibes jugaban en la plaza, tres gatos locos que bastaron para que aparezcan las radios medianas y los canales medianos, tres gatos locos que decían que el corte era culpa del gobierno pero que no veían que la empresa de energía había planificado su servicio para unos pocos, para abastecer sólo a una mínima cantidad de población (los favorecidos por las políticas neoliberales, aquellos que en el sálvese quien pueda tuvieron con qué) y no a toda aquella masa que, como los crispados rezongadores de turno, habían accedido a aires acondicionados y ventiladores gracias a la mejora en la economía que viene dándose desde los últimos años producto de una serie de políticas que escapan de lleno al horizonte de pensamiento de dichos protestantes barriales. Está claro: el consumo aumenta y la empresa no puede sostener el servicio. Empero, la culpa por los cortes era del Estado, pretendían afirmar. Más bien, de algunos de sus representantes. Porque Estado es una categoría muy abstracta que la media no alcanza a capturar intelectualmente. Extraña posición, nadie pensó que la culpa era de la empresa privada proveedora de energía eléctrica que rara vez anticipa los desperfectos cambiando las partes obsoletas del sistema y haciendo inversiones. El Estado, ese fantasma que la clase mediana intuye pero nunca capta desde la razón, ese monstruo que no entiende, esta vez llegó tarde, es cierto. Pero por lo menos ahora llega y llega con sanciones. ¡Buena guita le costó a Edesur el tema de los cortes! Sin embargo, hay que reconocer que tenemos temas pendientes como, por ejemplo, avanzar en la construcción de poder para que los ajustes y controles se realicen a tiempo minimizando los efectos de los rezongos mediáticos propios de las corporaciones que sin duda caerían como avalanchas, minimizando la angurria del sector privado.

La empresa privada es poco proclive a pensar en el cliente salvo cuando lo necesita como potencial consumidor. La mayoría de las veces estos sujetos son considerados una manga de rezongadores por los ceo y empleados de atención al cliente rápidos para desviar llamadas o poner grabaciones antes que resolver los problemas. No obstante, la empresa corre con la ventaja de contar con la buena prensa que los medios y funcionarios mediáticos neoliberales han logrado machacar durante años. Lo privado es siempre eficiente, lo público, el lugar del curro. La clase media compra de todo y entre todo lo que compra, compra esta clase de discursos.

La mediana, media o transversal de gravedad en un triángulo, es el segmento que une un vértice con el punto medio del lado opuesto del mismo. Las tres medianas se intersecan en el baricentro que constituye el centro de gravedad del triángulo. La clase mediana expresa el centro de gravedad de un pensamiento mediano agravado por la escasez de análisis y rigor intelectual. Casi siempre se mueve desde un individualismo feroz cuyo horizonte no se extiende más allá de sus propias narices. A la hora de comprar aires acondicionados y chirimbolos saca a relucir su mérito y esfuerzo personal, a la hora de analizar por qué se corta el servicio de electricidad comienza una caza de brujas, apunta sus cañones al gobierno (culpable de todo, incluso de que haga calor) a quien ve sólo como al recaudador maléfico de impuestos, al corrupto malvado que penetra sus bolsillos para arrancar de cuajo las ganancias bien obtenidas gracias al esfuerzo y la dignidad del trabajo. Jamás pensar que esos impuestos bien servirían para mejorar los controles a los privados o para hacer obras de infraestructura que mejoren los servicios o bien para crear una empresa estatal de energía o bien lo que sea para beneficio de todos.

En medio de todo, las macabras risotadas de los capitalistas dueños de empresa resuenan. Refregándose las manos, contando las ganancias de fin de año producto de una tremendo aumento del consumo con sus barrigas pletóricas y sus fábricas a todo trapo, esperan complacidos que la clase media siga consumiendo y despotricando en forma directamente proporcional al odio que brota de sus entrañas contra el gobierno vaya a saber porqué. Para el capitalista siempre es bueno que la balanza esté equilibrada, que el gobierno esté ocupado por nimiedades como satisfacer las demandas de esta clase media gorilona a que se involucre en la planificación de las medidas de fondo necesarias para transformar de una vez esta sociedad en una más justa.
Por último, una reflexión de fin de año. Difícil tener que tratar con la clase mediana. Difícil porque es funcional a cualquier cosa. Arduo porque la clase media mediana se da vuelta como una media y los otrora progresistas blancos votantes de la alianza, ex caceroleros, hoy son conservadores duros, anti K, capaces de virar de la izquierda más extrema a la derecha más recalcitrante. Habrá que seguir estudiando cómo cambiar las cosas y torcerle el brazo a un estilo de pensamiento que tiende a reproducir lo dado impidiendo que transitemos el camino hacia la justicia social.





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