Ágoraa diario la arena política

realidad en blanco y negro...

Maximiliano Cladakis-Edgardo Bergna editores. Organo de opinión política de Atenea Buenos Aires. Radio Atenea y Agora Buenos Aires

Escriben: Leandro Pena Voogt-

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martes, 13 de julio de 2010

Acerca del Matrimonio Igualitario

opinión. Agora...a diario 13/07/2010

Claudio Peralta

A propósito del proyecto de ley que iguala derechos al matrimonio a quienes poseen sexualidad diferente.... Resulta llamativa la apelación y anclaje al «argumento biológico» que realizan los adalides de la «moralinidad» como modo de fundamentar con fuerza de «verdad» la relación amorosa..., a saber:

«Macho (hombre, principio activo) + Hembra (mujer, principio pasivo) = amor = familia».

Relación que aparentemente, y por lo que nos es posible saber, no está sujeta a las condiciones necesarias que la naturaleza impone, es decir, a las condiciones de reproducción de la especie que sabemos no son determinantes de la relación amorosa, sino tan sólo un aspecto accidental en la vida humana, y, ni siquiera, a las suficientes puesto que difícilmente la sola reproducción o acto reproductivo biológicamente determinado baste como razón suficiente a los fines de cristalizar una relación amorosa. Nos vemos conducidos, entonces, a la cuestión de la más completa y absoluta libertad humana... en la que sí parece fundarse toda posibilidad de la relación amorosa y, por consiguiente y también, de reproducción, «paternidad» o «procreación» en la medida que éstas se constituyan también como «actos libres». En última instancia, y según esa misma visión, en la misma naturaleza debiéramos de reconocer una «causa libre» en su origen y justamente amorosa... con lo cual se autodestruye en mil pedazos ese argumento fijista e hipócrita.

Me pregunto, entonces, por el posible origen de esa apelación a la «naturaleza». Y una cosa trae a la otra: Macho y hembra remiten a reproducción de la especie, pero en el caso del hombre, a un contexto social e histórico y éste a «modelos de vida» y, específicamente, a modelos de relaciones humanas y de constitución nuclear poblacional, aspecto necesario de toda comunidad, y no hallo, entonces, que encierre otra cosa que evidentes motivaciones «eugenésicas» ocultando deliberadamente o sepultando con ello todo lo que las relaciones humanas tienen de «acto libre», incluso con fuerza de necesidad, como la misma dinámica de la vida humana muestra. No es casual que detrás de estas protestas, anden siempre grupos filo-nacionalsocialistas o grupos de creyentes con fuertes inclinaciones racistas y xenófobas.

De otro modo, no es posible entender las constantes alusiones a la «contranaturaleza» o las permanentes descalificaciones basadas en la «degeneración» con que suelen caracterizar a relaciones que salen de esos «cánones» presuntamente «naturales». De manera tal que esas argumentaciones, bajo la apariencia fosilizada con «fuerza natural» de nociones como «amor» y «familia» y la apelación a la «autoridad de la fe», han construido una «institución eugenésica» (y sólo así pueden explicarse, repito, sus pretensiones de «naturaleza») y, por lo tanto y en cuanto «construcción» cultural, un «dispositivo de poder» —diría Foucault—, y se entiende así que la sola mención de ese proyecto de ley, haya originado una verdadera dialéctica de carácter bélico. Hay un nuevo reacomodamiento del dispositivo en todo caso…

Una «guerra santa» a lo que para ellos es «contra-natura» o «enfermiza y patológica degeneración», arengan algunas alicaídas y poco creíbles autoridades clericales a tropas no menos alicaídas sumergidos todos en la más profunda hipocresía, incapaces de ver en la pedofilia eclesiástica no más que un episodio de apocalípticos «castigos divinos a los pecados de la Iglesia» transfiriendo, con ello, la culpable responsabilidad a Dios…

De todo ello tendría que seguirse, que en el fondo se trata de una cuestión que, en las condiciones históricas de autonomía estatal e individual, debiera proporcionarse a los límites exactos de la instrumentalidad legal y no a los de la dogmática interpretativa teológica o moral por absurda... Para esa cuestión están los poderes del estado de manera que el goce de libertad y los derechos tenga plenas garantías jurídicas. Ocurre lo mismo con la cuestión del aborto tomando relevancia aquí la problemática sanitaria de la mujer…

Los políticos en el Congreso debieran tener, pues, cuidado en enroscarse en discusiones de sofísticas y gastadas argumentaciones filosóficas o teológicas en el tratamiento del asunto... Discusiones que de ser así los confirmarán una vez más —y van…— en el hábitat del pantanoso terreno del absurdo con un alto costo para la sociedad...

Adivinando las seguras objeciones de esa posición reflejada en las comunidades confesionales, resta preguntarnos solamente si hay o no un límite o si puede o debe o no haberlo porque ¿cómo podremos asegurar que en el futuro los pedófilos, por ejemplo, no tendrán pretensiones de validarse social e institucionalmente como un tipo de «sexualidad»? Esto es imposible según lo que hemos dicho aquí desde el aspecto de la libertad, pero…

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