Un homenaje a El Eternauta
Julio Paz
Maximiliano Cladakis
Ya era de noche. Hacia más de una hora que estaba solo en el consultorio. La pobre Mariana me había ofrecido quedarse un rato más; pero me negué y la mandé para la casa. No había mucho que una secretaria pudiera hacer; era yo el que debía terminar de ordenar los estudios. Además, estaba muy cansada, se le notaba tanto en la mirada como en el tono de voz. No era para menos, llevaba haciendo horas extras casi un mes. Yo también notaba el desgaste. Había mucho trabajo. La ola de frío que azotaba Buenos Aires estaba causando estragos y las obras sociales derivaban gente a los consultorios privados. Venían en aluviones. Además del frío, la paranoia generada por la epidemia de gripe hacía que las personas realizasen consultas médicas por sólo dos estornudos. Si bien el beneficio económico era importante, me encontraba sumamente agotado. Por otra parte, también estaban Adriana y Romi. No pasaba el tiempo suficiente con ellas. El día anterior, con Adriana, habíamos cumplido ocho años de casados y apenas pudimos tomar una copa de vino antes de que quedara, más que dormido, casi muerto en el living ... (para seguir leyendo clickee aqui)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario