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Maximiliano Cladakis-Edgardo Bergna editores. Organo de opinión política de Atenea Buenos Aires. Radio Atenea y Agora Buenos Aires

Escriben: Leandro Pena Voogt-

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miércoles, 18 de noviembre de 2009

Marx, Grondona y los intereses del Pueblo





Maximiliano Basilio Cladakis

   Que la imbecilidad combinada con la mala fe son atributos casi esenciales de los “intelectuales” de La Nación, ya lo sabemos. Sin embargo, aún sabiéndolo, quien escribe continúa asombrándose. Leer las reflexiones de Aguinis o de Morales Sola es lo mismo que leer un panfleto mal escrito donde se entremezclan el gorilismo, el moralismo abstracto, la mentira y los chismes de almacén (con perdón de los almaceneros honestos). Hace tiempo que esto ocurre; en algún momento, el diario de los Mitre podía jactarse de poseer al menos “cierto estilo”. Desde su tradicional posición oligárquico-conservadora, algunos de los que conforman su plantel podían escribir medianamente bien a nivel formal, a la vez que mantener una posición teóricamente coherente con su práctica liberal. Ya no es más así. Y cada día que pasa es peor.

   En su editorial de hoy, Grondona se dedicó, como es  costumbre, a atacar las políticas del Gobierno. Es habitual en él utilizar como disparador frases de algún pensador o intelectual, a las que luego relaciona con la situación política actual. También es habitual que, salvo cuando se trata de un autor neoliberal, como Nozick o Friedman, haga un mal uso de ellos, se trate tanto de Platón o Aristóteles, como de un liberal del siglo XVII al estilo de Locke. Es a lo que nos tiene acostumbrados. Grondona es un sofista en el mal sentido de la palabra (de nuevo hay que pedir perdón, esta vez a Gorgias y a Protágoras). Tergiversa, miente, utiliza argumentos falaces, hace un uso ilegítimo y descontextualizado de las palabras de los otros para realizar su eterna defensa de las corporaciones. Con respecto a esto último, hoy lo llevó al extremo, pues, hoy se valió de Marx con esta intención.

   Tomando como disparador la conocida frase de que “la religión es el opio de los pueblos”, Grondona dedicó su pluma a criticar dos de las mejores medidas oficiales tomadas en los últimos meses: la estatización de la televisación del fútbol y los subsidios dados a las organizaciones populares ¿El argumento? Tanto el fútbol como  los subsidios cumplirían la función del opio, ya que aquellos que se ven beneficiados por estas medidas, perderían de vista sus intereses reales. Las masas quedarían conformes por tener “fútbol gratis” y recibir subsidios del estado para los emprendimientos cooperativos, por lo que terminarían apoyando al Gobierno. Grondona equipara textualmente el “pan y circo” romanos con el “fútbol” y “subsidios” kirchneristas. Tanto una dupla como la otra, representarían el opio del que hablaba Marx. Claro, Grondona se encarga de aclarar que, en verdad, la religión no es ningún opio. “Opio” sólo son las medidas populistas.

   Unos párrafos atrás, mencionamos la imbecilidad y mala fe de los “intelectuales”  de La Nación. La  apropiación realizada por Grondona de la frase de Marx exhala ambas cosas, a la que podríamos agregar una tercera: la ignorancia. La frase en cuestión aparece en la Crítica a la filosofía del derecho de Hegel de 1843. Con ella, Marx se refería al hecho de que, al ser su existencia en la tierra insoportable, las clases oprimidas se veían en la necesidad de “crear” un mundo ficticio donde la felicidad y el fin del sufrimiento estuvieran asegurados. Ese otro mundo irreal hacía más vivible este mundo real; por ello el empleo de la palabra “opio”: el “más allá” servía para apaciguar los dolores del “más acá”. Marx creía necesaria la crítica a la religión ya que, efectivamente, la esperanza que nacía desde el seno del cristianismo hacía que las masas no se rebelaran contra sus opresores. Sin embargo, el fin de ese mundo ficticio implicaba el fin del mundo de la explotación. Si existía un opio era porque había dolor, y ese dolor se debía a la opresión causada por el capitalismo. Sólo con la abolición de la propiedad privada y el fin de la dominación burguesa dicho dolor llegaría a su final.

   A grandes rasgos, este es el sentido de la frase que cita Mariano, pero no el que él le da. O bien no leyó el texto, o bien no lo supo comprender, o bien simplemente falsifica de manera adrede las palabras de Marx (seguimos creyendo que es una conjunción de las tres posibilidades). Por un lado, Marx se refiere a la religión, por más que a Grondona no le guste. Precisamente, ella y las teorías liberales de la economía son, para el autor de El capital,  los máximos exponentes de la “ideología”, entendida esta última como construcciones intelectuales productos de la alienación humana. Religión y liberalismo, los dos baluartes de Grondona. Por otro lado, terminar con el “opio” implica terminar con el capitalismo y el inicio de la colectivización de los medios de producción ¿Qué diría Mariano de esto?

    Con respecto a los intereses del Pueblo; para Grondona, el futbol y los subsidios harían que el Pueblo pierda de vista sus verdaderos intereses. Sin embargo ¿no es al revés? Si desde el Gobierno se le da al Pueblo “fútbol y subsidios”, mientras que la oposición (a la que él mismo pertenece) no le da ni una cosa ni la otra, ni tampoco una tercera, ¿Qué el Pueblo siga sus intereses reales no significa que apoye a quien más lo beneficia? Si por un lado ofrecen “pan y circo” y por otro lado “palos y hambre”, no hay duda de que un Pueblo que comprende sus intereses debe optar por el primero.

    Si alguna vez la derecha oligárquica-conservadora tuvo cuadros intelectuales medianamente importantes, esos tiempos ya quedaron lejos. Grondona es un buen ejemplo y no caben dudas de ello.
  



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