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Maximiliano Cladakis-Edgardo Bergna editores. Organo de opinión política de Atenea Buenos Aires. Radio Atenea y Agora Buenos Aires

Escriben: Leandro Pena Voogt-

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martes, 27 de octubre de 2009

Terminar con el clientelismo eufemismo para terminar con la organización social


Edgardo Pablo Bergna


 .A medida que se incrementa la discusión sobre la asignación por hijo -si debe ser universal o focalizada- crece la demonizaciôn de las organizaciones sociales que reciben subsidios de parte del Estado.

. En paralelo, corren las noticias a través de los grandes medios de comunicación sobre “los 250 millones que “controla” “la comandante K” Milagro Sala, epítome  de una supuesta “espiral de violencia” en la que participan otros “lideres piqueteros”: El kirchnerismo evitó la única tarea que le competía cuando el país se normalizó: desarticular y reinsertar en la sociedad a esos jefes y militantes de piquetes que ya nadie justifica. Hizo todo lo contrario: los organizó y los financió como fuerzas políticas y de choque propias (J.M Solá La Nación 25/10/09). Queda resumido en estas palabras lo que las derechas autóctonas pretenden instalar como “sentido común”: las organizaciones sociales reciben dinero a cambio de ser el brazo armado del gobierno, etapa superior de lo que llaman “clientelismo”… hay grupos de piqueteros que están armados. Sentencia E. Carrió, pitonisa de una derecha encantada por sus oráculos (Página 12 26/10/09).

. Una vez caracterizado el concepto de “clientelismo” y asociado a la apocalíptica idea de milicia kirchnerista, se pretende lo siguiente: En la discusión sobre los programas sociales se presenta como favorable la “universalidad” con el solo argumento de que lo contrario, es “clientelismo”. Si se acepta que: Los programas sociales en vez de ser universales son clientelistas… (E. Carrió Página 12 26/10/09); se debe asumir que estamos en un problema, en tanto que, “clientelismo” no es una oposición válida a “universal”. Dejamos pasar la falacia, pero aclaramos que se corre el eje de la discusión hacia una anomalía que no es propia de la asistencia social focalizada.

. Nos concentramos entonces en el anuncio de que los recursos, o gran parte de ellos, para financiar tal subsidio universal, deberían provenir de la extinción del aporte que hace el Estado a las organizaciones sociales. El pensar siquiera que se transfieran a un programa social que atienda a todos, independientemente de la condición socioeconómica y laboral, recursos asignados a aquellos con necesidades básicas insatisfechas, justamente, por su condición socioeconómica y laboral, hace sospechar de la noción que se tiene de “justicia”. De lo que no cabe duda es de que el mismo esquema fue propuesto por la entonces ministra de Trabajo del gobierno de De Larrúa: Patricia Burlich proponía una asignación familiar universal por hijo ¿Y como obtendría los fondos?  a partir de “una redistribución de los planes asistenciales y una redefinición de las asignaciones familiares. Los gremios se opusieron, implicaba una reducción en las asignaciones familiares del resto de los trabajadores. Vaya manera de interpretar aquello de la redistribución de la riqueza

.A modo de conclusión. Se desprestigia, de ésta manera, la lucha y la organización social y se propende a que el Estado otorgue un subsidio universal individual. El objetivo es la desarticulación de redes sociales para quitarles fuerza a sus reclamos. Atomizando los recursos, se atomiza la fuerza de las demandas y las expectativas. Una vez asociado: lucha social organizada/ clientelismo/ violencia; se habrá cumplido con este el plan.

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