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Maximiliano Cladakis-Edgardo Bergna editores. Organo de opinión política de Atenea Buenos Aires. Radio Atenea y Agora Buenos Aires

Escriben: Leandro Pena Voogt-

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miércoles, 21 de octubre de 2009

Casaretto: clientelismo y violencia

Maximiliano Basilio Cladakis




El obispo Jorge Casaretto mostró su preocupación por la actualidad argentina. Por un lado, refiriéndose al escrache sufrido por Gerardo Morales y a la toma del Consejo Deliberante de Mar del Plata, reconoció que nos encontramos en medio de una escalada de violencia. Por otro, habló del proyecto presentado por la Iglesia acerca de la asignación universal por hijo. Si bien, la razón principal de ser de este proyecto es el “escándalo” de la pobreza, el obispo señaló que se trata, también, de una forma de acabar con el clientelismo (Martín Dinatale, de La Nación, habla de “Klientelismo” al referirse a las palabras de Casaretto).



En lo concerniente a lo primero, es decir, a la violencia, podríamos señalar que tal vez, la violencia “en sí” no sea lo que realmente le preocupa a Casaretto, sino más bien quien ejerce esa violencia y sobre quien. En el caso del escrache al presidente de la UCR, supuestamente se trató de un grupo de “kirchneristas”, mientras que, en la toma del Consejo Deliberante, fue un grupo de desocupados. Cuando ocurrió el conflicto con el “Campo”, Casaretto fue uno de los defensores de los empresarios del agro. Cortes de ruta, amenazas a legisladores, tomas de bancos, golpizas y escraches, no caben dudas que son actos de violencia, sin embargo, al obispo no le parecían preocupar. Claro, no se trataba de pobres ni de “sicarios del populismo K”, sino de aquel sector históricamente aliado a la Iglesia. Con respecto a lo segundo, al “clientelismo” (o “klientelismo” para ser más precisos), dejando de lado lo que pueda pensarse de instituciones como Caritas y demás, y las razones de porqué si una acción la realiza el Estado se trata de clientelismo pero no es así si la realiza la Iglesia, la utilización del concepto mismo implica un posicionamiento ideológico y un posicionamiento de clase. Se trata de “clientelismo” cuando un gobierno o agrupación política lleva a cabo políticas que benefician a los sectores humildes. Sin embargo, cuando una dirigente política como Carrio les guiña el ojo a los representantes de las entidades patronales del agro, afirmando que las retensiones van a desaparecer, o cuando esta misma dirigente asegura que va a defender como sea los intereses de los oligopolios multimediáticos, eso es simplemente de hablar de un proyecto de “país serio”, proyecto que es el mismo que el que desea la Iglesia.



Es algo sabido de sobra que la Iglesia, en la Argentina, ha estado, en su mayor parte, aliada a los intereses del bloque histórico dominante (es decir, de la oligarquia  y de los grupos financieros extrajeros). Aún hoy lo sigue estando; y las palabras de Casaretto no hacen más que confirmarlo.






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