Maximiliano Basilio Cladakis
“Hambre”, “cárcel” y “represión” son los tres
pilares del Gobierno de Mauricio Macri. Estos tres pilares se
articulan en un mismo plexo constituyendo un sistema coherente y
consistente consigo mismo. El gobierno de Mauricio Macri es un
gobierno cabalmente de derecha. La derecha hambrea, la derecha
reprime, la derecha encarcela a los que no acuerdan con sus medidas
de muerte y saqueo. El Gobierno de Mauricio Macri realiza casi
perfectamente estas tareas. Y si decimos “casi” es porque siempre
puede ser peor.
Las políticas económicas actuales cercenan los derechos de
millones de argentinos arrojándolos tendencialmente al hambre y la
miseria. Y si las víctimas, o quienes se solidarizan con ellas, se
atreven a llevar a cabo una manifestación callejera son reprimidos
con la posibilidad de ser asesinados o de desaparecer, como aconteció
en la última Dictadura Cívico-Militar. Esto no es una exageración.
Ambas cosas ya ocurrieron. Dos nombres que lo dicen todo: Santiago
Maldonado y Rafael Nahuel.
Dentro de este sistemático y articulado entramado, la cárcel y
la amenaza de cárcel cumplen un rol fundamental. La persecusión
política es una realidad efectiva. La prisión sin juicio previo a
funcionarios del gobierno anterior y a reconocidos militantes
sociales es una manifestación de ello. La cárcel es empleada como
un instrumento diciplinador que acalle toda disonancia y sirva para
imponer un pensamiento único. La amenanaza llevada a cabo por el
Juez Bonadio contra Cristina Fernández de Kirchner es la apoteosis
de este proceso. El Gobierno de Cristina (como anteriormente el de
Néstor Kirchner) es el polo antagónico al actual gobierno.
Políticas de inclusión social, políticas de ampliación de
derechos, políticas que tendían a la democratización de la vida
cotidiana, todo ello es negado y suprimido por el actual gobierno. Y,
hoy, Cristina es la Senadora electa que representa la voluntad de
quienes no aceptan la atroz realidad que se encuentra constituyendo
la Alianza Cambiemos junto a los poderes económicos, mediáticos y
judiciales.
Desde diciembre de 2015, nuestro país es atravesado por la
institución de una nueva realidad: una realidad demoniáca,
perversa, brutal. En estos tiempos, ser opositor al Gobierno es un
deber moral ya que el Gobierno es un opositor radical a todo vestigio
de moralidad.
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