Ágoraa diario la arena política

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Maximiliano Cladakis-Edgardo Bergna editores. Organo de opinión política de Atenea Buenos Aires. Radio Atenea y Agora Buenos Aires

Escriben: Leandro Pena Voogt-

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miércoles, 21 de junio de 2017

La “política” como instrumento de despolitización

opinión. Agora...a diario 21/06/2017




Maximiliano Basilio Cladakis

La despolitización es una de las armas fundamentales del poder real para extender su dominio sobre las naciones. La industria cultural, a través de los mass media, de los diversos conglomerados del entretenimiento, incluso, de cierto sector del mundo académico, trabaja, a diario, para constituir una serie de subjetividades desvinculadas del universo político. Por lo general, los métodos más empleados son dos. Por un lado, la afirmación del individuo por sobre todo lazo comunitario a partir de “ideas fuerza” como los “logros personales”, el “esfuerzo individual”, y teorías forjadas en claustros universitarios que se fundamentan en el “individualismo metodológico” y en formulaciones metafísicas que sirven como base a las teorías económicas liberales. Por otro lado, por la vía negativa, se trata de hacer ver a la política como algo “sucio”, “corrupto”, de lo que hay que alejarse ya que, o bien quien se aboca a ella es alguien perverso, o bien es sólo un ciego que sirve a intereses ajenos a los propios.

Sin embargo, muchas veces la despolitización es, además, consecuencia de la “política”, o, mejor dicho, de quienes ocupan cargos públicos, o desean hacerlo, de quienes “trabajan” de “políticos”, o desean hacerlo. En este sentido, cuando los denominados “políticos” cumplen con el trabajo que les encargan las corporaciones económicas y mediáticas, tanto nacionales como transnacionales, se produce un efecto de despolitización, de alejamiento y negación de la política por parte de amplios sectores sociales que ven a los “políticos” como una “clase” ajena a la propia y que se encuentra consubstancializada con las clases dominantes, constituyendo un bloque único de poder. Con todo, también ocurre que, en espacios que no sirven de manera directa al poder económico, a veces se da una primacía de las aspiraciones personales, donde el “deseo de trabajar de político” se vuelve el centro de las discusiones y de los debates. En estos casos, la “política” se transfigura en una mera mesa de negociación para el mantenimiento o adquisición de cargos públicos, la “política” se reconfigura como instrumento de despolitización. Lo que está en juego no son los destinos de los pueblos, sino tan sólo una serie de aspiraciones personales o, a lo sumo, de aspiraciones sectarias: sectarias, porque cuando un partido o agrupación toman una decisión por su propio posicionamiento lo que acontece es que piensa a sí mismo como principio y finalidad de toda acción. Es una secta. Cuando lo que prima son cuestiones tales como el “armado de listas” o la distribución de cargos como si se tratase de un botín de rapiña, el eje de los debates ya se distorsiona por completo y la “política” se presenta como algo absolutamente alejado del pueblo.

Hay momentos históricos donde esto último emerge con una potencia arrolladora en los cuales la política se asemeja a esa “mesa de carniceros” de la que hablaba el filósofo alemán G. W. F. Hegel donde se sacrifican los más altos ideales. Es en momentos de ese estilo, en los cuales se torna imperativo recordar que nada de eso tiene que ver con la política propiamente dicha. En las mesas de negociaciones no hay política, sino negocios. Etimológicamente los negocios son la negación del ocio y el ocio para los griegos y romanos era el momento donde se desplegaban las actividades propiamente humanas. Entre estas se encontraba la política. La política es la búsqueda del bien común, el intento de constitución de un “nosotros” que no restrinja la propia particularidad sino que la enriquezca, es la posibilidad de advenimiento de una comunidad. En ese aspecto, en todo caso hay quienes trabajan en cargos públicos no de “políticos” ya que la política nos compete a todos y, como dijo alguien hace unos dos mil quienientos años atrás, el hombre es un animal político. Por lo tanto, cuando aparecen lenguajes esotéricos acerca de “listas”, “sellos”, etc., y la política aparece como algo más propio de un claustro que de una plaza pública, se denomina “política” a algo que es otra cosa.

En cierta medida, podría decirse que el sentido verdadero de la política es el ejercicio de la ciudadanía. Y ciudadanos somos todos.

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