Leandro Pena
En los primeros años de la década de los 90 las medidas neoliberales
del campo económico no tardaron en llegar al ámbito de la educación. Los términos
acunados en el mundo empresarial tuvieron su correlato en las políticas educativas
que se llevaron en América Latina. Bajo el slogan de formar un “producto
educativo” al ciudadano de un determinado lugar los términos eficiencia y
calidad eran los conceptos fundamentales que ciñeron los discursos tanto de la
formación docente como de las curriculas escolares poniendo énfasis en el casi
exclusivo vínculo de la escuela con el mundo del trabajo. Se trata ni mas ni
menos de una reducción conceptual y técnica de la economía a la educación.
En la primera década del siglo XXI, en nuestro país, el paradigma político presentó cambios
significativos que repercutieron en la educación. Por un lado, los cambios
económicos como consecuencias del fracaso del neoliberalismo en términos de
justicia social y distributiva. Por otro, y como consecuencia de lo anterior,
el fracaso escolar tanto en los niveles de matriculación de los alumnos/as como
en la partición del sistema educativo especialmente en el ámbito de la escuela
secundaria. Ambas cuestiones pusieron en tela de juicios las políticas educativas
implementadas.
A partir del año 2003 la educación en Argentina presentó un cambio
significativo superponiendo a toda mirada económico empresarial los conceptos
de justicia social y formación ciudadana. Un primer hito en esta cuestión fue
aquél viaje que todo el gabinete de Néstor Kirchner acudió a la provincia de
Entre Rios cuyos docentes hacia tiempo estaban en huelga y con la premura de que los
estudiantes corrieran el riesgo de perder el año. Como se puede ver en los
diversos archivos de aquellos años, la intención del entonces presidente, fue
escuchar con todos sus ministros al reclamo docente , a los alumnos y a los
padres. Este hecho ilustrará la que vino posteriormente en las políticas que
diversos ministros llevaron a cabo durante los últimos doce años, Tedesco,
Filmus y Sileoni. Los cambios significativos tuvieron que ver con la formación
y valoración del trabajador docente, el sistema educativo, la inclusión de los
estudiantes a la vida escolar como así también la promoción de talentos a los
investigadores.
En cuanto a la formación y la jerarquización de la profesión docente,
existieron en los gobiernos kirchneristas una revalorización de los ingresos per capita de
los trabajadores de la educación. Hecho que se pudo vislumbrar en las paritarias
abiertas a nivel nacional, en un trabajo conjunto entre el gobierno y los
representantes de los trabajadores, los sindicatos.
También se atendió a la reformulación del sistema educativo
constituyendo un solo sistema y en el caso del nivel secundario se tendió a
darle una unidad evitando la disección de los mismos en tres partes, eliminando
por caso la enseñanza general básica y estableciendo un orden en la formación y
en la direccionalidad del ciclo superior.
Por otra parte también, a partir de la conformación de la asignación
universal por hijo, la matrícula en algunos establecimientos educativos creció
significativamente dado que para que cada familia pudiera recibir este
reconocimiento salarial, los menores debían tener las vacunas al día y encontrarse
inscriptos en la escuela. Medida ésta
que sin duda fue un aporte en términos de salud y educación.
Por otro lado, ocurrió un hecho fundamental: se declaró la
obligatoriedad de la escuela secundaria haciendo hincapié en la necesidad de
que todo ciudadano sea reconocido como sujeto de derecho en términos de
formación educativo – cultural. En consonancia con esto último se implementó en
el nivel medio, una curricula denomina “Construcción de la ciudadanía” con el
fin de poder problematizar el vínculo entre el sujeto con la comunidad. También, en términos de inclusión, se propuso
como necesidad la inclusión de estudiantes especiales a la escuela secundaria
con el fin de lograr una mayor integración de aquellas personas con capacidades
diferentes al ámbito escolar.
Otro hecho significativo ha sido el reordenamiento del Conicet en
términos estructurales
, la asignación presupuestaria y los concursos públicos y abiertos para
la la formación de científicos y técnicos. Este reordenamiento y jerarquización
del campo científico tuvo como consecuencia la incorporación de jóvenes
calificados en términos académicos para el desarrollo de la ciencia y de la
técnica.
Desde hace más de un año las políticas en educación en nuestro país
presenta cambios significativos. El paradigma del fantasma neoliberal asoma con
mas firmeza en términos de política educativa y enseñanza escolar. Este año en
líneas generales la paritaria docente ha sido menor que la inflación vigente y
los mismos no han sido consecuente con la escala salarial. Por otro lado, se
han implementado jornadas en el marco del plan aprender ajena a todo consenso
sindical y sin evaluar la oportunidad del momento mostrando un esceptismo sobre
las razones y el fundamento de dicha actividad teniendo como correlato una
promesa de pago a todos los que allí participaron algo que en principio fue
anunciado que en principio no se iría a realizar, poniendo en jaque de este
modo, la palabra empeñada frente a la jerarquización y valoración del trabajo
de la educación. Por otro lado el estado comienza a desentenderse de la
formación de sus científicos anunciando un desfinanciamiento del Conicet de un
60 % como parte de un recorte presupuestario. Hecho sumamente relevante dado
que la cantidad de jóvenes talentosos y destacados de nuestros país ven mermadas sus potencialidades perdiendo así el estado las posibilidades de
brindarles un desarrollo cientíifco y técnico que seguramente redundaría en
nuestra patria. Se trata ni mas ni menos
que de una no inversión del estado argentino
en sus ciudadanos, de una forma política llevada adelante por la alianza
cambiemos.
En consonancia con lo expuesto hasta aquí, sobre el modo de
implementación de las políticas educativas, varios hechos han ocurrido
últimamente. Un de ellos ocurrió hace unos meses, en la Provincia de Neuquén,
cuando el ministro de educación habló en una sede de la Universidad Nacional de
Río Negro, allí expresó que las políticas educativas eran una nueva campaña del desierto, ya no con
espada sino con educación . Palabras no menores en términos políticos y
educativos. Resulta inadmisible el argumento desde cualquier punto de vista. La
educación no es un hecho filantrópico. Habría que explicarle al ministro que la
educación no es la conquista de una cultura ni mucho menos y que la formación
de los ciudadanos es un hecho de iguales con los mismos derechos.
Otro, hace unos días atrás y como correlato de lo anterior, el
representante de la educación de nuestro país, sostuvo en 2° Conferencia
Industrial Argentina organizada por la Unión Industrial Argentina (UIA) que el
no les hablaba a los empresarios como ministro de educación sino como gerente
de recursos humanos. Argumento falso si los hay. En la función publica se habla
del lugar que ocupa no del lugar que le parece conveniente y lo que es mas
grave aún desestimó y transfiguró su rol eminentemente social en términos de
justicia social educativa en gerente de recursos humanos. Efectivamente lo
primero sería lo esencial para concienciar al mundo empresarial de lo
importante que resulta la educación y la formación ciudadana para que luego los
que culminan su ciclo de estudio puedan acceder a un trabajo digno conformando
así un tejido social que no se desmembrana al terminar la secundaria sino que
la educación y la salida laboral próxima
son un entramado necesario del cual el Estado es partícipe fundamental en
términos de justicia social y educación distributiva, junto con los empresarios
quienes reciben ganancias no solo porque invierten sino porque se les crean las
condiciones para ello.
Esta última semana nos enteramos por los medios que Argentina había
sido excluido de las pruebas denominadas PISA. Una evaluación con alta
connotación empresarial en términos evaluativos tanto en su metodología como en
los principios que la rigen para los resultados. Dicha exclusión instaló mucha
polémica pero poca discusión. La polémica mayor ha sido exponer que el gobierno
anterior incumbió en error técnico. El ex ministro Sileoni explicó las razones.
Independientemente de la polémica mediática y trillada ya a un año de gobierno del Pro , es echar la
culpa al gobierno anterior del presente sin esgrimir responsabilidades por actual
realidad y sin tener en cuenta que, para evaluar la calidad propuesta por las ideas neoliberales
educativas será necesario repensar que educar no es conquista como Roca ni erigir
tecnicismos propios de los llamados recursos humanos, sino atender a la
formación de los ciudadanos de un lugar con su propias problemáticas. Claro
está que eso resulta peligroso para algunos que ven una distancia entre la
escuela y la política, entre la escuela y los problemas de los ciudadanos entre
un sujeto de derechos y una óptica sesgada en el utilitarismo que propone con
fundamento el ajuste, el recorte y la falta de políticas que fomentan la justicia
educativa como forma de implementación una educación distributiva.
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