Maximiliano
Basilio Cladakis
En la Universidad Nacional Arturo Jauretche,
Cristina señaló que la economía no es una ciencia exacta, incluso sostuvo que
la economía directamente no es una ciencia. En contraposición con los dogmas
liberales y neoliberales, e incluso haciendo una crítica a los economistas
heterodoxos, la ex presidenta definió la economía como la interacción entre
distintos actores sociales, interacción donde el Estado cumple un rol
preponderante. Esto significa dos
cuestiones de suma relevancia para la comprensión de nuestro horizonte político
actual.
Por un lado, la economía constituye una
parte de la política, no se trata de algo escindido de ella. En este aspecto,
lo dicho por Cristina no es una novedad. Ya desde la antigüedad, podemos
encontrar en las obras de Platón y de Aristóteles la comprensión de la economía
como parte de la praxis política. Sólo a partir de la consolidación del
capitalismo como sistema dominante y de la emergencia de los pensadores
liberales en el siglo XVIII, la economía aparece representada como una esfera
de la vida que, al igual que la naturaleza, es regida por leyes propias, inflexibles
e inexorables. Gran parte de la obra de Marx estuvo dedicada a develar que las
supuestas leyes de la economía no son otra cosa que la fetichización de
prácticas humanas, llevadas a cabo para el beneficio de las clases dominantes. La
presentación del actual gabinete económico como un equipo de técnicos no es,
por tanto, más que una especie de máscara para ocultar que sus acciones no
tienen por finalidad más que la acumulación del capital por parte de los
sectores concentrados de la economía.
Por otra parte, la idea de que el rol del
Estado es de suma relevancia pone de relieve la falacia del libre mercado.
Cristina sostuvo enfáticamente que a la economía la dirige el Estado para el
beneficio de las grandes mayorías populares o la manejan las corporaciones para
beneficio de sus propios intereses. El Estado, por acción o por omisión,
siempre está presente. Su finalidad es la defensa y despliegue del bien común.
En este sentido, la finalidad del Estado es una finalidad ética. Sin embargo,
cuando el Estado aparece cooptado por las corporaciones es sólo otra
herramienta entre muchas para el interés de ella. El aparato del Estado, entonces, es empleado para la
maximización de ganancias de los sectores dominantes de la economía, lo que
llamamos el poder real. Es lo que acontece en la Argentina desde el 10 de diciembre
del 2015.
La Alianza Cambiemos es una medio más para que las corporaciones
manejen la economía, para que hagan y deshagan los destinos del país según
convenga a sus intereses, dejando a grandes capas de la población en la
desocupación, la pobreza y la miseria.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario