Maximiliano
Basilio Cladakis
El lema “Cristina es pueblo” no es una mera
frase de campaña. Por el contrario, es una sentencia profunda que lleva en sí
la potencia develadora de las grandes disputas que han atravesado a nuestro
país los últimos años. La ampliación y reconocimiento de derechos acontecidos
durante los últimos tres gobiernos nacionales tienen en Cristina su encarnación
concreta. Cristina es la figura actual
de aquel periodo que benefició a los sectores vulnerables de la población y
delimitó el poder omnívoro del capital concentrado y de las corporaciones
económico-comunicacionales. Gramsci definía al pueblo como los sectores que se
encuentran en relación de subalternidad con respecto a las elites dominantes.
Precisamente, las políticas llevadas a cabo por Néstor y Cristina tendían a
extender los límites de lo posible para dichos sectores.
El actual presidente Mauricio Macri es, por
el contrario, el representante de ese capital concentrado que hoy se encuentra
en un periodo de fortalecimiento y de avance para ganar el terreno perdido
durante doce años. La llegada de la Alianza Cambiemos al Poder Ejecutivo de la
Nación representó, sobre todo, la toma del aparato estatal por parte de un
entramado político, económico y cultural constituido, entre otros, por la
oligarquía agroexportadora, los capitales especulativos transnacionales, las
corporaciones multimediáticas y amplios sectores del Poder Judicial (hoy ya
constituido, en la práctica, como “Partido Judicial”). La finalidad de dicha
alianza no es otra que extender sus intereses por sobre cualquier otro interés;
es decir, que su interés sea el único interés. A la entente restauradora la
moviliza, pues, una voracidad absoluta y para satisfacerla, necesariamente,
debe cercenar los derechos de las grandes mayorías populares.
No es casual, por lo tanto, que el avasallamiento
de derechos que se está llevando hoy a cabo, vaya aparejado con el
hostigamiento y persecución permanente hacia Cristina. Se trata del mismo
proceso. En un acto realizado en las Plazas del Pueblo de San Martín, el
diputado Edgardo Depetri dijo que tocar a Cristina no sólo es llevarla a
declarar a Comodoro Py, sino que es también realizar despidos masivos, aumentar
exponencialmente el nivel de pobreza, atropellar los avances hechos en el
sistema previsional, etc. “Cristina es pueblo” porque su obra amplió los
derechos del pueblo y mejoró las condiciones materiales de existencia de este.
Desterrar la figura de Cristina al descredito, bajo el fantasma de la corrupción,
es una táctica para deslegitimar su obra y la de Néstor Kirchner, el compañero
de toda su vida.
Esto último es fundamental: Cristina es
Pueblo y Cristina es, también, Néstor. Recordemos, siempre, que ensalzar a una
figura que atentó contra los intereses del establishment
tras su desaparición física para contraponerla a la de su continuador es una
táctica constante: pasó con el Che respecto a Fidel, pasó con Perón respecto a Néstor y, hoy pasa, con Néstor respecto a Cristina.
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