Maximiliano Basilio Cladakis
Cristina volvió a hablar en público y lo
hizo frente a una comunidad. En tiempos donde las lógicas serializantes se han
convertido en hegemónicas, el discurso pronunciado por la ex presidenta se
desplegó frente a un “nosotros”, no frente a una mera y abstracta sumatoria de “yoes”.
Banderas, símbolos, valores e ideales constituyeron ese “ser común” (que no anula las individualidades sino que
las enriquece) que se congregó en un acto de apoyo que devino en acto de
reafirmación de una identidad política, ética e ideológica: el kirchnerismo.
El discurso de Cristina dejó en claro, al
menos, tres cuestiones. Por un lado, que, aún sin ocupar ningún cargo público,
continúa siendo la líder indiscutible del movimiento nacional-popular. Por
otro, que el kirchnerismo es el antagonista real
de la fuerza que hoy gobierna la Argentina. En tercer lugar, las palabras de
Cristina fueron un manifiesto de coherencia y consistencia. Lejos de toda
especulación, lejos de todo atisbo de mercantilización de la política, el marcado
sentido ético-ideológico del discurso aleja cualquier duda que alguien pudiera
tener. Cristina sigue manteniendo en alto las mismas banderas que cuando
presidia el Poder Ejecutivo.
Cristina pronunció su discurso tras cuatro
meses del gobierno de la Alianza Cambiemos. En esos ciento veinte días, la
Argentina se reconfiguró política y económicamente en pos de los intereses de
los sectores concentrados de la riqueza. El reencuentro del movimiento
nacional-popular con su líder se dio, además, en un marco más que simbólico.
Cristina siendo llamada a indagatoria a partir de una “causa” que no puede ser
llamada “causa” por un juez que no dudo en acribillar a balazos a dos personas,
evidencia un polo de oposición y de antagonismo donde, de un lado, se encuentra
lo nacional-popular y, por el otro, los grandes poderes corporativos.
Cristina lo remarcó varias veces en su
discurso: los grandes grupos corporativos están avasallando los derechos de los
sectores vulnerables de la población. Despidos masivos, represión, presos
político, persecución ideológica, etc. “Los argentinos estamos perdiendo la
libertad”, dijo, incluso. Dentro de esos polos de oposición, el kirchnerismo
representa los intereses y derechos de las mayorías. Frente a este proceso de
cercenamiento de libertades y derechos, Cristina no sólo realizó una
descripción sino que, también, planteo una alternativa: unidad y organización.
La unidad y la organización se avizoran,
pues, como el gran desafío del movimiento-nacional popular para resistir esta
etapa y proyectarse nuevamente como posibilidad de gobierno. Quien escribe
considera que el liderazgo de Cristina es uno de los ejes fundamentales para la
cohesión de este movimiento del que se siente partícipe.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario