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Maximiliano Cladakis-Edgardo Bergna editores. Organo de opinión política de Atenea Buenos Aires. Radio Atenea y Agora Buenos Aires

Escriben: Leandro Pena Voogt-

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domingo, 21 de febrero de 2016

Libertad y seguridad

opinión. Agora...a diario 21/02/2016



Maximiliano Basilio Cladakis

   Las palabras adquieren su sentido dentro de una visión del mundo totalizadora donde cada término se refiere al otro en un complejo entramado dialéctico. Las palabras aisladas son meras abstracciones que sólo se tornan concretas dentro de una totalidad organizada sistemáticamente. “Libertad”, “seguridad”, “felicidad”, tomadas de manera aislada, no son más que vacuidades. Es decir, no significan nada.

   El neoliberalismo, en tanto proyecto político, económico y cultural, es un sistema de pensamiento. Como sistema de pensamiento, cada elemento se articula con el otro constituyendo, en términos de Antonio Gramsci, una visión del mundo más o menos coherente. Ya desde su propia nominación, el neoliberalismo se presenta como un sistema que se funda en un valor axial: la libertad.  Hablar de “libertad” es hablar de una cuestión debatida en la historia del pensamiento durante siglos. Cada corriente filosófica problematiza en torno a ella y se  bifurca por senderos muy distintos: estoicismo, cristianismo agustiniano, cristianismo tomista, protestantismo, iluminismo, kantismo, existencialismo, etc.

   En el caso del neoliberalismo, hay una herencia y radicalización de la forma en que la libertad era concebida por el liberalismo económico del siglo XVIII. Se trata,  a primera vista, de una “libertad de”, no de una “libertad para”. Sin embargo, esta concepción culmina, ineludiblemente, en un “para”. La libertad del neoliberalismo se encuentra definida y determinada como “libertad para comerciar”, lo que equivale a la reducción de la libertad al libre comercio.

   Bajo esta concepción de la libertad, se establecen dos momentos que, si bien a primera vista, pueden parecer antagónicos, son, en verdad, complementarios. El primero es el momento “negativo”. Este momento se refiere a la no intervención del Estado en los asuntos comerciales, asuntos que se despliegan en el mercado. El libre mercado, por tanto, es la forma en que la libertad se realiza en el horizonte del neoliberalismo. El segundo momento es el momento positivo. Se refiere a la presencia del Estado para asegurar la libertad de comercio. Si bien  superficialmente se habla de la no interferencia del Estado, el neoliberalismo reclama un Estado presente que asegure dicha libertad.

   La finalidad del comercio no es otra que la acumulación de capital y la maximización de ganancia por parte de los propietarios, pues sólo comercia quien tiene algo para comerciar. La comprensión, por tanto, de la “seguridad” del sistema neoliberal se constituye a partir de la determinación de la libertad como libertad de comercio, comercio que se encuentra fundado en la propiedad privada. La “seguridad” se funda en la protección de la propiedad privada y del libre juego del mercado, el cual en términos concretos no es otra cosa que la libre voluntad de los propietarios  para continuar su proceso de acumulación. Desde el neoliberalismo, la seguridad no se comprende como”seguridad para todos”, lo que implicaría hablar de seguridad laboral, sanitaria, educacional, etc., sino que se limita a los poseedores de capital.

   A partir de la comprensión del neoliberalismo como sistema totalizador de ideas y prácticas se vuelve inteligible que los discursos en torno a la libertad y a la seguridad como represión transiten unidos. El proyecto de acumulación de capital y la represión hacia los no propietarios son parte de un mismo sistema.

   En este sentido, el protocolo de seguridad de Patricia Bullrich es el complemento necesario de las políticas económicas llevadas a cabo por Prat-Gay.




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