N. Macchiavello
y algunas reflexiones filosóficas y políticas en torno a los debates y
conflictos del gobierno Argentino durante 2003-2015
En este breve
artículo nos proponemos exponer algunas ideas sobre la temática del conflicto
en Los discursos a la primera Década de
Tito Livio de Macchiavello y reflexionar de qué modo y en qué medida
existen ciertas correspondencias tanto en el origen como en el fundamento del
conflicto con el modo de gobierno argentino
entre 2003-2015
1.
El conflicto como
fortalecimiento
Sin duda, el
pensamiento de Macchiavello, a través de sus obras y de su vida pública, ha
sido uno de los principales acontecimientos acaecidos en el Renacimiento y su
repercusión a largo de la historia ha alcanzado innumerables referencias y
estudios en lo que a la filosofía política se refiere. Sin embargo, sus ideas
filosóficas suelen ser tomadas en su contexto o muchas veces su lectura se
acota al Príncipe (1513) mostrando así
una idea sesgada del autor. Acotaremos una breve reseña de los apartados 4,
5 de Discursos
sobre la primera década de Tito Livio (1517) sin desdeñar la obra anterior
dado que ambas se complementan.
En los Discursos sobre la primera década de Tito
Livio (1517) el pensador florentino desarrolla sus reflexiones filosóficas
de manera anacrónica, retornando al origen de la vida política romana antigua para
poder iluminar y proponer, en base aquellas ideas, una posibilidad de unión de
los reinos de Italiadel SXVI en una sola república. Es interesante observar que
el filósofo considera que él origen de la virtú, el de las leyes y el fortalecimiento
de vida pública es el conflicto. Lo vemos cuando dice:
“Creo
que los que condenan los tumultos entre los nobles y la plebe atacan lo que fue
la causa principal de Roma, se fijan más en los ruidos y gritos que nacían de
esos tumultos que en los buenos efectos que produjeron, y consideraran que en
toda república hay dos espíritus contrapuestos: el de los grandes y el del
pueblo, y todas las leyes que se hacen en pro de la libertad nacen de la
desunión entre ambos.” (N. Macchiavello 1987:39)
Como vemos aquí,
en esta relectura reflexiva-filosófica el pensador florentino destaca la
importancia que ha tenido el conflicto para la conformación de una república.
El mismo resulta ser el origen y la esencia de la república, en este sentido,
el filósofo no apuesta a un estado de naturaleza humana pre-existente sino a la
fuerza política emanada de las voces de los propios ciudadanos que fueron las
que hicieron posible cualquier orden político efectivo. Se trata de un orden
que no excluye las voces ni de unos ni de otros porque el conflicto nace
efectivamente -como lo señalamos en la referencia- de los intereses
contrapuestos de los nobles y la plebe. En este sentido el tumulto y fuente de
discordia son también el encuentro de realidades y posibilidades económicas,
sociales y culturales distintas, lo que hace suponer necesidades diferentes. Por
otra parte, vemos también que el florentino señala que hay en la vida política
dos grupos bien diferenciados, que poseen, necesidades y espíritus distintos y
que, en definitiva, las leyes de bien público nace de los alaridos, gritos y
tumultos que se producen de estos grupos diversos y claramente diferenciados.
Nótese que el calificativo para unos es el de los grandes y para otros el del
pueblo, categorías no menores, los grandes son los nobles, el pueblo lo que
conocemos como plebe.
De esta manera,
cuando el tumulto surge en la vida política, emergen los desencuentros y
convergen las necesidades propias de cada sector; sin embargo, la esencia de la
vida pública es el conflicto porque es
el mismo -según Macchiavello- el que fomenta el orden y mantiene viva la republica
a través de este movimiento político que genera el tumulto. En efecto,
“No se
puede llamar, en modo alguno, desordenada una república donde existieron tantos
ejemplos de virtud, porque los buenos ejemplos nacen de la buena educación, la
buena educación de las buenas leyes, las buenas leyes de esas diferencias
internas que muchos, desconsideradamente, condenan, pues quien estudie el buen
fin que tuvieron encontrará que no engendraron exilios ni violencias en
perjuicio del bien común, sino leyes y órdenes en beneficio de la libertad
pública” (N. Macchiavello 1987:39)
2- Conflicto y libertad
En todo
conflicto de intereses existen tensiones y diferencias, estas mismas son las
que producen leyes y, por lo tanto, leyes que fomentan el orden de la vida
pública; de este modo, lo que la diferencia, sostiene, no es tanto el
anquilosamiento de posturas contrapuestas sino el restablecimiento de la
libertad pública en beneficio de cada ciudadano mediante la ley. Sería, por
tanto, llamativo, un gobierno o un ejercicio de la política donde prime el
consenso, las igualdades sean supuestas y se garantice un orden en la republica bajo la idea del bienestar armónico como
constituyente de todo orden civil.
Ahora bien, el
pensador florentino piensa que el tumulto que generan los pueblos no está
revestido de un carácter negativo ya que
“los deseos de los pueblos libres raras veces son dañosos a la libertad, porque
nacen , o de sentirse oprimidos, o de sospechar que pueden llegar a estarlo”(N.
Macchiavello 1987:39) Vemos entonces que la propuesta consiste en una óptica
que revaloriza la naturaleza humana fundamentando el carácter positivo de los
deseos y también de la racionalidad, en
el sentido que el pueblo tiene conciencia de sentirse oprimido o puede
sospechar que ello pueda pasarle. En este sentido, Macchiavello hace hincapié
no tanto en la fuerza de la nobleza para la emergencia del conflicto sino en la
capacidad desiderativa y de discernimiento que los pueblos tienen sobre su
presente y sus posibilidades futuras. En este sentido, el pueblo es el que, en
definitiva, plantea el conflicto y busca una libertad en la vida pública mediante la ley; y que los
deseos que busca son tan valiosos en su propia naturaleza como en la vida
pública.
Algunas cuestiones
relevantes para concluir de estas ideas de Macchiavello. En primer lugar, el
carácter relevante del conflicto y la participación social para el mismo. En
segundo lugar, la necesidad de la ley para poder otorgar la libertad pública.
En tercer lugar, y como consecuencia de esto último, resulta sumamente importante
cómo la formulación de las leyes otorga el bienestar público y fomenta la educación y la constitución de ciudadanos
formados en la virtú. Finalmente, el carácter positivo del pueblo ya que éste encuentra
su libertad a través del conflicto, en este sentido, hay una revalorización de
la esencia del pueblo y de su racionalidad en la búsqueda de sus condiciones y
posibilidades de legitimación.
3- El conflicto, fuente
revitalizadora del estado.
Sería
pretensioso y osado de nuestra parte sostener que las etapas del gobierno de Néstor
Kirchner como de Cristina Kirchner ocurrieron en un momento histórico con
características similares a las del renacimiento, esto sería imposible no solo
por los actores sin por la historia misma de nuestro país, sin embargo, la
formulación del conflicto del florentino permite reinterpretar y hacer una
lectura política del gobierno de estos últimos años; quizás aquí a modo de
apéndice por la brevedad del escrito.
Sin embargo, si
podemos destacar que los innumerables conflictos desatados durante estas etapas
presidenciales que datan desde el año 2003 hasta la fecha y que se caracterizaron por el debate de:
ideas políticas, como consecuencia de una revalorización de la vida pública-ciudadana,
ideas económicas que atendieron las necesidades colectivas por encima de
intereses individuales, e ideas sobre derechos humanos relegadas en el tiempo y que han saldado en
mayor medida una deuda social: Condenar a los responsables de quienes han
puesto en jaque la valoración de la identidad personal e individual
apropiándose libremente y sin reparos en la vida de otros. Durante estos años
de conflictos y de debates permanentes se pudieron ver dos ejes que, bajo
diferentes maneras, permanecieron en constante diputa y que atravesaron las
ideas políticas antes mencionadas, el eje liberal/neoliberal y de justicia
social/dignificación individual. Teniendo
el primero como respaldo: fundamento y
hasta a veces con argumento los medios masivos de comunicación, algunos
intelectuales nacionales y extranjeros, grandes grupos económicos también
nacionales y extranjeros, gobiernos (EEUU y España por momentos como por
ejemplo), gobernadores de diferentes provincias y algunos representantes
propios del gobierno que, con el tiempo y por los vaivenes de la política,
trastocaron los valores personales con que habían sido elegidos y se pusieron
en la vereda del frente. El segundo eje fue configurado a partir del segundo
puesto en una elección en el año 2003 y cuyo argumento fundamental fue
fortalecer las instituciones civiles y poner en debate el paradigma político
preestablecido. Durante estos años el conflicto ente los ejes opuestos fue
permanente y los resultados fueron
contundentes: Las ideas políticas se vieron propuestas y reflejadas, obviamente
mediante conflictos, en la reforma política, la reforma de los diferentes códigos
y fundamentalmente en la participación activa de los ciudadanos en la vida
pública. Las ideas económicas, lucha de intereses mediante, logró bajar la
desocupación, proponer nuevos modelos de producción, valorizar la economía
interna y restituir empresas argentinas que ya no portaban la bandera nacional
como estandarte de producción y fomento del trabajo. Las ideas sobre derechos
humanos con mayor sesgo unas veces y otras a la par de las anteriores, se
hicieron efectivas sin dejar de lado el debate y el concepto de lo que
significa ser sujeto, no tanto en términos cuantitativos sino cualitativos,
viéndose esto con nitidez en : el juzgamiento y condena a la junta militar y a todos aquellos que
hubieran participado en actos reprobables, convertir los lugares de oprobio en
lugares de reflexión sobre la construcción subjetiva-colectiva y
problematizando la identidad y la constitución de la propia identidad ciudadana
a partir de las consecuencias de hechos aberrantes acaecidos durante la última
dictadura militar.
Una lectura
sesgada podría aseverar que el país ha sido dividido en dos y un sentido
romántico propondría que es necesario reunirnos y unificarnos para lograr estar
todos juntos. Algo así como una cosmética política de la unidad. La pregunta
que gira en torno a esta disparidad de
criterios, ideas y formulaciones es si: ¿Alguna vez no hubo conflicto en
la historia de la política? ¿Alguna vez no existieron aquellos que deseaban ser
respetados y reconocidos en su identidad ciudadana? ¿No se ha maquillado el
conflicto muchas veces con promesas multicolores? ¿ No será el conflicto el
fundamento de la libertad individual?
Sin duda, la
idea del tumulto del pensador florentino puede teñir de luz los claroscuros y los
avatares de un presente mediático y despilfarrador de términos sin una
significación clara más allá de los intereses ajenos al Estado argentino. En
este sentido, vemos que el conflicto en estos últimos años fue la respuesta a
la necesidad misma de configurar: el rol de estado mediante ideas políticas
económicas y sociales oponiendo la idea de repartir a la de conformar y dando espacio a diferentes sectores de la
sociedad que no tenían participación plena en la vida política: las mujeres,
los jóvenes, los artistas y los intelectuales, sin que estos conformaran una elite sino, por el contrario, en algunas
oportunidades han generados críticas a las resoluciones de conflictos. Tal vez
sería interesante repensar algunas ideas del florentino con la forma del
ejercicio del poder de este gobierno, teniendo en cuenta las problemáticas
detalladas anteriormente y las ideas propuestas como alternativas o como
respuestas al conflicto. Teniendo en cuenta que el conflicto ha formado parte de la praxis constitutiva del gobierno
de Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner ya que nada quedo librado a
la fortuna sino que, conjuntamente con las dificultades propias de todo vida
política: hubo diseño, estructura y formulaciones racionales y argumentadas a
la hora de implementaciones políticas, debates sociales y políticos y fundamentos
de razón donde prevaleció el interés colectivo por el individual restringido.
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