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Maximiliano Cladakis-Edgardo Bergna editores. Organo de opinión política de Atenea Buenos Aires. Radio Atenea y Agora Buenos Aires

Escriben: Leandro Pena Voogt-

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miércoles, 22 de abril de 2015

Democratizar y emancipar

opinión. Agora...a diario 22/04/2015





Maximiliano Basilio Cladakis

   “Democracia” y “emancipación” son substantivos y la substantivación implica el riesgo de la osificación, el riesgo, el peligro, de que conceptos fundamentales para la vida colectiva se transformen en una mera pieza de museo, es decir, en piedra muerta. En lo que concierne a estos dos conceptos, los substantivos se deben fundar en los verbos, no al revés. “Democratizar” y “emancipar” son verbos, acciones, que designan una praxis continua, inacabada e inacabable. La prevalencia del verbo implica la prevalencia de la acción por sobre las formas fosilizadas en una dialéctica abierta, que jamás llega a una síntesis última, una dialéctica que es el decurso mismo de la historia, de su perpetuo movimiento  y transformación.

    Hablamos de “democratizar” y “emancipar”. Ligamos bajo una conjunción dos conceptos que, a primera vista, podrían inferirse diferentes, no opuestos, pero sí diferentes. La conjunción es adrede. Hablamos desde la “periferia”, desde el mundo negado por el Mundo, desde el “patio trasero”, desde lo subalterno, desde un continente cuyas venas abiertas brindaron su sangre para alimentar al Occidente civilizado, centro real de la historia según la lógica imperial.

    El Imperio, pues, se realiza en actos que constituyen una lógica, no una lógica formal, sino una lógica concreta, histórica. Esta lógica, por su parte, se sedimenta en lo que Sartre llama lo “práctico-inerte”. La praxis se vuelve una inercia que determina el campo de posibilidades de las acciones posteriores. Al mismo tiempo, la lógica imperial determina el campo de acción del mundo “imperializado”. La alternativa cookeana “liberación o dependencia” se encuentra determinada por el imperialismo. Desde la periferia del mundo, que es periferia a partir de la totalización imperial, la alternativa se realiza en proyectos políticos radicalmente opuestos. Se trata de una elección absoluta. Optamos, necesariamente, por uno de los dos términos de la disyunción y, a partir de allí, llevamos a cabo nuestras praxis, las cuales generarán, sucesivamente, una contra-praxis desde aquel que imperializa.

     En este sentido, nos encontramos frente un permanente juego de entrecruzamientos dialécticos, de totalizaciones y destotalizaciones, donde el “afuera” y el “adentro” se determinan recíprocamente. En este aspecto, democratizar y emancipar son términos que establecen los límites y sentidos de  todo acto político, los cuales, necesariamente, se circunscriben en un proyecto político omnienglobante. Pues,  todo proyecto político es totalizador: optar por democratizar es optar por emancipar y optar por emancipar es optar por democratizar. Cualquier discurso que no se fundamente en esta relación, que plantee uno de los términos sin plantear el otro, es una máscara detrás de la cual se esconde la subordinación y la desdemocratización, no porque democratizar y emancipar sean lo mismo, sino porque son elementos constituyentes de una unidad totalizadora dadora de sentido.

    Desde hace (años más, años menos) una década, los latinoamericanos tomamos la elección de democratizarnos y emanciparnos. Como toda elección, se trata de una elección que debe ser retomada día tras día. Más aún hoy, cuando el Imperio vuelve a tenernos en el centro de la mira.





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