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Maximiliano Cladakis-Edgardo Bergna editores. Organo de opinión política de Atenea Buenos Aires. Radio Atenea y Agora Buenos Aires

Escriben: Leandro Pena Voogt-

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viernes, 14 de noviembre de 2014

Sarmiento y la Soberanía Nacional

opinión. Agora...a diario 14/11/2014

Edgardo Pablo Bergna

Maximiliano Basilio Cladakis


Hay quienes dicen que las casualidades no existen. Sin embargo, sea por causalidad, o sea por causalidad, es llamativo que, en las vísperas del Día de la Soberanía Nacional, los apologistas de Sarmiento hayan comenzado a lanzar gritos en el cielo por una supuesta falta de respeto cometida por el personaje Zamba hacia el autor del Facundo en un programa de dibujos animados transmitido por el canal estatal Pakapaka.

Es llamativo, porque entre la Soberanía Nacional y Sarmiento hay una relación intrínseca, ineludible. Hablar de Soberanía Nacional es hablar de Sarmiento y hablar de Sarmiento es hablar de Soberanía Nacional. Claro está que esta equivalencia se da por medio de la negación. Sarmiento es la negación de la Soberanía Nacional, así como la Soberanía Nacional es la negación de Sarmiento.

Decir esto no es incurrir, como algunos podrían suponer, en una suerte de revisionismo histórico trasnochado. Por el contrario, es remitirnos a la historia y a la razón, es dejar el terreno de la mera abstracción e incursionar en lo concreto. Ni la Soberanía Nacional, celebrada en los próximos días es un mero valor vacío de contenido, ni Sarmiento es un sujeto al que se le puedan abstraer todas sus determinaciones históricas, para quedarnos únicamente con un “gran escritor” o con “alguien que pensó el país”. Por el contrario, lo importante es qué escribió y qué pensó (y nos limitamos al Sarmiento “intelectual”, puesto que también fue Presidente, lo que podría llevarnos a qué es lo que “hizo” como Primer Mandatario).

La Soberanía Nacional conmemorada el 20 de noviembre se refiere a un acontecimiento histórico concreto: el Combate de la Vuelta de Obligado, punto axial de la resistencia argentina al bloqueo e invasión anglo-franceses. La Argentina en gestación, la Argentina que apenas estaba haciéndose, la Argentina no sólo de Juan Manuel de Rosas, sino de los sectores populares, la Argentina, en términos sarmientinos, Americana, se había enfrentado a las dos potencias más grandes de la época. Fue una gesta heroica comparable al triunfo sobre los ingleses al principio del siglo XIX y a las primeras luchas independentistas contra la corona española. Era, como lo diría el propio San Martín al entregarle su sable a Rosas, una continuación de dichas luchas.

Sarmiento ocupó un rol muy importante en dicha gesta: ser uno de los que, desde el exterior, alentaba la invasión anglo-francesa a nuestra patria y que, incluso, exigía que dicha invasión sea más agresiva de lo que fue. Cabe aclarar que esto no surge de alguna carta secreta, ni de un documento perdido recién descubierto, sino que es explicitado por el propio Sarmiento en su obra más reconocida, es decir, Facundo. Sarmiento es, por lo tanto, la antítesis de la Soberanía Nacional.

Y para decir esto no hacen falta ni grandes exegesis ni intrincadas hermenéuticas. Sólo alcanza con leer el libro mencionado. Facundo es una obra clara, maciza, sin fisuras ni ambigüedades. Hay dos argentinas: la Argentina Americana que es la Argentina bárbara y la Argentina Europea que es la Argentina civilizada. Entre ambas argentinas no hay mediación posible. El poncho se enfrenta al frac y viceversa, sólo uno puede sobrevivir (los que hablan de la profundidad de Sarmiento, deben tener complicaciones en este punto y no ver en la importancia que el Sanjuanino le da al frac algo, mínimamente, un poco estúpido).

La Argentina Americana, bárbara, es la que sostiene su soberanía, en tanto que es la que hizo frente a los embates de las potencias europeas. Frente a esa Argentina, el propio Sarmiento declara explícitamente en el Facundo ser un traidor. “Traidor a la causa americana”, se reconoce a sí mismo. Por lo tanto, decir que Sarmiento es un traidor a la Patria, y también a América Latina, no es injuriarlo, sino tan sólo repetir lo que él mismo dice. La apuesta de Sarmiento es por una Argentina dependiente de las potencias, que le venda a estas sus materias primas y le compre sus manufacturas por los siglos de los siglos (esta expresión aparece en el texto en cuestión), que “libere” sus ríos al comercio exterior, que se subyugue a “la Europa” para, quizás, algún día poder aprender algo de ella.

Más allá de su calidad literaria (que, en última instancia, no es más que una cuestión subjetiva), el mérito, si es que puede ser denominado así, del Facundo es el de ser una de las obras mentoras de la ideología neocolonial en la Argentina.

Desde esta perspectiva, Sarmiento y su obra triunfaron ya que los apotegmas presentados en el texto se han vuelto apotegmas del sentido común hegemónico. Cada una de las tesis del Facundo es repetida constantemente por quienes apuestan por una Argentina sometida a los poderes fácticos extranjeros y en donde la soberanía nacional no sea más que una palabra vacía, e, incluso, inexistente.



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