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Maximiliano Cladakis-Edgardo Bergna editores. Organo de opinión política de Atenea Buenos Aires. Radio Atenea y Agora Buenos Aires

Escriben: Leandro Pena Voogt-

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miércoles, 18 de junio de 2014

Patria o corporaciones

opinión. Agora...a diario 18/06/2014



Maximiliano Basilio Cladakis

   “Patria o corporaciones” es un lema ya clásico dentro de la militancia kirchnerista. La disyunción es el correlato de la trama profunda  que surca nuestra historia. “Patria” y “corporaciones” dos elementos antagónicos  que constituyen los polos de oposición sobre los que se teje el conflicto originario, irredento, que se abate de manera inexpugnable sobre estas tierras del Sur. La Patria, como proyecto colectivo, como emancipación de los sectores populares, como advenimiento de un futuro libertario e igualitario, se constituye en una dialéctica fundada en la negatividad, a partir del enfrentamiento con su opuesto, el interés minoritario, la exclusión de millones, el anhelo de dominio de las corporaciones.

   El conflicto entre los fondos buitres y el Estado Nacional Argentino, y el posterior fallo de la Corte Suprema de Estados Unidos se circunscriben en esta lógica agonística. La lacra del poder financiero internacional constituye, pues, una de las corporaciones más poderosas a nivel mundial. Y el poder judicial estadounidense como el garante y legitimador de sus intereses. La corporación financiera transnacional y la corporación judicial del Imperio se aúnan en un mismo proyecto de dominación global. Por un lado, la dominación económica; por otro, la dominación jurídico-legal. En el caso argentino dicho proyecto de dominación tiene como consecuencia necesaria la anulación de la Patria. En este sentido, la sempiterna consigna “Patria sí, colonia no” retoma su sentido más denso: la aceptación de los dictámenes corporativos implicarían la  implosión de la Patria, su conversión en colonia, es decir, la segregación de la comunidad en miríadas dispersas y condenadas a la miseria, la extinción del Estado o (lo que es lo mismo) su colonización por parte de los intereses corporativos. Y que quede claro: sólo el Estado puede custodiar y resguardar los intereses de la Patria, es decir, de la totalidad, de las grandes mayorías.

   La lógica disyuntiva entre Patria y corporaciones, vale aclarar, no se circunscribe únicamente a los embates corporativos que se dan desde “fuera”, sino que involucra también a los que se dan desde “dentro”. La categoría de “cipayo” que, hasta hace un tiempo parecía una mera pieza de museo en las vitrinas del pensamiento local, recobra su potencia original: cuando vemos en los medios hegemónicos de comunicación a candidatos opositores, a “técnicos” de la economía, a conductores y periodistas hacer cargar las culpas sobre el Gobierno Nacional, lo que vemos realmente es a los defensores de los intereses corporativos transnacionales, los cuales, a su vez, y por medio de oscuras y laberínticas asociaciones se encuentran ligados a los intereses corporativos que operan “fronteras hacia adentro”.

  El entramado del complejo corporativo, por lo tanto, se extiende de manera metastásica por entre las distintas instancias de la esfera social: poderes económicos, poderes judiciales, medios de comunicación, partidos y frentes políticos, gremios y sindicatos, incluso. La finalidad es la declinación de un proyecto colectivo sustentado en la voluntad popular y que tiene como finalidad el bien común. Eso es lo que llamamos Patria. Patria, democracia, soberanía,  bien común, voluntad popular son  conceptos ligados de manera intrínseca y que, en su realización efectiva, se enfrentan necesariamente al proyecto de dominio corporativo.  Para lograr comprender la lógica que subyace a este afán de dominio, hay una palabra esencial que devela la verdad profunda de la corporación: “comercio”.  Convertir el mundo en un gran centro comercial, donde todo sea intercambiable, vendible, donde la maximización de ganancias no se vea interceptada por pruritos éticos, morales, políticos o ideológicos, donde el hambre de millones, el saqueo de los pueblos, sólo sea un dato más dentro de una transacción comercial, esa es la finalidad de los embates corporativos. Cuando el economista, o más valdría decir el técnico del comercio, Federico Sturzenegger dijo, al preguntársele sobre las exorbitantes tasas usurarias que favorecían a los fondos buitres, que se trataba sólo de un dato secundario, no hizo más que manifestar la lógica del comercio corporativo. No importan las consecuencias, sólo importan los principios sagrados del comercio, donde la maximización de ganancias, se trate de particulares individuales o de particulares corporativos, justifican absolutamente todo.

    La Presidenta de la Nación, en la Cadena Nacional del último lunes, dijo que, a diferencia de la mayoría, no se sorprendió por la decisión de la Corte Suprema Estadounidense, sino que, por el contrario, era la decisión que imaginaba. No por nada, ella, Cristina Fernández de Kirchner, es la líder del proyecto nacional y popular, su conductora indiscutible. Entre sus demás atributos y virtudes, está el de conocer la lógica inmanente de los poderes que la enfrentan. Ella conoce a sus enemigos, ella conoce, pues, a los enemigos de la Patria.






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