Ágoraa diario la arena política

realidad en blanco y negro...

Maximiliano Cladakis-Edgardo Bergna editores. Organo de opinión política de Atenea Buenos Aires. Radio Atenea y Agora Buenos Aires

Escriben: Leandro Pena Voogt-

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lunes, 7 de noviembre de 2011

Presentación del “Libro de los Juicios” publicado por el Instituto Espacio para Memoria[1] realizada en la Escuela Primaria Nro 17 de Munro Partido de Vicente López, en ocasión a las Jornadas Regionales de Capacitación “Educar en contexto” en el marco de los 25 años de SUTEBA.

opinión. Agora...a diario 07/11/2011





“Nuestras clases dominantes han procurado siempre que los trabajadores no tengan historia, no tengan doctrina, no tengan héroes ni mártires. Cada lucha debe empezar de nuevo, separada de las anteriores, la experiencia colectiva se pierde, las lecciones se olvidan. La historia parece así como propiedad privada cuyos dueños son los dueños de todas las cosas. Esta vez es posible que se quiebre el círculo...” 
Rodolfo Walsh

Dedicado a los 30.000 compañeros.     

Voy a tratar de trasmitirles un texto que es una especie de collage de otros escritos de  psicoanalistas y militantes argentinos. Es una  construcción colectiva,  realizada con compañeros de ideas y de esperanzas como Marina Mapelli[2], Fernando Suleta [3], los compañeros de la ONG “El Murmullo, Psicoanálisis en  la Cultura entre otros tantos que militan todos los días por la plena vigencia de los Derechos Humanos.

Si bien voy a leer lo más pausadamente que pueda, como ayuda memoria y por los nervios que ocasiona hablar ante tantas personas, voy a procurar que este texto sea la oportunidad para un diálogo con ustedes. 
 
El siglo XX ha sido el siglo de los crímenes contra la humanidad. El genocidio es el crimen de los crímenes, perpetrado con la intención de destruir total o parcialmente, a un grupo nacional, étnico, racial, religioso (o político), dentro de un  plan sistemático llevado a cabo por instituciones de un  Estado.

         Fue consecuencia del Terrorismo de Estado implementado por la dictadura cívico militar en la República Argentina un plan sistemático de aniquilamiento, el exterminio y desaparición forzadas de personas, que niños nazcan en centros clandestinos de detención, que muchos  de esos niños sean apropiados, robados. Es consecuencia del Terrorismo de Estado que un niño o una niña apropiada hayan llamado padre o madre a personas que han asesinado o han sido cómplices del asesinato de sus padres biológicos.

 Fue consecuencia del Terrorismo de Estado que familias argentinas tengan hoy miembros ausentes. . .  que se hayan cometido delitos contra la humanidad, que después de treinta años alguien, ya adulto conozca su origen y su verdadera identidad . . . que otros,  aún hoy,  sigan negando y oculten la gravedad de estos hechos y  que minimicen el daño que el Terrorismo de Estado ha ocasionado a la sociedad en la que vivimos.

¿Cuál es el destino de la humanidad después de sufrir un genocidio?  ¿Cuál es el destino del hombre? En este punto está involucrada la perspectiva que puede aportar el  psicoanálisis.   

La aplicación de tormentos, tortura y la desaparición forzada de personas durante  el Terrorismo de Estado implicó la circulación del terror. Terror que dejó secuelas imborrables, duelos imposibles de realizar, voces que no fueron escuchadas. Tiempos de odio, de rechazo del amor.
El Terrorismo de Estado implantado en nuestro país fue asesino y perverso. Además de masacrar, signo del terrible ensañamiento por fuerza de una acción brutal; vulneró plenamente el Estado de derecho, provocó el estallido del contrato social que garantiza la vida y la muerte de las personas. Impidió  el derecho a saber la verdad, a buscar a los desaparecidos.  Negó y ocultó la información necesaria para conocer la tragedia y el horror por el que tuvieron que atravesar esas vidas,  Privó a los deudos de dar sepultura, de acuerdo a sus creencias religiosas,  a sus seres queridos que se supo habían sido asesinados. Obstruyó el sentido acto de conmemorar, de evocar la vida de esos seres queridos. Derechos todos de innegable valor  y presente en las diferentes culturas desde tiempos arcaicos.
A esto llamo el estallido del contrato social, rechazo del amor, que también es rechazo de los lazos amorosos y fraternos entre los hombres.
Leyes blandas como las llamadas leyes de la impunidad o del perdón como la Ley del Punto Final, del 24 de diciembre de 1986, determinaron la paralización de los procesos judiciales contra los imputados, autores penalmente responsables de haber cometido los delitos de  desaparición forzada de personas, detenciones ilegales, torturas, homicidios agravados,  asesinatos. Esta y la Ley de Obediencia Debida (1987), junto a los indultos del innombrable, pretendieron instaurar un borramiento,  una anulación de los hechos,  borrar el delito, desaparecer otra vez a las víctimas, borrar la responsabilidad de aquellos que cometieron delito, impedir que sean juzgados los responsables, avalar la impunidad.

La impunidad, otra vez,  hace silencio sobre los derechos que se quitaron. Derecho a vivir. Derecho a pensar. A tener ideas. Silencios sobre ideologías, culturas, ideales, convicciones, esperanzas.

Los efectos de la dictadura militar  aún están en el silencio instalado en la sociedad. Y reaparecen en el vínculo social, en el desprecio y  la desconfianza en el otro. En el desprecio por el valor de lo que el otro puede aportar. Desprecio por las palabras. Miedo por el diferente que se inscribe en el rechazo y la violencia verbal. Violencia verbal que es violencia social. El otro empieza a ser un desconocido, un ajeno, un extranjero  y las palabras que se le dirigen empiezan a funcionar como injurias y calumnias. Las palabras que circulan, pueden ser tanto palabras verdaderas, como palabras que calumnian.



¿Qué puede aportar el psicoanálisis?  
Como dice Osvaldo Martín, Docente y Psicoanalista, fundador de la ONG “El Murmullo Psicoanálisis en la Cultura” el psicoanálisis puede aportar la búsqueda de las palabras verdaderas. Encontrar las palabras verdaderas es el camino para recuperar la memoria colectiva.
El se pregunta:   “La pregunta es ¿toda memoria, es colectiva? La respuesta es si, porque las generaciones que nos anteceden, su historia viva, sedimentan en la lengua y se transmite en el lazo social. El inconciente freudiano es esa memoria colectiva de los pueblos, ese baño de lenguaje que habla en nosotros” (el subrayado es mío).
La memoria de un hombre además, dice Freud, es la memoria de sus instintos, sus pulsiones, sus tendencias. 

En este sentido, en nombre del psicoanálisis no son buenas las noticias que podemos darles: en las acciones de los hombres vuelve a aparecer una evidencia por todos sabida y por todos negada. La humanidad muestra una tendencia impensada y difícil de aceptar: un hombre puede gozar con el dolor de otro hombre. Otra vez rechazo del amor. El Odio
            
En el hombre habitan los deseos más oscuros, los deseos de destrucción del otro

No podemos aportar una explicación o un argumento que permita calmar lo irremediable de esta verdad: el hombre es el lobo del hombre. (Hobbes)

El psicoanálisis aporta una interrogación ética respecto de las acciones de los hombres. Se dirige a analizar ese mal que habita en nosotros.

. . .  “el hombre no es una criatura tierna y necesitada de amor, que sólo osaría defenderse si se la atacara, sino por el contrario, un ser entre cuyas disposiciones instintivas también debe incluirse una buena porción de agresividad.”

“Por consiguiente el prójimo . . . es motivo de tentación para satisfacer en él su agresividad, para explotar su capacidad de trabajo sin retribuirla, para aprovecharlo sexualmente sin su consentimiento, para apoderarse de sus bienes, para humillarlo para ocasionarle sufrimientos, martirizarlo y matarlo. Hombre lobo del hombre ¿quién se atrevería a refutar este refrán, después de todas las experiencias de la vida y de la historia?  “El malestar en la cultura”, 1929[4]  un texto escrito hace muchos años que muestra un elemento presente.
  




Los Juicios

Después de una larga serie de acciones, primero de los familiares de las víctimas,  después de los organismos de derechos humanos que tuvieron que trabajar en condiciones adversas, vencer la apatía y la indiferencia social con el restablecimiento de la democrática y la plena vigencia del Estado de Derecho, llegamos a los juicios,  

El movimiento social, los organismos de derechos humanos, crean institucionalidad. Los juicios son una condensación institucional de una práctica social fuertemente política que se opuso y hoy se opone a la dictadura militar. Se impuso el valor,  la dignidad y la valentía de muchos  hombres y mujeres, militantes en derechos humanos.    
             
¿Y ahora qué hacemos con nuestra historia? ¿con la memoria de estos hechos?


Dice José Slimobich psicoanalista y militante argentino, exiliado durante la dictadura cívico militar, hoy miembro de Carta Abierta  “Mirar de frente lo imposible de modificar es totalmente diferente que negarlo” [5], siguiendo a Freud que propone dos elementos que son muy significativos: no negar la realidad y transformarla.

Entonces, lo que debemos hacer es construir ciudadanía.

¿Y cómo se construye ciudadanía?

Hablando. Dándole una oportunidad al semejante (sea este semejante igual o diferente a nosotros). Escuchándolo. Alojando su palabra. Dialogando con el ciudadano.

Estamos ante la oportunidad única en la historia de nuestro país: que “la verdad” participe en la construcción de la ciudadanía. En esto, son valiosos los juicios. Los juicios amplían la calidad institucional y nuestra ciudadanía.

Tenemos derecho a que estos hechos atroces de la dictadura no vuelvan a suceder. Pero  tenemos que trabajar para evitarlo, para poder construir algo diferente, para que las futuras generaciones tengan presente que eso ha sido suficiente, que nunca más, que es necesario construir la solidaridad y la consideración por el otro….

El psicoanálisis trabaja con las palabras y  con los silencios pero los silencios que permiten alojar la palabra de los otros. Aporta una interrogación acerca del lazo fraterno, los lazos de solidaridad que hay entre los hombres. La filiación, la inscripción, la inclusión  de un chico como miembro de una escuela, una  familia y una comunidad construyen ciudadanía. “Para ello y este es el hueso de la acción política: lo colectivo es necesario”.[6]

La dictadura argentina fue lo contrario a la construcción de la ciudadanía. La segregación, el racismo, y el profundo daño social que vemos expresados en la desigualdad social de hoy, son secuelas de la dictadura cívico militar en el presente.

¿Qué podemos hacer para revertir o para trabajar en un sentido opuesto a la exclusión y al daño que dejó la dictadura militar?

Construir ciudadanía  es educar. Es reconocer la pertenencia a una cultura. Y reconocer y respetar  diversas culturas que conviven en nuestra ciudadanía. CONSTRUIR CIUDADANÍA ES CONSTRUIR EDUCACIÓN EN LAS ESCUELAS.  

La escuela debe cumplir una función muy importante al permitir a dos generaciones (niños jóvenes y adultos) la revisión de estas secuelas de la dictadura cívico-militar.

La escuela de hoy está inscripta en una política de Estado orientada hacia la interrogación del individualismo, la segregación y la exclusión. SI HAY EDUCACIÓN esa comunidad tiene una chance de superar esa lógica de exclusión y marginación social donde la escuela misma queda marginada excluida, separada de la sociedad.

Hoy hay chicos en la argentina que no van a la escuela y son chicos pobres. Una escuela que excluye a los chicos pobres  y que abandona la tarea de educarlos es una escuela que se excluye así misma de la sociedad de hoy. La asignación universal por hijo (AUH) hace volver a esos chicos a la escuela y la escuela tiene el deber de responder.

No podríamos valernos de ninguna teoría, ningún método de trabajo sin primero revisarnos a nosotros mismos, nuestras prácticas y las palabras con las que decimos nuestras prácticas.

Para ayudarnos tomemos la definición misma del IEM[7],  el Instituto Espacio para la Memoria.   Creado con la misión de . . . .  “El resguardo y transmisión de la memoria e historia de los hechos ocurridos durante el Terrorismo de Estado, de los años '70 e inicios de los '80 hasta la recuperación del Estado de Derecho, (así como los antecedentes, etapas posteriores y consecuencias) con el objeto de promover la profundización del sistema democrático, la consolidación de los derechos humanos y la prevalencia de los valores solidarios de la vida, la libertad y la dignidad humana”. [8]

Como el IEM y los organismos de derechos humanos entendemos que no puede volver a suceder que instituciones de la sociedad civil se pongan al servicio de un plan sistemático de secuestro, persecución, robo y exterminio de personas.

Los juicios le dicen no a la impunidad y le dicen no a la venganza. Restituyen a la sociedad argentina algo de dignidad para transmitírselo a las futuras generaciones.


Hoy los genocidas deben responder ante la ley ordinaria. Por delitos que no  prescriben. En el Libro de los Juicios queda claro que los juicios no se hacen desde la ley de los vencedores. No se trata de vencedores ni vencidos por que no hubo guerra sino delito. Y un delito de lesa humanidad como es el delito de genocidio no puede quedar sin sanción ni condena. Delito del que como sociedad vamos a tener que hacernos cargo que se cometió en nuestro país. . . . y es en contra de  la humanidad.  Por eso juzgar a los responsables tal vez sea una oportunidad de devolverle humanidad al hombre.    

Las abuelas y las madres de Plaza de Mayo convierten la denuncia de la ilegalidad de la dictadura cívico militar en un en acto ético y pedido de justicia. Transforman poética y éticamente una orden imposible de cumplir: “circulen, no reclamen, no hablen”,  en una ronda y empiezan a caminar alrededor de la Plaza de Mayo. . . . caminan . . . .
y en sus pañuelos escriben los nombres de sus hijos y de todos los hijos, los nombres de una generación. Así convierten un dolor individual, en una causa colectiva.

Con coraje y dignidad recuperan la memoria viva de sus hijos. 

José Slimobich[9] en el Prólogo del libro “Violencia Sobre la Mujer”  dice:

“Las madres de Plaza de mayo que comenzaron reclamando por sus hijos desaparecidos durante la dictadura militar argentina, asumiendo una voz de cuestionamiento ante el silencio de toda una sociedad.... Expresión de un sistema injusto, violento y que lucha por sus hijos .... Las madres pueden enunciar "somos hijas de nuestros hijos."

“. . . las Madres pasan de lo único que son los hijos de cada madre a un tejido colectivo que se expresa en un nuevo texto que intenta que se vea que se observe la injusticia que cae sobre los débiles y desprotegidos. Ellas leen en sus hijos el texto del hombre nuevo. Y con el construyen una nueva mujer.”  Porque la potencia social de la mujer bruja, de la intuición y su cercanía con lo real, en tanto lectura no es un atributo personal.

Es un modo de lazo social, es una cercanía al otro y una esperanza. Hay una posibilidad que no cierra el camino.”

Dice Jorge Auat[10] de la Unidad Fiscal de Coordinación y Seguimiento de las causas por violaciones a los Derechos Humanos.

“Lo que hace única a la argentina tiene que ver con cómo operan los cuerpos sociales ante hechos de estas características. Es un logro, una virtud que esa memoria colectiva haya sido tan fuerte, tan operativa a la hora de exigir soluciones del conflicto.

Hay pueblos en los que esa memoria colectiva no tiene esa repercusión, no almacena del mismo modo en calidad ni en cantidad los hechos como sucedió en la Argentina, los abusos han sido tan atroces el atropello tan impúdico que trascendieron la afectación concreta de la víctima y dañaron también al conjunto de la sociedad. Esto generó una reacción y un no olvido que fue más allá de cualquier decisión política, por que las decisiones políticas siempre van a la saga . . . .”


Alejandro Alagia, Fiscal de la Causa “Atlético Banco Olimpo”[11] dice: “ . . . en cada testimonio de los sobrevivientes apareció la “historia de vida” de una generación de argentinos, reaparecen sus ideales y las ideas sobre las que se aplicó un plan sistemático de desaparición de personas.” Sigue Alagia “Este aporte (el testimonio de los sobrevivientes)  es muy importante desde el punto de vista del conocimiento de los hechos, de la construcción de una verdad que no había aparecido décadas pasadas.”    

Como dice Osvaldo Martín en la Revista LetraHora [12] “estamos en condiciones de luchar por un país mejor y de paso por un mundo mejor ya que de paso podemos mejorar este país y además mejorarnos nosotros.  Este es el hueso de la acción política: que lo colectivo es necesario. Lo político es necesario.”

El relato de los hechos, el testimonio vivo y valiente de los sobrevivientes,  el recuerdo de estas “historias de vida” hicieron posible crear instrumentos que preserven la verdad, la memoria y la justicia, que, junto con el cuarto elemento que menciona el IEM  “el compromiso social”, sean nuestra orientación y permitan que nuestras prácticas sociales y nuestra sociedad sean más justas.



Patricia Marrello
                                                                   ONG El Murmullo Psicoanálisis en la Cultura














[2] Marina Mapelli es Docente, Secretaria General de SUTEBA Seccional Vicente López y una incansable militante de los Derechos Humanos. Autora del libro El Negrito Floreal Avellaneda Vuelve a la Escuela   
[3] Fernando Suleta Secretario de Derechos Humanos de SUTEBA Seccional Vicente López
[4] Freud, Sigmund Obras Completas Biblioteca Nueva “El Malestar en la Cultura” Año 1929 (1930)
[5] José Slimobich Revista LetraHora Nro 3 “ terror, nombre del sujeto” Publicación Internacional del Psicoanálisis en la Cultura  www.letrahora.com




[7] IEM Instituto Espacio para la Memoria  http://www.institutomemoria.org.ar
[8] Op.Cit.
[9] Slimobich, José  “Violencia sobre la Mujer”  Instituto de Psicoanálisis de Pamplona
[10] El Libro de los Juicios IEM http://www.institutomemoria.org.ar
[11] Op.Cit
[12] Martín, Osvaldo Revista  LetraHora Nro.10 Lecturas de lo Social.
Publicación Internacional del Psicoanálisis en la Cultura  www.letrahora.com

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