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Maximiliano Cladakis-Edgardo Bergna editores. Organo de opinión política de Atenea Buenos Aires. Radio Atenea y Agora Buenos Aires

Escriben: Leandro Pena Voogt-

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miércoles, 31 de agosto de 2011

La oposición: entre la desesperación y la “ausencia” de proyectos

opinión. Agora...a diario 31/08/2011

    Es sabido: la oposición está desesperada. El arrollador caudal de votos que recibió Cristina Fernández de Kirchner en las PASO fue un golpe demoledor. Octubre que, hasta hace unas pocas semanas se le presentaba a la oposición como la posibilidad de realización de los anhelos de ballotage y de un posible triunfo posterior, ahora se les aparece bajo la forma de una pesadilla.






Maximiliano Basilio Cladakis

    El cumplimiento de esa pesadilla implicaría que el oficialismo acreciente su ya enorme caudal electoral mientras que ella viera reducir el suyo propio. Por lo tanto, tras el 14 de agosto, el objetivo de la oposición ha pasado a ser  intentar reducir, por cualquier medio, la cantidad de votos que la Presidenta pueda cocechar de aquí a las elecciones generales. Es decir, el objetivo no es otro que reducir al mínimo posible su derrota.

    Para llevar a cabo dicha tarea, la oposición se ha válido hasta el momento de las más diversas herramientas. Por un lado, alentada principalmente por la UCR, una de estas herramientas ha sido intentar propagar la idea de que una victoria del más del cincuenta por ciento por parte del oficialismo, y la consiguiente posibilidad de que este recupere el quórum propio en el Congreso, significaría el peligro de una “hegemonia absoluta” por parte del Poder Ejecutivo, lo cual podría llevar a la Argentina a convertirse en una “Monarquía Constitucional”. Por otro lado, proveniente esencialmente del “peronismo” opositor (o, como muy bien lo llama Horacio Verbitsky, del “peornismo opositor”), tanto en su versión duhaldista como rodríguez-saaista, se encuentran las denuncias de fraude. Con esto, es claro, lo que se intenta es esmerilar la contundente diferencia de votos entre el oficialismo y la oposición. Bajo la hipótesis del fraude, el kirchnerismo, si bien logró más votos que cualquier otra fuerza, la diferencia sería menor a lo que parece y podría, entonces, tras octubre, haber un ballotage. En tercer lugar, ha comenzado a surgir, en los últimos días, el reclamo por la boleta única para ser empleada en las próximas elecciones.  El rechazo del oficialismo de modificar el formato de la elección sería, según la oposición, a causa de que el nuevo formato lo perjudicaría. 

   Sin lugar a dudas, se trata de argumentos lamentables. Con respecto al primero, no hay nada que decir, cualquier intento de refutación sería otorgarle una seriedad de la que carece. Sólo cabría recordarles a los “republicanos” y “constitucionalistas” que sostienen esta tesis que es la propia Constitución la que afirma la soberanía del voto popular y que si el pueblo elige un gobernante, dicho gobernante lo será por cuatro años con la posibilidad de ser reelecto una vez consecutiva, y que eso, en forma alguna, es una monarquía constitucional, ya que es la misma Constitución la que no acepta ningún tipo de monarquía. En lo concerniente a la segunda, los datos finales de la elección, validados por el Poder Judicial, no sólo no demostraron que Cristina Fernández de Kirchner obtuvo menos votos que los dados a conocer en el conteo provisorio, sino que se contaron alrededor de cuatrocientos mil más a favor de la Primera Mandataria. Así que, salvo de tratarse de un “autofraude” como ironizó la portada de Página 12, se trató de unas elecciones claras y transparentes.  Con respecto a los reclamos por la boleta única, la posición del oficialismo es la única razonable: cambiar el formato en el mismo proceso electoral es realmente descabellado. Además, vale agregar, que  no está claro el motivo por el cual se dice de manera tan firme que el nuevo formato perjudicaría al oficialismo.

    Como dijimos, se trata de argumentos lamentables que no tienen el menor interés por sí mismos. Sin embargo, lo que sí es interesante, es el hecho de que, para intentar lograr reducir la diferencia de votos con el oficialismo, la oposición no recurre en ningún momento a argumentos políticos. En su intento de lograr el consenso de parte del electorado,  la oposición no hace hincapié en políticas o proyectos alternativos. Ninguna de las fuerzas que conforman esta unidad monocorde pareciera tener un proyecto que confronte con el oficial. El proyecto kirchnerista está claro desde un primer momento: inclusión social, defensa de los derechos humanos, industrialización, unidad regional, etc. Dicho proyecto es explicitado tanto en las palabras como en los hechos. Precisamente, las campañas del oficialismo son las únicas que se fundan en la política propiamente dicha. Por el contrario, ninguna de las fuerzas de la oposición pareciera tener un modelo para contraponer al que el Gobierno Nacional se encuentra llevando a cabo actualmente.

    Sin embargo, que no parezca poseer uno, no quiere decir que no lo tenga. Precisamente, hablar de una “ausencia” de proyecto político por parte de la oposición es un error, y, además, un error peligroso. La oposición tiene un proyecto y este proyecto es el neoliberalismo. Tanto la UCR como el “peronismo” opositor son representantes de intereses corporativos como los de la Sociedad Rural o los del Grupo Clarín. En cierta medida, puede pensarse a Alfonsín, a Duhalde o a De Narvaez como empoderados de estas corporaciones que tienen como fin último reestablecer el modelo de país que sirva  a sus intereses. De ahí, la no explicitación de sus proyectos políticos ya que se trata de proyectos excluyentes para las grandes mayorías que entronizan los intereses particulares por sobre el interés colectivo.

    Con respecto a las opciones opositoras de “centro-izquierda” y de “izquierda” no hay mucho que decir. En el caso del “socialismo” liderado por Binner, en el único momento en que habla de política y suena medianamente “progresista” es cuando dice tímidamente que apoya algunas medidas del Gobierno. El impulso que hoy está recibiendo por parte de los medios de comunicación hegemónicos, debido a la pobre elección de sus candidatos más afines, no tiene otra razón de ser que intentar restarle votos al kirchnerismo con una figura no tan identificada con los intereses corporativos (pero que, en última instancia, responde a ellos, como en el caso de la Ley 125) y que puede presentarse como una alternativa “por izquierda” al oficialismo.

    Por último, en el caso del Frente de Izquierda,  su campaña se basó exclusivamente en el lloroso pedido de que los voten para poder presentarse en octubre, banalizando, para ello, con total liviandad y volviendo  farsesco un fenómeno trágico  en nuestra historia: la proscripción política. Además, como dato aparte, el brindis de Altamira con el antiguo director de la que fue la más apologética revista de la última dictadura, dejó de manifiesto la verdad de aquella sentencia que afirma: “a la izquierda del kirchnerismo está la pared”.














  
  
  
   









            

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