Carlos Juan Bianchi
El enemigo de la injusticia social con sus salarios obscenos, con sus trabajadores en negro, con sus trabajadores de plantas transitorias que dependen de sus esperanzas para no ser echados.
El enemigo de la patria financiera con sus cuevas en el microcentro, que antes o después se quedan, sin más trámite, con los ahorros que cándidamente les acercan los ahorristas.
El enemigo de los poderosos en general, llámense imperios o países, multinacionales, cúpulas religiosas fundamentalistas, corporaciones de medios, FMI u otras malas yerbas.
El enemigo de tener que pagar la deuda externa con el padecimiento de la gente o la reducción de la obra pública, o la disminución de la subvención a la salud, a la investigación científica o la educación.
El enemigo de una inequitativa distribución de la riqueza.
El enemigo de tener que malvender o desmantelar la industria nacional y privarnos del valor agregado que generan nuestras exportaciones.
El enemigo de la existencia de ciudadanos de primera o de segunda, de acuerdo a su condición social, su color de piel, sus distintos credos o sus preferencias sexuales.
El enemigo de olvidar un pasado brutal y liberar de condena a los culpables.
El enemigo de las perversas AFJP.
El enemigo de tener que congelar o postergar sueldos y jubilaciones.
El enemigo de una Corte Suprema adicta al gobierno de turno, aunque el turno fuera el suyo.
El enemigo de que muchos argentinos no supieran quienes fueron sus padres biológicos, tristemente desaparecidos.
El enemigo de un Banco Central a la medida de las necesidades de la patria financiera.
El enemigo de tener que dejar de vivir para simplemente durar.
El enemigo a ser un empleado de las corporaciones.
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Es natural que un enemigo de esta talla, tenga enemigos, pero de ellos no me ocuparé, sólo un par de botones como muestra: 1) Don Joaquín Morales Sola, que no ha podido coincidir con una sola medida de este gobierno, ni siquiera con la promulgación del matrimonio igualitario, que otorga a ellos, y a ellas, la posibilidad de amarse libremente, a la luz del sol. 2) El Dr. Mariano Grondona, que envejeciendo, semana tras semana se supera a sí mismo en su rol de fundamentalista de una extrema derecha que va quedando sin argumentos y sin posibilidades golpistas, felizmente.
Nada demasiado importante, probablemente ellos pasen por la vida sin pena ni gloria, como he de pasar yo, con la diferencia que ellos tienen amigos en los medios más influyentes que podrán dedicarles diez renglones de piedad necrológica llegado el momento.
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El enemigo ha muerto inesperadamente, y el duelo inesperado pone en abrupta evidencia las emociones de la gente, para llorar la pérdida o festejarla, y en este caso, no se puede ocultar, la calle mostró, el mayoritario dolor, (de las hordas hitleristas de acuerdo al beatífico Dr. Grondona).
Hablo de una muerte inesperada para diferenciarla de una muerte anticipatoria, donde hay tiempo de encender velas para pedir por la recuperación del enfermo o de su pronta muerte según el caso, y entonces luego del deceso, la respuesta suele ser más mesurada y racional.
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Este enemigo representaba y representa un proyecto de país; prefiero hablar de proyecto y no de modelo, (esto me lo explicó un buen amigo filósofo), ya que hablar de “modelo” es referirse a algo terminado y quieto, casi un paradigma, en cambio Kirchner encarna un “proyecto” que está en movimiento, en transición entre lo que es y lo que pretende ser, un proyecto que debe continuar creciendo en sus logros, ya importantes, y resolviendo las anomalías que surjan a su paso.
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¿Por qué escribo esta página? Porque voy dejando atrás mis primeros 75 años, y es momento de “Ponerse a pensar lo no pensado”: de los muchos gobiernos a los que he sobrevivido, con ninguno me he sentido representado como con los gobiernos de Néstor Kirchner y de Cristina Fernández.
Reconozco que los primeros años de Perón y los comienzos de Alfonsín generaron en mí, cierta expectativa que luego se fue diluyendo, pero nada como lo actual.
Me he conmovido, emocionado, he llorado con esta muerte y la respuesta del entorno popular, como hace 20 años no lo hacía, y esto merita una explicación y aquí va:
Hace veinte años murió en un accidente de tránsito uno de mis hijos. Ello me sumió en un severo derrumbe emocional, aquella conmoción, aquel profundo dolor me vuelve a visitar con esta muerte.
Alguien sutilmente podrá preguntar: ¿cómo se puede comparar el dolor por la muerte de un hijo con la de alguien ha quien no conociste?
Para responder copio a S. Freud cuando define al duelo como: “La respuesta emocional normal frente a la pérdida de un ser inmensamente querido (mi hijo Martín), o la de una abstracción equivalente (la patria, o un ideal) y esto es lo que encarna en mí, la muerte y el proyecto de Kirchner, sin negar que desde la intemporalidad del inconciente siga llorando a mi hijo Martín.
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También escribo para que algunas de las personas que me quieren, y me lean, sepan a quien están queriendo, y con respecto a quienes están distantes de mí, escribo para que tengan a mano argumentos para seguir alejados.
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Estas líneas no son anónimas, mi nombre es Carlos Juan Bianchi, y en mi página de Internet: ww.carlosjuanbianchi.com.ar puede, quien le interese, saber algo de mí.
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