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Maximiliano Cladakis-Edgardo Bergna editores. Organo de opinión política de Atenea Buenos Aires. Radio Atenea y Agora Buenos Aires

Escriben: Leandro Pena Voogt-

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viernes, 24 de septiembre de 2010

De la tragedia a la farsa

opinión. Agora...a diario 23/09/2010



Maximiliano Basilio Cladakis

   Es célebre la frase con la que Marx comienza el 18 Brumario. “Hegel dice en alguna parte que todos los grandes hechos y personajes de la historia universal aparecen, como si dijéramos, al menos dos veces. Pero se olvidó de agregar: una vez como tragedia y la otra como farsa”.

   No hace falta mucho esfuerzo para encontrar un paralelismo entre las palabras del genial filósofo alemán y la manera en que, desde los medios hegemónicos de comunicación, se habla de ataques al periodismo y a la libertad de expresión por parte del Gobierno. En nuestra historia, no sólo la libertad de expresión, sino también todas las otras formas en que la libertad debe ser garantizada en una sociedad democrática, fueron cercenadas a sangre y fuego. La lucha por la defensa de estas libertades, culminó, en varios casos, en una tragedia encarnada en exilios, muertes y torturas  ejecutada por el terrorismo de Estado.

   Es incuestionable que varias de las víctimas de la última dictadura cívico-militar, eran periodistas. Precisamente, es, a partir de este factum, que los discursos de algunos columnistas y editorialistas de los oligopolios mediáticos acerca de la “avanzada K contra la libertad de prensa” se yerguen como una farsa.

   Las denuncias de Alfredo Leuco realizadas esta semana sobre  las “amenazas de muerte” que recibió de Lucas Carrasco pueden pensarse como una apoteosis de lo dicho. En tono afectado, entre solemne y temeroso, como si estuviera refiriéndose a algo terrible a lo que él, valientemente, estaría dispuesto a hacer frente, dijo que realizaría una denuncia penal contra “el bloguero K amigo de Aníbal Fernández”. Al día siguiente, Mirtha Legrand y Magdalena Ruiz Guignazú, entre otros, expresaron su solidaridad con el periodista. Considerar las palabras de Lucas Carrasco  como una amenaza de muerte y hacer una denuncia televisiva, evidencia no sólo lo farsesco del discurso, sino también el entrecruzamiento de estupidez y de mala fe de quienes lo pronuncian.

    Unos meses atrás, al recibir el Martín Fierro, Eduardo Aliverti, refiriéndose a esto mismo, dijo que en un país donde se chupó y mató a tanta gente no debía hablarse con tanta liviandad de “miedo”, y pidió “más respeto por las palabras”. Precisamente, toda palabra, toda posición, se arraiga en una historia. Nuestra historia, como dijimos, está bañada en sangre. Hablar de miedo, de persecución, decir que va a haber un muerto, que se está “amenazado de muerte” es retrotraernos a las épocas más oscuras de la Argentina, pero en un tono farsesco, que no es sino una tomadura de pelo, una banalización de lo que jamás debería banalizarse.

    En este sentido, el pedido de Aliverti, lamentablemente, va a tener que seguir esperando.




1 comentario:

Anónimo dijo...

El miedo es miedo y no tiene categorías,se puede padecer ante un hecho insignificante o uno mayúsculo,depende quien y como lo califique, pero sigue siendo miedo, el conocimiento da certidumbre y por ende aleja el temor, en síntesis quien se arroga decir que miedo es mas importante, la autora de los grandes miedos de nuestra historia es la violencia, pero toda sin diferencias no importa quien la imponga.