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Maximiliano Cladakis-Edgardo Bergna editores. Organo de opinión política de Atenea Buenos Aires. Radio Atenea y Agora Buenos Aires

Escriben: Leandro Pena Voogt-

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domingo, 15 de agosto de 2010

84 años de Revolución

opinión. Agora...a diario 15/08/2010


Maximiliano Basilio Cladakis

    Fidel Castro cumplió 84 años y continúa siendo lo que fue durante toda su vida: un revolucionario. Aquél modelo de hombre instaurado por Robespierre y proseguido por Lenin, alcanza en Fidel una de sus expresiones más congruentes. En la prisión tras el Asalto a Moncada, con el fusil en Sierra Maestra, siendo estadista en la Habana, escribiendo artículos sobre la situación de América Latina y del resto del mundo ya alejado de los actos de gobierno, en todas las situaciones Fidel se ha definido a sí mismo, a través de sus actos, como un revolucionario.

   El revolucionario es el hombre cuya existencia total se consagra a la Revolución. Todos los actos individuales tienen como vistas aquél fin colectivo, quebrando así la antinomia entre ambas dimensiones surgida del capitalismo liberal. En el revolucionario, el destino del hombre particular se entrelaza y confunde con el de la humanidad. Fidel representa eso, el hombre consagrado a una causa y cuyas metas personales no son sino las metas de los pueblos en pos de su liberación.

   Hay un mediocre libro de Bernard Henri Levy llamado “El siglo de Sartre”. En este texto, su autor intenta ver en el genial filósofo francés una figura que encarnaría las ensoñaciones, contradicciones y desgracias del siglo XX. Quien escribe, sin disimular convicciones políticas ni ideológicas, se atreve a sostener que el siglo pasado (o al menos la última mitad de dicho siglo) fue, en verdad, el siglo de Fidel. Aunque no en el sentido que Levy lo dice de Sartre. Levy es un liberal francés, un intelectual mediocre, que sólo busca polemizar en los grandes medios, y que no perdonará jamás a Sartre el haber “traicionado” los ideales de la Tercera República y su origen francés y pequeño-burgués para apoyar las luchas de los oprimidos en distintos lugares del mundo. Es uno de esos “intelectuales” que gustan escandalizar y jugar a la transgresión, pero que cuando oyen la palabra “socialismo” (o peor aún “comunismo”) corren a persignarse a alguna iglesia.

   El siglo XX es el siglo de Fidel, en tanto Fidel representa lo mejor de la centuria pasada. No sólo por su carácter personal o individual, sino también por todo lo que ha generado a través de las décadas. La gesta heroica que llevara a cabo junto al Che convirtió a Cuba en una nación justa, libre y soberana, pero también sirvió como faro guía de incontables luchas a lo largo del mundo, y fundamentalmente, en nuestro continente.  Fidel y la Revolución Cubana mostraron que es posible la lucha contra el opresor y que es posible el triunfo en esa lucha. Las banderas más nobles que se levantaron en las últimas décadas, tuvieron, de una forma u otra, la influencia de ambos.

   Sin embargo, Fidel no se apagó junto al siglo XX. Ya nos encontramos en el 2010 y el pueblo cubano celebró sus 84 años de las más diversas maneras, con murales, conciertos, presentaciones de libros, etc. Incluso varios presidentes latinoamericanos le rindieron homenaje, entre ellos Hugo Chávez y Daniel Ortega. En este sentido, la figura de Fidel se proyecta también sobre el siglo XXI marcando el camino de nuestros pueblos hacia sus más preciadas conquistas. Precisamente, tras las sangrientas dictaduras que azotaron a América Latina en los ´70 y la Contrarrevolución Conservadora de los ´90, Cuba parecía ser una excepción histórica, el último foco de resistencia al imperialismo. Sin embargo, en la última década, la emergencia de gobiernos populares en la región abrió nuevos horizontes para la dignificación de nuestros pueblos. En estos nuevos horizontes hacia los que comenzamos a marchar, la influencia de Fidel no sólo es ineludible sino también, y sobre todo, necesaria.  Por lo tanto, no caben dudas  de que Fidel seguirá representando lo mejor del siglo XXI.




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