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Maximiliano Cladakis-Edgardo Bergna editores. Organo de opinión política de Atenea Buenos Aires. Radio Atenea y Agora Buenos Aires

Escriben: Leandro Pena Voogt-

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viernes, 14 de mayo de 2010

El “mundo”, aquella gran aspiración argentina

opinión. Agora...a diario 14/05/2010


Maximiliano Basilio Cladakis

La aspiración de que la Argentina se inserte en el mundo ha sido una constante durante las dos centurias que llevamos como nación independiente. Periodistas, escritores, políticos y militares, la han repetido a través de las décadas, a tal punto que ha llegado a penetrar en la subjetividad de grandes capas de la población. Desde esta aspiración, el sentido del término “mundo” es muy preciso. No se trata ni del concepto de la filosofía tradicional (como “conjunto de todos los entes”), ni del de la fenomenología (como “horizonte de todos los horizontes”). “Mundo” quiere decir “Mundo Civilizado”, “Mundo Occidental”, “Mundo Europeo” (al que a partir de la mitad del siglo XX se sumaría Estados Unidos); en suma, con la palabra “mundo” se designa el mercado global configurado según los intereses de las grandes potencias occidentales.

Esta aspiración se vincula dialécticamente con otra gran aspiración: la de exorcizarnos de nuestra barbarie originaria. Los argentinos en particular, y los latinoamericanos en general, hemos nacido con una mancha de la que sólo el “mundo” podría lavarnos. El “mundo” es el confesor, nosotros los pecadores. La forma en que nuestro pecado original se purgaría es ser aceptados por el “mundo”. Todos nuestros esfuerzos deben orientarse a ello, cumplir bien “nuestra tarea” para ser dignos del esperado abrazo redentor.

Tanto el Gobierno de Cristina Fernández como el de Néstor Kirchner han recibido duras críticas, desde amplios sectores del periodismo y de la oposición, por su política internacional. Ambos gobiernos, en vez de acercar la Argentina al “mundo”, lo han alejado de él. Peor aún, han estrechado relaciones con países que, por momentos, pareciera que ya ni siquiera tienen chance de redimirse, el más notorio de ellos, sin lugar a dudas, es la Venezuela de Hugo Chávez. Y ni hablar de Cuba. Cuando Obama asumió como presidente de Estados Unidos, la Presidenta viajo al país caribeño y se entrevistó, no sólo con Raúl Castro, sino también con Fidel. Varios medios de comunicación condenaron esta acción como una afrenta a la principal potencia internacional. Desde esta perspectiva, tanto el rechazo al ALCA como el fortalecimiento del MERCOSUR y de UNASUR, sumados a otros desplantes similares, representan una profundización de ese alejamiento del “mundo” que, por otra parte, implica un acercamiento al “abismo”.

No hay dudas que, bajo el paradigma de “inserción en el mundo”, los gobiernos latinoamericanos que actualmente mejor realizan su “tarea” son Colombia y Perú (a los que muy probablemente ahora se sume Chile). La realización más cabal de esto tal vez sea la instalación de bases militares estadounidenses en ambos países. Sin embargo, existen fuerzas políticas en nuestro país que representan el mismo anhelo. Cuando Piñera ganó las elecciones, el PRO festejó dicho triunfo y uno de sus dirigentes dijo que Chile comenzaba a marchar por el camino del progresismo y la modernización como ya lo habían hecho Colombia y Perú. Esto está consonancia con lo dicho por el líder de ese partido, Mauricio Macri, quien afirmó: “tenemos que preguntarnos que quiere el mundo de la Argentina”. Heréticamente, Amado Boudou, haciendo referencia a las palabras del Jefe de Gobierno de la Ciudad, dijo que lo que  tenemos que preguntarnos es qué quieren los argentinos de la Argentina, no otra cosa.

Actualmente, el “mundo” ha entrado en la crisis económica más grande de los últimos ochenta años. Desde el lado de Estados Unidos, la recesión todavía no ha podido controlarse. Por el lado de Europa, Grecia se ve inmersa en un caos social que ya ha generado varias muertes a manos de la represión callejera y España ha ejecutado un plan de ajustes sobre salarios y jubilaciones sin precedentes. Mientras tanto, en la Argentina, el Gobierno de Cristina Fernández ha logrado disminuir la indigencia en un setenta por ciento y la pobreza en un treinta por ciento en tan sólo seis meses a través de la Asignación Universal por Hijo ¿Servirá esto para redimirnos, al menos un poco, de nuestro pecado original? Quien escribe tiene la certeza que no. Pues, al igual que los fieles cristianos, los fieles del “mundo” jamás aceptarán que la blasfemía sea un camino para la redención. Y si la blasfemía es, justamente, aquello por lo cual nos encontramos mejor, mucho peor. El pecado, en ese caso, ya se torna imperdonable.











2 comentarios:

ignacio dijo...

¡Qué bien dicho, gracias por la claridad de este escrito! Esa actitud infantil de necesidad de aprobación permea muchos ambitos y actividades. Bucar esa redención de la barbarie es una prueba elocuente de lo que aprendí a detectar como un modelo de pensamiento colonial. La reverencia servil a un centro de poder y guía, que avalando, domina.

Maximiliano dijo...

Ignacio

Antes que nada, gracias por el comentario. Coincido totalmente con vos en que esa busqueda de "redención" es una manifestación del pensamiento colonial. Dicho pensamiento, como bien señalás,se realiza en las practicas de dominación del colonialismo o neocolonialismo. En este sentido, es fundamental quebrar con ese marco ideológico ya que es la dimensión subjetiva que avala (y promueve) las relaciones objetivas de opresión. Nos encontramos a apenas diez días del Bicentario. Afortunadamente, este segundo centenario nos encuentra asentados sobre otro horinzote que el primero. La celebración de nuestro primer siglo como nación independiente coincidió con el momento en que la colonización objetiva y subjetiva se hallaba en su momento de mayor esplendor.
Es nuestra tarea, desde los distintos ámbitos en que nos podemos encontrar, ampliar y profundizar las críticas a ese modelo de pensamiento, para lograr consolidar nuestra dignidad como argentinos y latinoamericanos.

Saludos.