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Maximiliano Cladakis-Edgardo Bergna editores. Organo de opinión política de Atenea Buenos Aires. Radio Atenea y Agora Buenos Aires

Escriben: Leandro Pena Voogt-

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lunes, 11 de enero de 2010

Democracia vs. liberalismo

opinión. Agora...a diario 10/01/2010




Maximiliano Cladakis

El actual conflicto acerca de la autarquía del Banco Central puede leerse como un conflicto entre democracia y liberalismo. Es sabido que las potencias occidentales han intentado establecer una supuesta relación de necesidad entre ambos conceptos. Durante la Guerra Fría lo opuesto al “totalitarismo comunista” era la “democracia liberal”. Esta última, por lo tanto, era presentada como la única forma verdadera de democracia. La voluntad popular aparecía ineludiblemente ligada al libre comercio. No podía existir la una sin la otra.

Sin embargo, la historia ha demostrado que esta tesis era falsa. Entre liberalismo y democracia, no sólo no existe una relación de necesidad sino que, en determinados casos, existe un antagonismo irreductible. Tanto nuestro país como el resto de América Latina, como así también otros pueblos del Tercer Mundo, han visto avasalladas sus democracias cuando la voluntad popular se presentaba como un obstáculo para el libre comercio. En el caso de la Argentina, por ejemplo, el ´55 y el ´76 son fechas claves que ejemplifican los dicho.

Dijimos que el actual conflicto sobre la autarquía del Banco Central representa esta oposición entre democracia y liberalismo. En efecto, una entidad económica que maneje fondos del Estado pero que sea independiente del poder político significa que hay algo que está por encima de la voluntad popular, es decir, que está por encima de la democracia.

Precisamente, desde la oposición, se dice que el Gobierno Nacional intenta avasallar al sistema republicano y a la democracia. Esta sentencia no es otra cosa que una más de las tantas imbecilidades malintencionadas a las que la elogiada oposición nos tiene acostumbrada. Por un lado, la forma republicana consiste en la división en tres poderes: el ejecutivo, el legislativo y el judicial. El Banco Central no es uno de ellos. En todo caso, se podría pensar que judicialización de la política que propone la oposición sí puede leerse como una intrusión del poder judicial sobre el ejecutivo. Por otro lado, con respecto a la democracia, esta es por definición el gobierno de la voluntad popular. En el 2007 la voluntad popular eligió a Cristina Fernández para que conduzca la Nación tanto en el plano político como económico. Eso implica que es ella la que debe decidir las medidas a realizarse y no una entidad estatal independiente del poder político (esto incluso suena a una contradicción).

Es el viejo debate entre la primacía de la política sobre la economía. Si hablamos de democracia, tanto la economía como las instituciones deben estar al servicio de los intereses populares. Por el contrario, con el liberalismo, la economía y las instituciones que aseguren el correcto funcionamiento de los mercados ,asegurando la rentabilidad de empresas transnacionales, se encuentran por encima de la voluntad popular. A este respecto, Ernesto Laclau habla de una oposición entre el institucionalismo liberal y la acción populista. Para el académico argentino, el discurso liberal realiza una defensa de las “instituciones” a través de la cual se opone a la voluntad popular representada por el populismo. El populismo es la esencia de la democracia, la forma viva en la que se manifiesta la voz del Pueblo. Si una institución se contrapone a los intereses populares, el líder populista debe enfrentarse a esa institución. La democracia es soberanía popular y toda institución debe encontrarse sustentada en ella, sino pierde toda legitimidad. Al menos en lo que a legitimidad democrática se refiere.

La relación entre democracia y liberalismo se presenta, en este caso,  como una antinomia irreductible. No es de extrañar, por lo tanto, que más de un ex Ministro de Economía haya aparecido, en estos días, rasgándose las vestiduras en la defensa de la autarquía del Banco Central cuando ellos fueron los responsables del hundimiento económico de nuestro pueblo. Sin embargo, no hay una contradicción en ello, sino dos lógicas  distintas a partir de las cuales se hace política.

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