Edgardo Pablo Bergna.
El pasado domingo 22, se llevaron a cabo elecciones parlamentarias en la
Argentina. Octubre del ´17 es el presente de una historia donde “la Democracia”
es, acaso, uno de los símbolos de
madurez cívica mas intenso. Símbolo que, después de la dictadura cívico-militar
más sangrienta del siglo pasado, siguió
consolidándose durante mas de tres décadas sin interrupción. Sobre la base de
haber superado tanta dictadura totalitaria
se re-presenta algo así como un “espíritu”, en el que los argentinos nos
reconocemos. “Haber participado de una jornada en paz” “un día donde los ciudadanos ejercemos el
derecho a elegir a quienes nos representan en libertad” “una fiesta para la
Democracia” “no importa quien gane, lo importante es que la gente se exprese”.
Todas son frases hechas de ambigüedades y abstracciones que le dan
substancialidad a algo, sea material o inmaterial, que no lo tiene mas que en
sentido impropio, hipóstasis del que surge, luego de materializado, el
fetichismo de la democracia.
Fetichismo de la democracia
El término “fetiche” y de él la palabra “fetichismo” proviene del latín facticias que se puede traducir como
“artificial” pero también se le asocia
la palabra portuguesa feitiҁo
que, en este caso, “magia” y “manía” serían propias en la traducción y
posterior etimología de la palabra aludida.
A fines del S. XIX, casi al mismo tiempo, dos pensadores “Maestros de la
Sospecha” como los llamó Paul Ricoeur emplearon el mismo término: Carlos Marx
utilizó el concepto en su magistral obra El
Capital denominándolo, “Fetichismo de la mercancía”, en tanto, el psiquiatra
y padre del psicoanálisis Sigmund Freud lo despliega en Tres ensayos
para una teoría sexual. El término “fetichismo” constituye siempre una
“representación deformada e ilusoria de las cosas”. A nuestro entender el concepto “democracia”
en la actualidad y en el terreno de La política local adolece, en cierta
forma, de un estado de sacralidad en si misma que anula toda crítica que se
pudiera hacer a gobiernos, por el mero hecho de que sus gobernantes
asumieron sus puestos a través de
elecciones. Tomar la parte en que los gobiernos son elegidos por las mayorías
populares para definirlos en su totalidad como “democráticos” aunque durante su
ejercicio abunden en medidas antidemocráticas (antipopulares) es lo que en
retórica se llama “sinécdoque”: tomar una parte para designar el todo.
Creemos que nuestra mirada acrítica y condescendiente hacia nuestros
procesos democráticos y su justificación basada exclusivamente en el momento de
la elección, se debe, por un lado, a la experiencia traumática que padecimos a
lo largo de la proliferación de gobiernos
de facto, totalitarismos, sometimiento de la mano del terrorismo de Estado,
torturas, desaparición forzada de personas, por otro lado y derivado del
anterior a la molestia y temor de que, al dirigir la crítica hacia actos de
gobierno antidemocráticos se nos atribuya “golpismo” reduciendo, entonces, a la
Democracia (gobierno ejercido por el Pueblo) a su momento de origen en la
elección, alimentando además el desplazamiento de democracias participativas
hacia democracias representativas y delegativas. Llegando a la contingencia
actual en nuestro país (y el mundo) de presenciar democracias débiles, de baja
intensidad, o incluso adulteradas.
La derecha que gobierna hoy
nuestro país fue ratificada en sus actos de gobierno en los comicios parlamentarios de octubre del ´17,
con todo, justificando y sosteniendo la impotencia crítica sustentada en los
motivos descriptos arriba, no se justifica por ningún motivo que no sea de
profunda matriz ideológica, arraigada en valores morales y éticos
conservadores, reaccionarios y racistas, su desempeño en las urnas. Las
reelecciones y las elecciones de medio término son las herramientas idóneas
para confrontar gobiernos antidemocráticos o ser cómplices de “Totalitarismos
invertidos”
Conservadora, reaccionaria y
racista es la materia que constituye la
sustancia política de las derechas que nos gobiernan, es decir: el elector de
Cambiemos contó con la suficiente información
y experiencia para inclinarse por un “modelo” de exclusión y
concentración eligiendo, además, por los atributos complementarios, pero a la
vez necesarios para que el “modelo” “produzca” y eligió a un gobierno en plena
acción antidemocrática cuya partida de nacimiento fue nombrar por decreto a
jueces de la CSJ mantener desde su
asunción presos políticos y ser en tanto Estado responsable de la desaparición
forzada de Santiago Maldonado, además de la represión en todas sus formas.
Nuestra posición: a favor de los oprimidos, convencidos además de que “Unidad
Ciudadana” comenzó a ser la verdadera
oposición real a las derechas PRO pidiéndoles
a los funcionarios del actual gobierno a los dirigentes y a los
militantes neoconservadores que, aunque sea, sin dejar de utilizar la inflexión
meliflua y empalagosa que los caracteriza, muestren desde donde hablan, asuman
los electores su pertenencia a las derechas y den la batalla dentro del
discurso político en la calle y desde las bibliotecas y no desde el abrigo de
la televisión amiga y el diario Clarín.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario