Maximiliano Basilio Cladakis
El 24 de marzo de 1976 aconteció el inicio del exterminio. Con la
finalidad de reconfigurar la Argentina a partir de las exigencias de
los poderes concentrados nacionales y transnacionales, sectores
cívicos y militares dieron comienzo a un plan sistemático cuyas
consecuencias, cuarenta años despues, siguen haciendo sentir su
impronta. El exterminio se perpetuó como marca endeleble de nuestra
historia que nos constituye subjetivamente a cada uno de nosotros.
Hubo 30000 desaparecidos, robos de bebes, asesinatos, vuelos de la
muerte, torturas y violaciones. La apoteosis del terror fue llevada
a cabo por el aparato del Estado y avalada por amplios sectores del
poder económico, mediático y eclesiástico. El exterminio buscó no
sólo matar, sino deshumanizar a sus victimas, “desaparecerlas”
del ámbito de lo humano. Sin nombres, sin destinos, sin tumbas, sin
fechas de muerte, habitando en el estado de “ni muertos ni vivos”,
el exterminio convertía en fantasmas a sus victimas. Y cualquiera
podía convertirse en un fantasma más.
El fantasma que comenzó a recorrer la Argentina no era el
anunciado por Marx. Se trataba del fantasma de un horror
indescriptible que penetraba en cada uno. El exterminio de los
treinta mil era la posibilidad de exterminio de todos. El horror y el
recuerdo del horror quebrantaron los lazos de solidaridad entre los
habitantes de un pueblo haciendo emerger el “salvese quien pueda”
como apotegma existencial. El “algo habrá hecho” pronunciado por
alguien cuyo vecino se transfiguraba en desaparecido, era una manera
de exorcizar la posibilidad de que el exterminio cayera sobre él.
Justificar lo injustificable para sentirse seguro.
La política que, desde casi el origen de la cultura, era lo que
constituía al ser humano en tanto tal, se reconfiguró como pecado
venial. El peligro de elimación trastocó el sentido de la
existencia humana: lo común, los asuntos de la polis
representaban la posibilidad de
desaparición y deshumanización, el refugió en lo privado se
constituyó como lugar de realización de lo humano.
Esa inversión existencial
continua cumpliendo hoy un gran poder de atracción. La entronización
de lo privado, la banalización de lo política, la comprensión de
los progresos y logros colectivos como lemas vacios y la fe
incuestionable en los progresos y logros individuales son
consecuencias de ello. Lo privado se presenta como lugar seguro
mientras lo político es demonizado. Hoy mismo, nuestro actual
gobierno, le habla al individuo, uno de sus intelectuales orgánicos
dijo incluso que el sujeto del PRO no es el pueblo sino los
individuos, al mismo tiempo que lleva a cabo persecusiones
ideológicas, detenciones política y acciones represivas frente a
las movilizaciones sociales.
La Alianza Cambiemos también
busca generar el Horror para exterminar lo político y así implantar
el mismo modelo económico que llevó a cabo la Dictadura
Civico-Militar de1976.
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