Maximiliano Basilio Cladakis
La religión oficial del Estado de Israel no es el cristianismo, ni su
ubicación geográfica se extiende sobre lo que suele ser denominado como región
occidental del mundo. Sin embargo, el Estado de Israel es, así y todo, un
Estado Occidental y Cristiano. Incluso, quizás, uno de los más radicalizados.
“Occidental” y “Cristiano” no
son, en términos políticos, conceptos que se corresponden a la religiosidad de
un pueblo ni a su ubicación territorial. Es más, no sería exagerado decir que
“Occidental” y “Cristiano” son configuraciones conceptuales que no tienen nada
que ver con la religión ni con la geografía. Lo “Occidental” y “Cristiano” debe, entonces,
ser comprendido a partir de una lógica que trasvasa el ámbito de las creencias
y de las territorializaciones.
El Mundo Occidental y Cristiano es el Mundo Civilizado, más allá de si
se trata de Estados que están al oriente o al occidente, o si sus religiones
oficiales son el cristianismo, el judaísmo o el budismo. El polo central
de oposiciones partir del cual se configuran
los ejes esenciales de las disputas en el plano internacional es, como hace
siglos, el binomio “civilización-barbarie”.
El ser civilizado es el ser occidental y cristiano, incluso
cuando no se lo sea. Y viceversa, el ser bárbaro
es el no ser ni occidental ni
cristiano, aunque sí se lo sea. Venezuela, por ejemplo, se encuentra al
occidente de Europa y su religión oficial es el cristianismo. Sin embargo, no
se trata de un Estado civilizado, sino de una de las encarnaciones más extremas
de la Barbarie (todo esto, vale aclarar, desde la perspectiva de la
Civilización). No es, por lo tanto, un Estado ni “Occidental” ni “Cristiano”.
Un ejemplo contrapuesto: la religión oficial de Japón no es el cristianismo, y
se encuentra en el extremo oriente de Europa (aunque al occidente de América
Latina, y, si entramos en detalles, debido a que la tierra es una esfera,
también de Europa), sin embargo es un Estado civilizado, por lo tanto, forma
parte del mundo “Occidental” y “Cristiano”.
El argumento carece de toda lógica si comprendemos la lógica desde un
plano formal, pero la lógica de, como bien la llama José Pablo Feinmann, la
razón imperial es una lógica radicalmente distinta a la de las formalizaciones,
y totalmente alejada de principios tales como el de “no-contradicción” ¿Qué es,
entonces, la Civilización? A esta pregunta se podría dar respuestas múltiples y
variadas. Sin embargo, resumiendo: la Civilización son las potencias mundiales
y sus aliados.
La lógica de la Civilización es, pues, la del imperialismo. “Nosotros
somos los civilizados, por lo tanto, somos el Bien; los otros son los bárbaros,
por lo tanto, son el Mal”. Este es el fondo de toda argumentación
“pro-civilizatoria”, una simple máscara detrás de la cual no hay otro secreto
más que el imperialismo: un Estado, un pueblo, una Nación, sojuzgando,
masacrando y vejando a otro Estado, a otro pueblo, a otra Nación.
Israel es, sin lugar a dudas, un Estado civilizado. Sojuzga, masacra y
veja a poblaciones enteras. Sin embargo, el establishment internacional guarda silencio. Es lógico: Israel es la
Civilización, por lo tanto es el Bien, sus enemigos son la Barbarie, por lo
tanto son el Mal. Matar, violar, carbonizar criaturas recién nacidas no es un
crimen si se trata de seres infrahumanos. Y, para el Estado Israelí, los
palestinos, como todos los bárbaros, son seres infrahumanos. Ellos están en una
Guerra Sagrada, no la llamarán Jihad pero es lo mismo, y en una Guerra Sagrada
vale todo ya que el Bien lucha contra el Mal, y en esa lucha no hay
mediaciones.
El último ataque de Israel hacia la franja de Gaza lo deja bien en
claro: 122 muertos, entre los que se contaban 22 niños, 15 mujeres y 12
ancianos. Sin embargo, no hay indignación ni condena hacia aquellas muertes, como
tampoco las hay hacia las políticas de legalizar la tortura, de no dejar entrar
ayuda humanitaria al territorio en conflicto, de lanzar fósforo blanco sobre
poblaciones civiles, de querer lanzar una guerra nuclear sobre un país que no
cuenta con armamento de ese tipo; etc.
En un artículo escrito por León Rotzichner, publicado hace unos años en
Página 12, el escritor e intelectual señalaba una paradoja trágica: Israel,
históricamente, había sido la víctima de las peores atrocidades cometidas por
el Mundo Occidental y Cristiano durante siglos, atrocidades que culminarían en
la Shoá, sin embargo hoy es el adalid y guardián de ese Mundo Occidental y
Cristiano, y en su nombre comete contra los pueblos vecinos, los mismos
crímenes que el Mundo Occidental y Cristiano cometió contra él.
Lo dicho por Rotzichner continúa teniendo hoy una vigencia primordial.
Cada acto del Estado de Israel lo afirma más como la vanguardia más
radicalizada del Mundo Occidental y Cristiano, y, en cada crimen de Lesa
Humanidad que perpetra se afirma más como partícipe de ese mismo mundo que
eliminó a más de seis millones de judíos.
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