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Maximiliano Cladakis-Edgardo Bergna editores. Organo de opinión política de Atenea Buenos Aires. Radio Atenea y Agora Buenos Aires

Escriben: Leandro Pena Voogt-

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viernes, 21 de junio de 2013

Transformar el mundo (editorial del programa Con las Venas Abiertas emitido el 21 de junio de 2013)

opinión. Agora...a diario 21/06/2013




Maximiliano Basilio Cladakis

   En la década del ´40, Jean Paul Sartre escribe el artículo, “¿Para qué escribir?” La pregunta que sirviera de título al texto del filósofo francés, bien puede extenderse a la finalidad de un programa de radio “¿Para qué hablar?” “¿Para qué hacer pública una voz?” “¿Para qué emplear un medio de comunicación, en este caso una radio?”. Las respuestas a estas preguntas pueden ser varias: entretener, vender publicidad, deleitarnos narcisistamente en el acto de emitir nuestras voces por un micrófono, contar nuestras historias de vida como en los programas  que pueden verse a la tarde por la televisión. Sin embargo, la finalidad, el “para qué”, de Con las venas abiertas no es ninguna de estas. Por el contrario, este programa nace con una idea bien clara, sin la cual no tendría razón de ser: transformar el mundo.

   “Transformar el mundo”, una frase que puede parecer grandilocuente y que, como toda frase grandilocuente, puede parecer, y ser, una frase vacía.  Así y todo, dicha frase, para este programa, no es ni grandilocuente ni vacía. No es grandilocuente, porque Con las venas abiertas se sabe inserto en un colectivo que intenta transformar el mundo, al cual hacemos tan sólo un pequeño y humilde aporte. No es tampoco una frase vacía, ya que, para este programa, transformar el mundo tiene un sentido concreto y específico. En sus cursos sobre Hegel, el filósofo ruso Alexandre Kojève sostenía que la dialéctica histórica es la dialéctica de la lucha entre el Amo y el Esclavo. Es decir, la historia humana es movida por un conflicto permanente entre amos y esclavos, opresores y oprimidos, explotadores y explotados. En esa dialéctica que conforma la existencia concreta en el mundo, se está de un lado o del otro. Con las venas abiertas  está, y estará siempre, del lado del esclavo, del oprimido, del explotado, y el objetivo de transformar el mundo es transformarlo en pos de estos últimos.

     Con las venas abiertas, en tanto programa de radio, sabe que existen dos actitudes que atentan contra este objetivo. Por un lado, el optimismo ingenuo. Por otro, el cinismo pesimista. Se trata de dos actitudes extremas que, en su oposición, tienden a la inacción. El optimista ingenuo piensa que el mundo está bien hecho, que el mundo va progresivamente hacia un estado universal de felicidad y de bienestar, que la historia avanza siempre hacia mejor. El optimista ingenuo mira con deleite cada “progreso” técnico y ve en él, un paso hacia delante de la humanidad toda. Y, ya que el mundo “está bien hecho”, y hay un orden que se desenvuelve racionalmente, no hace falta actuar, y, si se actúa, tan sólo lo hará como un ingeniero que aceita un mecanismo para evitar el error o acelerar el proceso.

   El cínico pesimista parte de la premisa contraria. Para él, el mundo está mal hecho, y, como ironiza Silvio Rodríguez, “la gente es mala y no merece”. El pesimismo culmina en el nihilismo, un nihilismo que conlleva a una risa escéptica que es, ante todo, una risa conservadora. Al igual que el optimista ingenuo, el cínico pesimista no actúa ya que, para él, actuar no sirve de nada en tanto todo está y estará mal, por siempre jamás. El cínico pesimista se recluye en su vida personal y su único interés, entonces, se reduce al progreso individual, perpetuando así el orden de dominación y opresión. Cuando se le habla de un proyecto colectivo de transformación social y política, nos mira, como con cierta piedad, esbozando una sonrisa que es, al mismo tiempo, de compasión y de burla.

   Con las venas abiertas no incurre en ninguna de estas actitudes. A diferencia del optimista ingenuo, partimos de la base de que el mundo está “mal hecho”. El buen burgués, el llamado “hombre de bien” cree ciegamente en el progreso, en la civilización, en la razón, en las matemáticas, en la ciencia y en la técnica. Sin embargo, la civilización fue la bandera del colonialismo y en su nombre se ejecutaron las mayores matanzas en la historia de la humanidad, el desarrollo de las ciencias concluyeron en las bombas atómicas arrojadas sobre Hiroshima y Nagasaki, los trenes que traerían el progreso a las naciones son los mismos trenes que transportaban a judíos, comunistas y homosexuales a los campos de concentración en la Alemania nazi.

   “Transformar el mundo” implica aceptar que la historia de la humanidad es, como decía el filósofo judío-alemán Walter Benjamin, una historia catastrófica y no progresiva, que ningún avance científico-técnico justifica las masacres cometidas en los últimos siglos, que, bajo el modo de producción capitalista, cada nuevo producto no viene a satisfacer una necesidad, sino a crear una necesidad nueva. Sin embargo,  “transformar el mundo” implica, también, a diferencia del pesimismo cínico, saber que somos responsables del rumbo que adquirirá la historia, que estamos obligados a actuar. Además, si bien la historia de la humanidad es la historia de una gran catástrofe, hubo, hay y habrá rupturas, momentos de rebelión en donde se vislumbra la posibilidad de otro mundo, que hay mujeres y hombres que, entre las ruinas del mundo, supieron ser faros guías en un universo regido por la tiranía: llámense Cristo, Espartaco, Rosa de Luxemburgo, Che Guevara, Evita, Rodolfo Walsh, Hugo Chávez, Néstor Kirchner. Esos hombres y esos momentos de ruptura fundan la promesa de un mundo sin injusticias, sin explotación, sin amos ni esclavos. Y en esa promesa emerge la esperanza como instancia disruptiva de un continuum marcado por la tiranía de lo inhumano. Se trata de una esperanza que no es la del buen burgués, la del optimista ingenuo que, en su optimismo, perpetua el orden de miserias, sino de una esperanza que implica la tribulación y, también, la desesperación. Como decía el ya mencionado Walter Benjamin: “solo por el amor a los desesperados conservamos aún la esperanza”.

    Como dijimos, Con las venas abiertas intenta ser un aporte en la transformación del mundo en pos de los oprimidos. Para eso nuestra voz se emite por un micrófono y, por la misma razón, y no por otra, apoyamos y somos partícipes del Proyecto Nacional y Popular inaugurado el 25 de mayo de 2003.
    





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