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Maximiliano Cladakis-Edgardo Bergna editores. Organo de opinión política de Atenea Buenos Aires. Radio Atenea y Agora Buenos Aires

Escriben: Leandro Pena Voogt-

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viernes, 9 de noviembre de 2012

Reflexiones sobre la espumita

opinión. Agora...a diario 09/11/2012



Por José Antonio Gómez Di Vincenzo



El espontaneo sentir de las cacerolas, fogoneado por medios y partidos opositores, ya fue. Queda la espumita. Mucha espumita por cierto. Se verá si no pasa después lo mismo que con la birra del pub berreta, ese donde te tiran pura espuma y al final del jarro queda poco y nada del néctar que la hizo brotar.

El bochinche se hizo sentir en el centro y algunas ciudades. Focos aislados más o menos sustanciosos donde se amalgamaba, bajo las consignas precisas del manual del cacerolero, un variopinto colectivo de reclamos todos vibrando en el registro del diapasón clasemediero.

Como sea, fue interesante como fenómeno. Este escriba cree que el 8N dice mucho más por lo que calla que por el bochinche espumoso. En otras palabras, lo sugestivo del acontecimiento es lo que no pasó, lo que no hubo allí ni hay al menos todavía. Veamos cómo es esto.

Lo que no hubo, ni hay en y desde la expresión cacerolera mediática es lo que el politólogo argentino Ernesto Laclau llama un significante vacío, algo o alguien que de sentido a la cadena de significados flotantes y discontinuos presentes en el discurso individual individualista de los múltiples actores convocados. Trataré de explicar cómo funciona esto dentro de unas líneas. Pero antes un par de cosas más.

Lo supuestamente espontáneo resultó convocado, de eso no caben dudas, cuestionar tal proposición sería surfear en el océano de lo fantasioso. Está claro que un conjunto de fundaciones, sujetos, medios y partidos foguearon la cosa. Algunos arreglaron las partituras, otros tocaron chirimbolos en el fondo de la orquesta. Los unos, ultra derechosos, lo otros, no saben donde pararse o vienen haciendo slalom. Salvo pocos fulgores de coherencia como los del Chipi Castillo, hubo colados por la ventana hasta por la más a la izquierda. Pero lo cierto es que nada de eso logra consolidarse como aglutinante opositor, como medio de expresión y anclaje de los supuestos reclamos individuales presentes en ese colectivo imaginario denominado cacerolazo conformado por sujetos que como carne de cañón (no se entrega a ninguna alternativa totalizadora sino a variopintos intereses mezquinos) pusieron el cuerpo en una danza dionisíaca donde faltaba lo más interesante de tales expresiones, la joda y en cambio estallaba al angustia y la amargura.

Cuatro son mis hipótesis:

1- La presencia impactante y condicionante de las formas de construcción de subjetividades propia de los medios de comunicación contemporáneos unidas a la liquidez de una sociedad que tiende cada vez más a lo hiper consumista y el aquí y ahora, en un fluir sin profundidades ni densidad hizo que de un tiempo a esta parte, gran fracción de la discusión (al menos el segmento más ruidoso) se deslice de las instituciones, del barrio, de la calle, de la unidad básica a los medios mismos, televisión, redes sociales, twitter. Digo se deslice porque no quiero ir tan lejos. En otras palabras, sigue habiendo discusión en todas partes. Pero a la dimensión dura, concreta del mitin y la disputa en el territorio se añade la mediática con las lógicas y dinámicas que son propias de las nuevas tecnologías de la información y comunicación.

2- Estas lógicas y dinámicas más rizomáticas, horizontales, de flujo discontinuo se contraponen al discurso arborescente, jerárquico, continuo, coherente de una política sustentada en proyectos de transformaciones estructurales y simbólicas.

3- Al final, estas lógicas livianas y discontinuas se diluyen en lo múltiple sin relación entre sí, ni opción totalizadora, prevaleciendo en definitiva, cuando hay que hacer valer el mecanismo de elección de representantes, la elección basada en una toma de posición política más anclada en lo concreto, estructural, en una dialéctica de lo cercano (la mejora de las condiciones de vida personal) y lo lejano (la toma de consciencia de la existencia de un proyecto totalizador articulado con miras en el mediano y en el corto plazo que resignifique la historia).

4- La discusión atravesada por las lógicas mediáticas copia la dinámica y estructura de los medios, donde se salta de un tema a otro, donde no hay profundidad en el análisis, donde no se jerarquiza, donde no se da sentido a la cadena. Esto porque en realidad la política en el imaginario de quienes se dan a la marcha pasa de lo concreto a lo virtual mediático. De aquí que guiados por estos significados y lógicas subyacentes, manifestantes arreados por diferentes pastores, con sus propios sentidos, reclamos legítimos o rezongos vayan todos como eslabones aislados que no logran conformar una cadena, que no logra generar un sentido unísono que reúna todos esos significantes.

Algunas muestras empíricas. Recojo de la manifestación los planteos con sustento y no las puteadas y faltas de respeto, que también las hubo. Una señora decía que protestaba contra la inseguridad. Otro ciudadano por la no movilidad de su jubilación. Algunos querían que se hiciera algo para recuperar la Fragata Libertad. Etc., etc., etc. Bien... ¿Quién no estaría de acuerdo con todo eso?

El problema es que ninguno de estos ciudadanos podía explicar ni el por qué de lo que le pasaba ni cómo se resolvía su angustia. Y eso es porque nadie hizo la tarea de anclar lo particular en un sentido general. Esa es una tarea que debe llevarse a cabo desde la política. Separando a quienes estaban ahí porque son golpistas, a quienes fueron para despotricar o porque queda en peligro su capacidad de distinción, los que fueron por el odio o porque simplemente se olvidaron de tomar la pastilla, me interesa rescatar la parte más ligada al funcionamiento de la cosa y analizar cómo es que tales reclamos surgen y se dan en un fenómeno como el del 8N.

Volviendo a mis tesis, creo que lo que falta es un significante vacío. Tal como anticipara más arriba, en el presente artículo tomo como referentes estudios que tienen en cuenta el desplazamiento del modelo lingüístico de la lengua al estudio de diferentes problemáticas en diversas esferas siguiendo, para la elaboración de las categorías conceptuales, la misma perspectiva inaugurada por Lacan en su crítica y desarme del signo saussuriano y retomadas por Laclau para el análisis del discurso político.

Me comprometí en explicar un poco, pido paciencia al lector, si no la tiene puede abandonar aquí.

El objetivo, insisto, es dar cuenta de los quiebres en el discurso de los manifestantes, la falta de un significante vacío y en consecuencia, la poca fortuna política de tales reclamos hasta que éste no surja.

Lacan dirá que significante y significado no van de la mano, siendo más importante la relación entre significantes que entre un significante y un significado como sostenía Ferdinand de Saussure. La relación entre significantes se denomina articulación. Articulación rompe con la idea de relación biunívoca presente en la lingüística saussuriana. La articulación da como resultado la cadena de significante. El significado en Lacan es el efecto de la relación entre significantes en la cadena. Es un producto indirecto de la relación privilegiada de significantes que no poseen un sentido fijo, no están asociados a un significado determinado.

La pregunta, entonces, es cómo surge el significado. Lacán introduce el concepto de “point de caption” para designar a un significante particular que hace de fijador del significado. Como los distintos significantes en la cadena no poseen un significado determinado, el “point de caption”, fijador del desplazamiento de sentido en la cadena, se va desplazando permanentemente a través de ella para crear un efecto de significación.

La idea de articulación está ligada a la de hegemonía y es tomada por Laclau para el estudio del discurso político. Laclau toma el concepto de “point de caption” lacaniano y lo aplica en sus análisis con el nombre de significante vacío, con el objeto de dar cuenta de la condición misma de hegemonía. Es la presencia de este punto nodal, de un significante sin significado lo que permite fijar un significado o la identidad de los demás elementos de la cadena de significantes. En otras palabras, es la condición de vacío la que da lugar a la apertura y el llenado. La lucha por imponer un significante vacío es la disputa por la hegemonía. La hegemonía es la presencia de un significante vacío que fija la identidad de los demás elementos y permite una forma particular de relacionarse entre los mismos.

Para que surja un significante vacío capaz de fijar significado debe existir antagonismo, lucha de intereses, enfrentamiento respecto a una posición negativa. El antagonista es otro significante que impide satisfacer la demanda de hegemonizar el campo. Es un obstáculo, un rasgo de negatividad que permite la articulación y equivalencia de los significantes en una cadena que se enfrenta como alternativa hegemónica. La operación hegemónica consiste en una lucha por la fijación de significado que es móvil, dinámica y precaria.

Bien, hasta aquí la soporífera explicación. Volvamos al caso.

Falta un significante vacío que hegemonice el discurso de quienes estaban allí, en el 8N, en una cadena inconexa de significados y significantes. Este puede deberse a varios motivos:

- La incapacidad de los políticos opositores de generar un proyecto.

- Lo impresentable de algunas propuestas alternativas funcionales a modelos económicos de corte neoliberal cuya huella en la Argentina más vale dejar para la historia que revivir en carne propia.

- Lo informulable de las propuestas de corte golpista y fascista.

Habrá que ver cómo sigue la cosa, habrá que percibir si alguien recoge el guante, habrá que espiar si la oposición resuelve este que es su gran dilema: o enfrenta en las urnas al único proyecto coherente con otro de distinto color o forma o sigue en esta nada. Habrá que esperar a ver si muchos de los presentes no termina votando un collage en el que del sobre, en la mesa de recuento de sufragios, sale un combo de Lila la pitonisa, la izquierda más virulenta, la todo terreno Patricia y algún colado humorista trasnochado.
En definitiva, habrá que ver qué queda cuando baje la espuma.




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